La ouija que desató la pesadilla. El expediente Vallecas (parte 2)

El caso Vallecas ha resultado ser uno de los casos españoles más paradigmáticos del mundo del misterio. Gran culpa de lo cual la tuvo el parte de incidencias que fue comunicado por el inspector de la Policía Nacional José Pedro Negri a la comisaría de Vallecas. Un documento que le otorgó seriedad y autoridad y, por descontado, la fama que hoy tiene. Sin embargo, la incorporación de nuevas informaciones a lo largo del tiempo y de falacias de toda índole han terminado por confundir a los investigadores. Incluso, las versiones de los miembros de la familia Gutiérrez Lázaro se contradicen en ciertos puntos. En esta segunda entrada expondremos estas confusiones para que, finalmente, sea el lector quien saque sus propias conclusiones sobre lo que pasó realmente en Vallecas.

Como el lector ya habrá podido comprobar a raíz de la primera parte sobre el caso Vallecas que publicamos en este mismo blog, algo extraño parece que ocurrió en Vallecas en los años 90. Una humilde familia de clase media-baja sufrió en propias carnes las inclemencias de una serie de fenómenos para los que todavía no se tiene explicación. Recordemos que los sucesos anómalos surgen a partir de la muerte de María Estefanía Gutiérrez Lázaro que, todo sea dicho, fue especificada como muerte sospechosa en el informe forense. Todo comenzó unos meses antes de su muerte, cuando decidió practicar la ouija en su colegio (el Colegio público Aragón de Vallecas) con un grupo de amigos. Tras la irrupción de una profesora, quien rompió el tablero de ouija, el vaso empleado como planchette estalló y una humareda extraña penetró por los orificios nasales de Estefanía. Su vida a partir de entonces se caracterizó por los ataques epilépticos y las visiones de seres que perturbaban a la joven madrileña, hasta que uno de estos ataques le arrebató su último aliento.

Si no fuese suficiente, a partir de entonces sus padres y sus cinco hermanos comenzaron a ser testigos de lo inexplicable. En su vivienda, en el número 8 de la calle Luis Marín de Vallecas, se había instalado una presencia molesta y con aviesas intenciones. Los golpes en las paredes, la apertura y el cierre de puertas y ventanas, los susurros y las carcajadas de origen desconocido, el movimiento de los objetos de la casa y el avistamiento de terroríficas sombras se convirtió en la rutina de la familia Gutiérrez Lázaro desde entonces y durante varios años. Llegaron a contactar con varios presuntos expertos sobre fenómenos paranormales para intentar apaciguar la situación, pero estos solo buscaron el beneficio propio en base al engaño y la mentira. Hasta que un día, el 19 de noviembre de 1992, aquello se hizo inaguantable y el padre de familia, Máximo Gutiérrez, se vio en la obligación de contactar con la Policía Nacional. Una patrulla encabezada por el inspector José Pedro Negri inspeccionó arduamente la casa aquella noche invernal para intentar encontrar la causa de los fenómenos que ellos también pudieron observar. Sus experiencias con lo paranormal en la casa vallecana fueron plasmadas en un parte de incidencias. Aquello fue para muchos la prueba definitiva de que el poltergeist de Vallecas era real. ¿Cómo no creer en un documento comunicado por una autoridad competente, objetiva y poco dada a dar veracidad a este tipo de cosas?

Los agentes poco pudieron hacer y los fenómenos continuaron durante varios años más hasta que cesaron. Durante toda esta etapa se vertieron todo tipo de informaciones sobre el caso Vallecas. Al final, en la actualidad tenemos una historia significativamente desvirtuada en la que discernir entre lo real y la fábula es una tarea harto complicada. Por ello, como ya dimos unas pinceladas en relación a una de las primeras versiones del caso, ahora toca exponer más concretamente las diferentes versiones que han ido configurando lo que se ha dado en conocer como expediente Vallecas.

Las controversias de la vida de Estefanía

El caso Vallecas ha padecido de falta de claridad casi desde el momento en que Estefanía participó en la fatal sesión de ouija en su colegio. En primer lugar, existen diferentes versiones sobre con quién realizó Estefanía la ouija. La sesión se llevó a cabo en marzo de 1990 o, como mucho, en marzo de 1991. En el anterior artículo mencionamos que Estefanía participó con dos amigas, una de las cuales quería contactar con el espíritu de su novio recientemente fallecido. Sin embargo, en entrevistas posteriores, Concepción Lázaro aseguró que el grupo estaba formado por una amiga de Estefanía y sus hermanas, Marianela y Querubina. Al menos se puede asegurar con cierta seguridad que Marianela presenció la sesión (total o parcialmente), puesto que ella misma ha confirmado este extremo. En ciertos puntos, el testimonio de Concepción se corresponde con el de Marianela: parece que la segunda abandonó la sala donde estaba realizándose la sesión de ouija. Según bajaba unas escaleras de su colegio, una “fuerza muy fría” la agarró y la levantó del suelo tal y como ella ha asegurado desde que era una niña. Asimismo, el motivo que llevó a los jóvenes a practicar la ouija (comunicarse con el novio fallecido de una amiga) no habría existido, lo cual es ratificado también por Marianela. Parece que también hubo algún varón participando en la sesión, siempre según Concepción. Uno de ellos fue agredido por la humareda que surgió del vaso antes de que penetrara en el cuerpo de Estefanía, la cual le dejó una huella en el pecho con forma de bota militar. El episodio del humo, sin embargo, fue atestiguado por todos los presentes.

