El ser humano necesita archivar la información. Es posible que se deba a su curiosidad innata y a sus deseos imparables de saber y de no olvidar. Para ello inventó los soportes de almacenamiento de datos, destinados a reemplazar la transmisión oral de conocimientos, imperfecta y sujeta a alteraciones. Rápidamente pensamos en discos duros o memorias USB, pero lo cierto es que esta tecnología es antiquísima, más incluso que las primeras civilizaciones.
Libros, tablillas, papiros, petroglifos, pinturas rupestres, etc. sean quizás los soportes mnemotécnicos más conocidos. No obstante, los hay extremadamente peculiares y desconocidos, como los Lukasa africanos, pertenecientes a la etnia de los Luba, pueblo del sudeste de la República Democrática del Congo. “Lukasa” se traduciría como “manos largas” o “garras”. Eran soportes de madera con forma ahusada o de reloj de arena que contenían “circuitos” constituidos por una miríada de elementos de cristal, metal, conchas, cuentas de piedra y grabados en la madera. La disposición de dichos elementos y su forma codificaba datos de todo tipo: desde sagas y leyendas de héroes locales, hasta topografías, registros históricos, conteos…
Esta información era accesible para muy pocos. Dentro del pueblo Luba existía la sociedad secreta de los Mbudye, constituida por los hombres y mujeres más poderosos de la tribu. Solo los miembros de mayor rango conocían los métodos para decodificar los Lukasa y acceder a su valiosa información (por eso se los llamaba “bana balute” u “hombres de la memoria”). Tal era la influencia de esta sociedad que eran capaces de determinar quiénes iban a ser los gobernantes.
En consecuencia, los Lukasa servían a las necesidades sociopolíticas y religiosas de los Luba. Además, esa información procedería de la comunicación con los espíritus, incrementando su naturaleza mística y esotérica. Se consideran originarios del s. XIX, pero especialistas como Thomas W. Reefe retrasan significativamente su antigüedad por su alto nivel de integración en la estructura de la sociedad.