Día D, Operación Overlord, desembarco de Normandía. Todos ellos son sinónimos de la operación militar más famosa de la Segunda Guerra Mundial y que determinó en gran medida el resultado final de la mayor guerra de la historia.
Empezó a fraguarse ya en 1943 por Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, aunque tuvieron que esperar hasta el 6 de junio de 1944 para llevarla a cabo. Fue una operación construida en el más absoluto de los secretos y alejada de los indiscretos ojos de los espías alemanes.
No obstante, algo tan aparentemente inofensivo como una serie de crucigramas levantaron sospechas y temores en los agentes del MI5 británico (el servicio de inteligencia encargado de la seguridad interna del país). Aficionados a los crucigramas del diario The Daily Telegraph, algunos agentes se dieron cuenta que, pocos días antes del inicio del desembarco, estaban saliendo demasiadas palabras clave relacionadas con la operación: “Omaha”, “Utah”, “Gold” (nombres en clave de las playas), “Overlord”, “Neptune” (nombre en clave del apoyo naval)… ¿Acaso un espía alemán estaba enviando las claves de la operación codificadas a la inteligencia germana?
Todo quedó al final en un buen susto. Fue una casualidad, o al menos eso es lo que concluyó el MI5 tras investigar a Leonard Dawe, el autor de los crucigramas y director de la escuela Strand de Londres. Sin embargo, hubo algo más. En 1984, uno de sus alumnos, Roland French, desveló que, junto con sus compañeros, ayudaban a su profesor a buscar las palabras para los crucigramas. Resulta que muchas de ellas las escuchaban de vez en cuando en boca de los soldados del campamento militar situado próximo al colegio, quienes seguramente comentaban con nervios e inquietud qué iba a suceder el próximo 6 de junio. Menos mal que no había espías cerca…