Recientemente fue entrevistado para el programa del 29 de septiembre de 2018 de Milenio Live (dirigido por Iker Jiménez y Carmen Porter) Juan Chacón, quien se presentó como compañero de colegio de Estefanía y participante en la sesión ouija. Su versión difiere en varios aspectos de lo dicho hasta ahora. Según Juan, el grupo quedó después del comedor en el aula de tecnología de la biblioteca del colegio. Primera diferencia: durante mucho tiempo se había dicho que la ouija se había realizado en los baños del colegio aprovechando la ausencia de una profesora. Según Juan, el tablero fue comprado por la amiga de Estefanía que también participó en la ouija en el Alcampo de Vallecas. Juan ya había jugado en más ocasiones con algunos compañeros a la ouija, tanto en el patio del colegio como en aquella misma sala. Sin embargo, él apunta que era la primera vez para Estefanía. Por el contrario, otros testimonios afirman que Estefanía ya la había practicado en más ocasiones. Sea como fuere, el grupo estaba compuesto por él mismo, un compañero de nombre Antonio, la dueña de la tabla y Estefanía. Marianela, como hemos dicho, también estuvo presente, pero ella no habría participado. Según comentó en el programa 551 de Cuarto Milenio, ella permaneció al otro lado de la puerta vigilando para que nadie entrara. Juan afirma que durante la sesión sucedieron cosas extrañas. Por ejemplo, y siempre según su testimonio, el vaso se movió solo por la tabla y llegaron a recibir algunas respuestas para sus preguntas. Contactaron con un ente que se hacía llamar Verónica. Estefanía al parecer se encontraba muy nerviosa (tiene sentido si era su primera vez practicando la ouija), así que Juan y el resto de compañeros la invitaron a que preguntara algo para sentirse más involucrada. Ella quiso saber la identidad del presunto espíritu. Como respuesta, el vaso se movió por diferentes letras del tablero hasta señalar que aquel espíritu era el abuelo de Estefanía.

Mientras, fuera de la sala, Marianela intentó abrir la puerta para asegurarse de que todo iba bien. Sin embargo, la puerta no cedía. Tras varios intentos infructuosos, recibió la ayuda de la profesora Dolores Molina (en este caso también hay unanimidad al identificar a la profesora). Al final consiguieron entrar y sorprendieron a los jóvenes con la ouija. En este punto también hay disensiones. Juan afirma que antes de que entrara la profesora, el vaso estalló, las persianas de la estancia comenzaron a subir y bajar solas y una estantería se volcó sobre el pomo de la puerta, bloqueándola. No fue hasta que los muchachos retiraron el mueble que la profesora pudo entrar. Por el contrario, Marianela asegura que cuando lograron abrir la puerta no había nada detrás de la misma y que el vaso estalló cuando la profesora rompió la tabla. Según Juan, Estefanía se puso histérica y comenzó a chillar. No obstante, de acuerdo al testimonio de Marianela, terminaron la sesión sin que nada extraño pasase y abandonaron la sala tranquilamente. En general, los testimonios coinciden en afirmar que Estefanía se mostró a partir de entonces muy retraída y rara, aunque uno de sus hermanos, Maximiliano, aseguró para el programa radiofónico Dimensión Límite que su hermana continuó comportándose como siempre y continuaba desarrollando su vida social. De hecho, en aquella época tenía novio y seguía saliendo con sus amigos.

Tampoco existe precisión sobre la edad a la que falleció Estefanía (por lo que obviamente tampoco se puede precisar la edad a la que jugó a la ouija en su colegio). Si se revisan diferentes fuentes, se pueden encontrar diferentes cifras: 14, 17, 18… Sin embargo, Maximiliano aseguró para Dimensión Límite que cuando su hermana hizo la ouija tenía 16 años y que murió con 18. Por tanto, debieron pasar cerca de un año y medio o dos años entre la ouija y la muerte de la joven, lo cual contrasta con otras versiones que aseguran que solo pasaron unos pocos meses. De hecho, en el ya desaparecido programa radiofónico Turno de Noche, presentado por el fabuloso Juan Antonio Cebrián (quien por cierto se mantenía escéptico; él pensaba que no había ningún caso y que todo se debía a un folie à famille alimentado por Concepción, esto es, una histeria colectiva generada en un núcleo familiar), se aseguraba en una de las primeras entrevistas realizadas a la familia, antes incluso de la emisión del parte policial de incidencias, que sólo habían pasado días entre la sesión de ouija y la consiguiente muerte de Estefanía, versión que podemos descartar con seguridad, pues la mayoría de testimonios concretan un intervalo de tiempo mayor.

La fecha en que murió Estefanía también es debatida, aunque en este caso las diferencias de opinión son menores, casi insignificantes, ya que mientras que algunos señalan el 14 de julio de 1991, otros sostienen que Estefanía falleció un mes después. Recordemos que la tarde anterior a su muerte, Estefanía quedó con su novio Pablo para dar una vuelta. Pues bien, esta información es diferente dependiendo al miembro de la familia a quien se consulte. Por ejemplo, Concepción y Maximiliano confirman que Estefanía tenía novio en aquella época, pero su hermana Marianela lo niega. Por otro lado, la familia parece unánime al recordar cómo su hija y hermana concibió su muerte poco antes de que ocurriese y de cómo pidió que en su féretro se dispusiera una fotografía en la que saliese ella junto a su padre. Asimismo, tampoco existen disensiones sobre la muerte de Estefanía.

Las controversias sobre la fenomenología paranormal

Tras la muerte de Estefanía, el poltergeist de la casa vallecana comenzó a crecer gradualmente.  Sin embargo, cabe resaltar que el origen de las anomalías no está claro. De hecho, en la ya mencionada entrevista realizada por el programa Turno de Noche a la familia se le pregunta por esta misma cuestión. Sorprendentemente, para la familia el inicio de los fenómenos paranormales fue bastante anterior a la muerte de Estefanía. Según cuenta una de las hijas, una niña por aquel entonces, ya en su anterior vivienda, una casa baja que ya había sido derruida, fueron testigos de una psicoimagen (es decir, una imagen de una persona fallecida captada por un aparato electrónico, como una televisión) que surgió en la televisión. Apareció después de apagar el aparato y toda la familia pudo ver el rostro, según la entrevistada. Aquello presuntamente les persiguió hasta la calle Luis Marín, donde se estableció con la familia. No obstante, la versión más extendida y posiblemente la más plausible es la que asegura que los fenómenos extraños comenzaron después de la sesión de ouija de Estefanía en su colegio.

Podemos establecer un consenso plausible, y es que la mayoría de los miembros de la familia y varios testigos externos coinciden en que algo extraño sucedía en aquella casa. Ahora bien, no todos los fenómenos presuntamente inexplicables fueron vividos por todos los miembros de la familia, por lo que cada uno de ellos tiene su propia visión de los hechos que, en ocasiones, coincide con la del resto de su familia y, otras veces, consiste en un testimonio individual e intransferible. Asimismo, la sensación respecto a lo que sucedió durante aquellos años también varía. Algunos de ellos, como Ricardo o Maximiliano, restan importancia a algunos de los sucesos, dándoles incluso su propia explicación racional, mientras que otros miembros, como Marianela o Concepción, vivieron una situación de auténtico pavor. Por ejemplo, en el anterior artículo reseñamos cómo Marianela, que compartió habitación con Estefanía, fue la única testigo de la levitación de su hermana en la cama. Asimismo, Marianela y Querubina fueron las protagonistas excepcionales del episodio de la sombra que desorganizó los juguetes de su habitación mientras se arrastraba por el suelo, ya que cuando sus padres acudieron a su llamada de auxilio solo llegaron a ver el desorden. Sin embargo, es cierto que casi todos los miembros de la familia vieron sombras en su vivienda, a las que además describían de forma muy similar (recordemos que para algunos parecían monjes y para otras siluetas sin rostros). Asimismo, todos ellos también vieron objetos moviéndose solos sin ninguna explicación aparente en distintas habitaciones de la casa.

Este periodo fue nefasto para el caso en sí y, por descontado, para la familia. Recordemos que es aquí cuando personajes como Tristanbraker comienzan a visitar a la familia y a ofrecer sus servicios fraudulentos. Podemos razonar que, efectivamente, fue este el momento en que el caso Vallecas comenzó su decadencia por la cantidad de chorradas que se dijeron. Por ejemplo, reiteramos que la idea de que el causante del poltergeist era el espíritu maligno del abuelo de Estefanía (que murió unos meses antes que Estefanía y quien supuestamente amenazó a su hija Concepción con hacerle la vida imposible desde el más allá a raíz de unas trifulcas económicas) fue posiblemente creada por Tristanbraker tras haber obtenido información por parte de la familia Gutiérrez Lázaro. No obstante, es necesario destacar las impresiones de algunos miembros de la familia respecto al abuelo, como es el caso de Marianela, quien por activa y por pasiva lo ha defendido siempre alegando que cualquier cosa que hubiera dicho, lo hizo bajo la demencia senil que padeció. Por el contrario, cuando se encontraba lúcido, su abuelo era una persona que dispensó un afecto infinito a su familia. Posteriormente, la entidad maligna fue identificada como un demonio de nombre Crápula, una versión que también habría sido inventada por alguno de aquellos personajes. La intervención de tanto presunto investigador pudo haber sobredimensionado el caso Vallecas. Como la propia familia reconoció, lo único que consiguieron con sus intervenciones fue alimentar su miedo y sugestionarles aun más. En consecuencia, es obvio razonar que su estado de alerta aumentó y que pudieron interpretar fenómenos completamente normales como acontecimientos anómalos.

Las controversias de la intervención policial

Si algo hizo famoso al caso Vallecas fue la participación de la Policía Nacional y sus testimonios. Aunque no sea el único evento misterioso en el que haya intervenido la Policía, para el profano de estos asuntos puede resultar igualmente sorprendente que miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sean testigos de fenómenos anómalos.

Un acontecimiento que no mencionamos en el anterior artículo fue un precedente policial anterior al que ocurrió en el contexto del caso Vallecas. Gracias a las persistentes indagaciones del investigador Manuel Carballal, los testimonios de dos policías vieron la luz. Según le comentaron Jesús C. y José M., un año antes de la visita del inspector Negri (19 de noviembre de 1992) recibieron una llamada de auxilio desde la vivienda de los Gutiérrez Lázaro. Estefanía aun seguía con vida. Cuando penetraron en la casa vieron una escena esperpéntica. En ella se encontraron a Estefanía, sus padres y hermanos, unos amigos y su novio, un tal Demetrio Camacho. Este último había perdido el control, se revolcaba por el suelo fuera de sí en medio de fuertes convulsiones y echando espumarajos por la boca (los mismos síntomas que padecía Estefanía durante sus ataques). De nuevo, la causante había sido una sesión de ouija que habían practicado los jóvenes en la casa. A los agentes no les quedó otra que esposar al muchacho hasta que se le pasasen los síntomas. Sin embargo, la inmovilización no fue precisamente fácil. Demetrio se resistió violentamente ante los intentos de inmovilización de los corpulentos agentes, hasta que pudieron esposarle las manos a la espalda y atarle las piernas. Como el joven seguía ejerciendo una fuerza increíble, uno de los policías le espetó:

“Mira tío, como rompas los grilletes me voy a acojonar y te voy a dar un tiro en la cabeza”.
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Los agentes Jesús C. y Jose M., quienes acudieron a la casa de la calle Luis Marín antes que la patrulla del inspector Negri. El Ojo Crítico 

Según algunas versiones, en esos momentos se acercó a la casa un sacerdote vecino de la familia. Este casi recibió un puntapié del joven “poseído”. Se puede concluir por tanto que Estefanía sí que jugó en más de una ocasión con la ouija. Este episodio poco conocido es importante mantenerlo en mente, porque podría explicar las incongruencias que vamos a exponer a continuación. Asimismo, y como señala Manuel Carballal, este caso es un buen ejemplo de cómo hasta un agente del orden, una persona que, en principio, debería ser objetiva por su oficio, puede sugestionarse ante casos para los que no ha sido entrenado. Es interesante, por tanto, la posibilidad de que la patrulla del inspector Negri también estuviese sugestionada y considerase algunos fenómenos como extraños (recordemos que algunos policías abandonaron la vivienda por el miedo que les produjo el episodio del armarito del salón).

En general, la intervención policial está relativamente clara gracias al parte de incidencias que se gestó. No obstante, en entrevistas posteriores los testigos añadieron nuevos detalles importantes que, sospechosamente, o no aparecen en el parte o contradicen lo expuesto en el mismo. Por ejemplo, Máximo aseguraba para el programa Misterios en la intimidad que un sacerdote acompañó a la patrulla, algo extraño y singular que debería haber sido expuesto en el parte, aunque en una entrevista posterior recordaba que fueron realmente cuatro policías, entre ellos un psicólogo. Uno de sus hijos, Maximiliano, también manifestó que un psicólogo formaba parte del equipo de policías. En cambio, José Pedro Negri aseguraba en una entrevista con Iker Jiménez que el contingente estuvo formado por él y otros cuatro policías más, aunque en un programa de Al Otro Lado, presentado por Carmen Porter, fijaba la cifra en 6 agentes, incluyéndose él mismo, de los que cuatro habrían abandonado la casa por miedo o porque no existía ningún delito que investigar.

Una de las versiones más generalizadas defendía que toda la familia estuvo esperando la llegada de la Policía pasando frío en la calle (esta variante es defendida por el inspector Negri y por un policía anónimo del que hablaremos posteriormente), pero Marianela discrepaba al respecto en una entrevista. Según sus recuerdos, solo bajaron algunos miembros de su familia, aunque no todos. Esto tendría también sentido, ya que en 1992 tanto ella como algunos de sus hermanos tenían edades muy escasas (12 años o menos, de hecho, el miembro más joven de la familia, José Luis, tenía 1 año), por lo que no habría sido demasiado seguro para su salud estar expuestos al frío de noviembre. Asimismo, en el parte se relata (y también lo reafirma el inspector) que la familia mostró una serie de recortes periodísticos en los que se informaba sobre la intervención de varios “parapsicólogos” en la casa de Vallecas. Sin embargo, Marianela aseguraba en la citada entrevista que esto no ocurrió.

Por otro lado, Concepción y Máximo han destacado en varias ocasiones cómo un policía sacó su arma reglamentaria para apuntar al armarito del salón una vez que se abrieron y cerraron las puertas del mueble. Un hecho tan significativo debería haber aparecido en el parte policial, pero no fue así. Podríamos atribuir este tipo de equivocaciones a la angustia y al estrés que estaba socavando a la familia desde hace mucho tiempo por lo que sucedía en su hogar. Sería lógico que estas circunstancias y el paso del tiempo hayan influido en sus recuerdos y su memoria. Además, es curioso que estas versiones coincidan en parte con lo que sucedió durante la primera intervención policial en la casa de Vallecas, cuando el novio de Estefanía perdió el control tras jugar a la ouija. Efectivamente, en esa ocasión un sacerdote visitó a la familia y, aunque ningún policía sacó su arma, sí es cierto en cambio que uno de ellos mencionó que iba a utilizarla si la situación se volvía más violenta. Por tanto, pudieron haberse entremezclado ambos acontecimientos.

El famoso episodio del arañazo en el póster de la habitación de Estefanía también sufre de inexactitudes. Aunque en varias entrevistas protagonizadas por el inspector se asegure taxativamente que los arañazos generados por tres garras se produjeron aquella misma noche en un abrir y cerrar de ojos (marcas que atravesaron el papel y dejaron una señal en la puerta donde estaba colgado), lo cierto es que existe un testimonio anterior procedente de Concepción durante una entrevista realizada por Germán de Argumosa pocos días antes de la llegada de la Policía. Según esta evidencia, el fenómeno se había producido antes de lo que siempre se ha dicho, por tanto. De hecho, Concepción describe las marcas del póster y de la puerta exactamente igual a como lo hizo el parte policial días después. Aun así, otra prueba de lo dicho sería el propio parte policial, en cuya primera página se advierte como Máximo ya había alertado por teléfono al jefe de sala de la comisaría de la presencia de los arañazos en el póster. Por el contrario, en la segunda página se sugiere lo contrario, que los arañazos se producen con la Policía ya presente en la casa… Investigando las diferentes fuentes se puede ver un cambio de perspectiva del inspector Negri respecto a lo que vivió. En las primeras entrevistas que concedió, es palpable su escepticismo, le resta importancia a sus experiencias y lo inexplicable no lo es tanto. Esta perspectiva se suaviza y, con el paso del tiempo, se manifiesta una visión más creyente e impresionable en José Pedro Negri. ¿Quizás porque mientras estuvo de servicio se guardó para sí sus vivencias por compromiso profesional y aprovechó la jubilación para expresar lo que realmente vio y sintió? Que sea el lector quien juzgue.

Tampoco está claro el número de personas que estuvieron en la casa aquella noche y su recorrido por la misma. Según Marianela, a la casa subieron Concepción, Máximo y uno de sus hermanos (presuntamente Ricardo) escoltados por tres policías. El resto de la familia esperó en el rellano del portal junto a un agente. Por tanto, retornamos a la contradicción del número de policías que acudió la noche del 19 de noviembre, siendo, de nuevo, cuatro. Por el contrario, Maximiliano aseguraba para Dimensión Límite en 2012 que él también presenció algunos de los acontecimientos durante la inspección de los policías. Otra contradicción, y además significativa, respecto al parte policial la aportó Máximo Gutiérrez, quien aseveró que Negri no fue testigo de la apertura de las puertas del mueble del comedor, porque estaba con él en otra habitación…

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Según relataron dos policías al investigador Manuel Carballal, antes de la intervención de José Negri, ellos vivieron la supuesta posesión del novio de Estefanía tras haber jugado a la ouija. Apostolado Eucarístico

Más recientemente se ha conseguido recuperar un nuevo testimonio sobre lo que presuntamente sucedió aquella noche del 19 de noviembre de 1992. La información procedería de uno de los policías que visitó la vivienda de Luis Marín junto con Pedro Negri. Lo interesante es que muchos detalles contradicen la versión del inspector (de quien hay que resaltar que siempre ha defendido vehementemente que lo que todo lo que vivió aquella noche y lo que aparece reseñado en el parte es verdad). Según este policía anónimo, todo lo que ocurrió se puede explicar de forma convencional. Él relata que, cuando llegaron al número 8 de Luis Marín, efectivamente se encontraron con la familia en la desapacible noche. Mientras subían hacia la casa, uno de ellos comentó que

“el fantasma de la capa roja les estaba haciendo la vida imposible”.

Esta entidad era identificada con el demonio Crápula, de quien ya hemos hablado. El policía también recuerda el intenso estado de terror en el que vivía la familia, hasta el punto de que habían trasladado los colchones al comedor y dormían todos juntos (este es un detalle que se ha reseñado siempre pero al que Negri no hizo referencia en el parte policial). Recuerda también que tuvieron que apagar las luces para ser testigos de las manifestaciones del tal Crápula, pero que él no vio en ningún momento las puertas del armarito abrirse solas. También niega taxativamente que algún compañero apuntase con su arma al mueble (al igual que Negri). Posteriormente, durante las indagaciones por la casa ocurrió el episodio de la “cacerolada” de la terraza, algo que él si escuchó. El policía asegura asimismo que vio una de las habitaciones repleta de trastos, tornillos y tuercas, y que preguntó a Máximo si no temían que el ente emplease aquellos objetos para herir a la familia, a lo que Máximo respondió, siempre según la versión de este policía, que en aquella habitación el demonio no se manifestaba.

Parece que aquella noche fue objetivo de jactancia y burla en comisaría. Incluso, algunos individuos fardaban de arrojo y valentía ante sus compañeros inventándose que habían estado en la casa vallecana.

Las investigaciones posteriores al caso Vallecas

Podemos delimitar el caso Vallecas hasta la noche de la segunda intervención policial. No obstante, esto no quiere decir que los fenómenos terminasen aquel día. A partir de entonces y con el paso del tiempo el poltergeist fue remitiendo hasta convertirse en algo anecdótico. Aproximadamente hacia 1996 parecía ser casi inexistente, o al menos la familia se había adaptado e integrado el poltergeist en sus vidas, como se puede extrapolar de la entrevista realizada en el programa Misterios en la intimidad.

Durante este periodo, y gracias al circo montado por Tristanbraker y tantos otros, el caso Vallecas fue llamando la atención de los investigadores más serios, como Fernando Jiménez del Oso. También se acercaron a echar un ojo varios equipos de investigación paranormal, como el Grupo Hepta, encabezado por el padre José María Pilón, o un pequeño colectivo procedente de la Sociedad Española de Parapsicología, encabezado por el psiquiatra Manuel Berrocal. Las diferencias entre estas nuevas incursiones y las primeras están claras. En este último caso, el interés económico estaba ausente y existía un mayor grado de escepticismo y racionalismo. Para ilustrar esto, podemos poner por caso al equipo de Manuel Berrocal, que estuvieron en dos ocasiones en la casa por encargo de un programa de Antena 3 para, obviamente, ofrecer un espectáculo a sus televidentes aprovechando las circunstancias. En ninguna de las dos ocasiones, Berrocal y su equipo consiguieron material paranormal, así que fueron amonestados por la dirección del programa. De hecho, muchos de estos investigadores jamás vieron nada extraño en la casa. Incluso, el padre Pilón mostró desinterés por el caso Vallecas, alegado que no sucedía nada paranormal. Al contrario que Tristanbraker y tantos otros, ellos visitaron a la familia para intentar apaciguar la situación y hacer más llevadera su vida. No es extraño, por tanto, que algunos de ellos sean recordados con cariño por los Gutiérrez Lázaro. Por el contrario, otros investigadores si vivieron algunas experiencias insólitas en la casa, aunque no demasiado significativas. Es el caso de los periodistas Iker Jiménez y Lorenzo Fernández Bueno quienes, junto a su productora, visitaron la casa en 1996. Sintieron vértigos y sensaciones negativas cuando entraron en el cuarto de baño y las cámaras, que estaban perfectamente cargadas, agotaban su batería instantáneamente al pasar por determinadas habitaciones.

Fueron pocos los investigadores que realizaron alguna prueba para constatar la existencia de lo extraño en aquella casa durante el periodo más crítico para la familia y, curiosamente, o bien muchos de ellos se mostraban prudentes o bien escépticos aunque creyesen en la realidad de los fenómenos paranormales. Podemos destacar, por ejemplo, las psicofonías de Germán de Argumosa. Se podría decir que el interés por el caso Vallecas apareció años después de la intervención policial, cuando los fenómenos habían mermado significativamente, lo que conllevó la visita de un mayor número de equipos de investigación.

Parece que los fenómenos cesaron en torno a octubre de 1996. Se han divulgado varias falacias a este respecto, según las cuales Concepción exhumó el cuerpo de su hija adrede con el objetivo de cumplir sus deseos colocando una foto de Estefanía con su padre en el féretro. Sin embargo, la familia ya ha tildado esta idea de fraude repetidas veces. Cierto es que tuvieron que sacar a Estefanía momentáneamente de su tumba, pero solamente porque tenían que extraer el cuerpo de otro familiar que se hallaba debajo. Aprovechando aquello, pusieron una fotografía en la tumba. Posteriormente, la familia se mudó y ni ellos ni los nuevos inquilinos de Luis Marín han experimentado nada anómalo.

El 9 de noviembre de ese mismo año, un equipo de investigadores visitó la vivienda de Concepción y Máximo. Su objetivo era encontrar el origen del poltergeist. Con ese objetivo en mente, varios miembros del ya extinto grupo F.E.D.I.N.E (Luis M. Rivero, parapsicólogo, hipnólogo y estomatólogo, Enrique Sánchez, parapsicólogo, Mónica N-C, grafóloga, y Carlos I. G., psicólogo y estomatólogo) realizaron una serie de pruebas psicológicas y parapsicológicas centradas en Concepción (lo cual, por otro lado, ha alimentado las críticas hacia este estudio, considerándose sesgado por no tener en cuenta al resto de miembros de la familia en los test). Ciertamente, las conclusiones de estos test no dejan en buen lugar a Concepción, ya que es descrita como una persona tendente a la introversión, neurótica, necesitada de llamar la atención, megalómana, inmadura, agresiva, desequilibrada emocionalmente, imaginativa, etc., todo ello derivado de la situación de constante estrés y ansiedad que vivió desde que su hija fue “poseída”. Estos rasgos psicológicos hacen suponer que los testimonios de Concepción no serían de fiar. Pero ¿qué sucede con el resto de miembros de la familia? Según el informe, podrían estar sugestionados por Concepción y, en consecuencia, verían y creerían lo mismo que ella. En conclusión, lejos de ser una entidad inmaterial, el auténtico origen del poltergeist de Vallecas habría sido, en primer lugar, la propia Estefanía, quien

 “[…] podría haberse impregnado psíquicamente con la carga energética creada en torno al juego y una vez en su contexto familiar, experimentar un desbordamiento de la potencialidad psi (psicorragia) […].”

Aquella situación dejó una impronta en la casa de la que fue receptora Concepción, quien presumiblemente se convertiría en la continuadora de los fenómenos al cumplir los requerimientos necesarios para ello (desórdenes psicológicos y emocionales significativos). Asimismo, los resultados de los experimentos parapsicológicos no aportaron evidencia empírica de la presencia de algo anómalo. Estos resultados sirvieron a los más escépticos para forjarse la convicción irrefutable de que el caso Vallecas fue un completo fraude, cuya autora material habría sido Concepción Lázaro. Sin embargo, el informe no parece llegar a las mismas conclusiones. Realmente este análisis atribuye el origen del poltergeist a las psicorragias manifestadas por Estefanía y, posteriormente, por su madre, y dado que una psicorragia consiste en la liberación psíquica de una bioenergía acumulada en el organismo durante una situación intensamente angustiosa que afecta a los objetos circundantes, está claro que el origen de los fenómenos paranormales, siempre según este informe, es parapsicológico y, por tanto, misterioso. Otro punto que vale la pena destacar es la explicación que se da a la merma de los fenómenos anómalos. Según las conclusiones del informe del grupo F.E.D.I.N.E, el cumplimiento de la promesa de Concepción para con su hija (recordemos que poco antes de fallecer, Estefanía solicitó a su madre que dispusiera una fotografía en su sepelio en la que apareciese ella con su padre) acabó con las psicorragias, quizás porque Concepción se quedó tranquila al ver la última voluntad de su hija cumplida.

Aunque este caso esté lleno de confusiones y versiones contradictorias, no significa que se pueda establecer con toda probabilidad que se trató de un fraude. Posiblemente, el paso del tiempo terminó alterando los recuerdos de los testigos y entremezclando los acontecimientos de todos esos años. Quizás el punto débil de este caso es que no se dispone de evidencias empíricas, todo son testimonios. Si bien es cierto que no es de extrañar, pues las investigaciones fueron más bien pocas. Para algunos es suficiente la colección de psicofonías que se obtuvieron durante aquellos años, pero para los más escépticos, quienes incluso dudan de la realidad de las psicofonías, esto solamente no sirve. Sin embargo, es injusto restar valor a los testimonios, y más cuando en ocasiones esos testimonios coinciden entre sí aunque procedan de diferentes fuentes. Obviamente, los testimonios no son evidencias concluyentes, pero siempre sirven como indicios para iniciar y dirigir una investigación y para contrastar los datos que se obtienen.

Por otro lado, el caso Vallecas ha vuelto a saltar a la palestra de los medios de comunicación hace muy pocos meses debido a las tajantes declaraciones que dieron Ricardo y Maximiliano, hermanos de Estefanía. Unas declaraciones que no han hecho sino agregar más leña al fuego. Unas declaraciones que para muchos ha servido para poner punto y final al caso Vallecas…

“Para mí no hay caso”

El 23 de septiembre de 2018 el diario El Mundo publicó una interesante entrevista realizada por el periodista David Cuevas a Ricardo (quien por primera vez habló sobre el caso Vallecas) y Maximiliano en la que ambos se retractan y niegan la naturaleza paranormal de lo sucedido en torno a su hermana. Esta publicación ha provocado una división y encendidos debates entre los investigadores del caso Vallecas: por un lado están los que etiquetan la entrevista de fraude y de circo y, por otro, los que opinan que en ella se halla la verdad definitiva sobre el caso Vallecas. El objetivo de los hermanos es limpiar la imagen de su hermana Estefanía y de su familia a raíz de las declaraciones que una de sus hermanas, Marianela, hizo en el programa Cuarto Milenio unos días antes. Verdaderamente, la imagen de su hermana Estefanía ha sido manchada por multitud de falacias que se han vertido a lo largo de todos estos años. Sin embargo, el motivo por el que hasta ahora no se han desdicho es por respeto a su querido padre, fallecido recientemente. Esto, sumado a las ya mencionadas declaraciones, parece que acabó con la paciencia de los hermanos y buscaron hacer justicia. Aunque a continuación colgaremos el enlace de la entrevista, queremos reseñar lo que, a nuestro juicio, consideramos los puntos más importantes. Según Ricardo y Maximiliano:

  • Estefanía no era ninguna chica rara y tampoco era aficionada a la ouija u otras prácticas espíritas.

  • Los ataques epilépticos de Estefanía no respondían a ninguna posesión diabólica y se podían encontrar signos convulsivos típicos, sin nada extraño de por medio. Posiblemente lo heredó de su madre Concepción, quien también los padecía y contra los que se medicaba.

  • La ouija no fue la desencadenante del malestar de Estefanía, ya que pasa un periodo de tiempo relativamente largo entre ambos sucesos.

  • Estefanía no levitó nunca ni padeció xenoglosia.

  • Fue una chica afable y alegre, con un desarrollado instinto maternal, cuidaba con entusiasmo a sus hermanos y fue muy querida.

  • Es impropio hablar de fenómenos paranormales. Todo lo que sucedió fue psicológico. Su madre estaba obsesionada con que algo inexplicable sucedía en torno a Estefanía y terminó sugestionando al resto de la familia. El paso de varios pseudo-investigadores como Tristanbraker ayudó a fijar la versión paranormal en el seno familiar. Afortunadamente, los sabios consejos de Fernando Jiménez del Oso y otros ayudaron a que la situación desapareciese.

  • Los policías que visitaron la vivienda el 19 de noviembre de 1992 estuvieron sugestionados desde el momento en que se encontraron con la familia en el portal. Todo lo extraño que supuestamente ocurrió aquella jornada y que quedó plasmado en el parte policial tendría explicación racional. Por ejemplo, nadie vio cómo se descolgó el Cristo de la pared de una de las habitaciones ni cómo aparecieron los arañazos en el póster. Por el contrario, puede suponerse que el viento del exterior provocó que una puerta se cerrase violentamente y que causase la caída del crucifijo, mientras que los presuntos arañazos se deberían al desgaste del póster. La baba marrón que apareció en el mantel de la mesita del salón sería realmente de un potito que se había comido José Luis, el más pequeño de los hermanos. El episodio de la puerta del armarito del salón también tendría su explicación racional. En el mueble se almacenaban unos ficheros que contenían álbumes de fotografías y que en ocasiones se caían, provocando la apertura de las puertas. Lo que vio el inspector Negri pudo deberse a la caída de uno de estos ficheros. Parece que poco antes del suceso, la familia extrajo una serie de recortes periodísticos del mueble para mostrárselos a los policías. Puede que en ese momento se dejasen la puerta entreabierta.

  • El golpe en la terraza que tanto policías como la familia escucharon durante las indagaciones de las autoridades fue provocado. Esta es la revelación más impactante de toda la entrevista. El artífice del golpe habría sido Ricardo, quien desde un balcón contiguo habría lanzado a escondidas una piedra a la terraza que, al golpear con una despensa de hierro, provocó la algarabía. El cerebro pensante fue, sin embargo, su madre Concepción, quien buscaba impresionar a los policías. Ni siquiera su marido supo del plan.

  • Concepción obligó a mentir conscientemente a sus hijos y a sobredimensionar lo que sucedía en su casa. El miedo que sintieron en aquella época, más que por los fenómenos en sí, fue por las represalias que tomaría Concepción en caso de que no dijesen lo que ella quería. De esta forma, se corrobora el perfil psicológico que el grupo F.E.D.I.N.E estableció en su informe sobre Concepción.

  • Máximo, su padre, siempre fue muy escéptico, pero acabó siendo convencido por su esposa.

  • Concepción fue el origen del caso Vallecas.

Ciertamente no es extraño que estas palabras hayan salido de sus bocas, pues estos dos miembros de la familia siempre han sido los más descreídos. A partir de sus declaraciones, han recibido numerosas críticas referentes al cobro de alguna ganancia por la entrevista. Sin embargo, ya en el principio de la entrevista aseguran no haber recibido ningún beneficio económico. Como ya hemos mencionado, su objetivo era contar su propia verdad.

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Ricardo Gutiérrez Lázaro mostrando una fotografía de su hermana Estefanía. Sentado frente a él está su hermano Maximiliano. Ambos han incendiado las redes con sus polémicas declaraciones. El Mundo

Como hemos mencionado, estas impactantes declaraciones han servido para asentar la opinión de los descreídos y para encender a los fieles del caso Vallecas, generando fuertes discusiones principalmente en las redes sociales. Para los escépticos, por tanto, ya está todo dicho. El caso Vallecas fue un fraude perpetrado por Concepción. No obstante, para los que se resisten a darle credibilidad a estas declaraciones existen una serie de incongruencias en los testimonios de los hermanos, incoherencias que no pueden ser explicadas simplemente porque pretendían respetar la figura de Máximo Gutiérrez.

Por ejemplo, aunque Estefanía no fuese aficionada a la ouija, como mínimo la practicó en dos ocasiones: aquella vez en su colegio y meses después en su propia casa, causando una primera intervención policial. Asimismo, los entrevistados intentan dar una explicación racional a los ataques epilépticos de su hermana, achacándolos a una enfermedad hereditaria que ya padecía su madre. No obstante, en una entrevista anterior para el programa Dimensión Límite, dirigido por el autor mismo de la entrevista de El Mundo, Maximiliano consideraba que la enfermedad de su hermana era un misterio, puesto que su madre no mostraba los mismos síntomas que Estefanía durante sus ataques. Por supuesto, es mera casualidad que Estefanía comenzase a tener ataques epilépticos tiempo después de jugar a la ouija.

Afirman, por otro lado, que Estefanía jamás levitó, pero tampoco pueden corroborarlo certeramente, ya que la única testigo de su presunta levitación fue Marianela. Existiría otra contradicción en considerar que todo lo que sucedió en su casa durante aquellos años fue simplemente una ilusión alimentada por las convicciones de Concepción, pues en el citado programa Dimensión Límite, también Maximiliano confirmaba haber presenciado lo que a su juicio fueron fenómenos inexplicables, como el episodio de la pelota que se dirigía botando sola hacia la asustada familia después de las apariciones que vivieron Marianela y Querubina en su habitación. También fue testigo de cómo sus caniches salían volando por los aires o de cómo, un día, un vaso salió disparado en dirección al rostro de uno de sus hermanos y explotó delante de sus narices. Tampoco mencionó en ningún momento que los arañazos que surgieron en el póster fuesen algo normal. De hecho, sobre esta última cuestión rebate al psiquiatra Manuel Berrocal, quien especuló con la posibilidad de que los arañazos los hubiesen causado las mascotas de la familia, aunque las marcas no se correspondiesen con el tamaño de las patas de los perros. El mismo Maximiliano consideraba extraña la quemadura de la fotografía de su hermana dentro del marco, aunque nadie la vio producirse. A este respecto, parece que es el episodio que más perplejidad le causaba.

Para determinado colectivo de opinión, los argumentos que esgrimen los hermanos en la entrevista de El Mundo son vagos y débiles. Cuando aportan determinadas explicaciones no lo hacen de forma convencida, son más bien especulaciones. A la hora de racionalizar lo sucedido la noche del 19 de noviembre de 1992, lo cual fue también evidenciado presuntamente por la Policía, aparecen varias contradicciones. Poniendo por caso el episodio de los crucifijos, Maximiliano aseguró para Dimensión Límite que aquella noche todos los crucifijos se descolgaron de las paredes y que, en una ocasión, él vio con sus propios ojos cómo un crucifijo se invirtió de manera inexplicable. En el mismo programa aseguraba que, aunque él no lo había visto, en cambio uno de los agentes sí fue testigo de cómo aparecía la baba marrón en el mantel. Además, si la causa de la misma fuese un potito derramado, los agentes de la policía lo habrían deducido sin demasiado esfuerzo. En cuanto a la algarabía que se produjo en la terraza, y que según estas declaraciones habría sido desencadenado por el mismo Ricardo, para José Pedro Negri está claro: es imposible que Ricardo pudiese actuar de aquella manera y no fuese visto por nadie, pues según recuerda, uno de los policías estuvo con el joven durante el suceso (cierto es también que, en ocasiones, Negri se contradice y sugiere que tanto él como el policía que permanecieron en la casa estaban juntos en la habitación de Estefanía acompañando únicamente a Máximo, por lo que Ricardo podría haber tenido la oportunidad de tirar una piedra, aunque si tenemos en cuenta una de las versiones de Máximo, según la cual estuvieron presentes más de dos policías y algunos de ellos se encontraban en el salón con el resto de la familia, sería pues improbable la actuación de Ricardo). El razonamiento en relación a la apertura brusca de la puerta del armarito del comedor carecería también de lógica, porque el inspector Negri se levantó a inspeccionar el mueble para intentar descubrir la existencia de algún mecanismo oculto. Obviamente, si hubiese visto que la causa del fenómeno fuese la caída de un archivador, se habría abstenido de realizar cualquier inspección (aunque, ciertamente, para Negri aquel suceso tampoco le pareció demasiado anómalo, como ha declarado en varias ocasiones). Además, en el parte policial comunicado por Negri a la central se asegura que la puerta del armario estaba perfectamente cerrada. Por último, Maximiliano concluyó con seguridad en la entrevista para Dimensión Límite que algo hubo y que las pruebas existían.

Estas son en resumen las críticas del colectivo de investigadores que continúan siendo fieles a los misterios del caso Vallecas. También podemos destacar las declaraciones de Marianela Gutiérrez Lázaro y de José Pedro Negri en un programa de Cuarto Milenio que se emitió por televisión pocos días antes de la entrevista. Ambos aseguraban ante las cámaras haber experimentado sensaciones y fenómenos sin explicación. Y no sólo ellos, Querubina también reconoce que no puede explicar todo lo que sucedió. O José Luis, otro de los hermanos, quien por aquel entonces vio una especie de humareda con la forma de su hermana Estefanía asomándose por fuera de una ventana. Cuando le describió a su madre como iba vestida, esta no podía creerlo, pues su hijo la había visto con los atuendos del día en que iba amortajada, cuando él en ningún momento la pudo haber visto de esa guisa (si bien es cierto que hay que ser cuidadosos con este testimonio, pues en 1992 José Luis contaba con tan solo un año de edad). Esto fue relatado también por Maximiliano. Por tanto, las declaraciones de Maximiliano y Ricardo serían meramente una retractación incomprensible y sus propias opiniones personales, que lejos están de dar carpetazo al caso Vallecas, siempre según ciertos criterios.

Como ya veníamos avisando desde un principio, es complejo concluir algo respecto al caso Vallecas. La enorme cantidad de contradicciones y datos contrapuestos no lo facilitan. Muchas de las versiones que se han dado son probables, incluyendo las recientes declaraciones de Maximiliano y Ricardo. A día de hoy solo tenemos testimonios enfrentados y una carencia de evidencias físicas y contrastables y, por ende, la imposibilidad de poner punto y final a esta historia. Ahora, por supuesto, es el turno del lector de sacar sus propias conclusiones a raíz de todo lo expuesto y cuestionar los datos existentes hasta ahora.

El expediente Vallecas ha sido uno de los casos de misterio más intoxicados. La gran cantidad de mentiras y versiones que se han derramado y el infalible paso del tiempo han hecho que el caso Vallecas sea borroso y no sea sencillo encontrar una explicación o establecer con seguridad ciertos puntos. Sin embargo, lo más penoso no es que se hayan vertido mentiras sobre el mismo, sino que las falacias han afectado a la propia familia. Se ha dicho de todo: que Máximo maltrataba a su mujer, que el padre de Concepción era una persona malvada, cuando realmente padecía demencia y todo lo que pudo haber dicho fue bajo la influencia de su enfermedad, que Estefanía era una chica siniestra y extravagante, que la familia cobraba pingües beneficios por conceder entrevistas… Por el contrario, en una cosa sí coinciden los miembros que aun viven: que su familia estuvo siempre unida y apoyándose mutuamente. Que fueron personas completamente normales, cuyas vidas se vieron trastocadas por una acumulación de tragedias: la muerte de Estefanía y la pesadilla subsiguiente (ya fuese paranormal o no). Que, a pesar de todo ello, renacieron más fuertes y curtidos que nunca, y que han conseguido asentarse y seguir adelante. Sirvan este par de artículos para hacerles justicia.

Noticias de última hora

Recientemente han salido a la luz nuevos datos sobre el polémico caso Vallecas. Informaciones que hacen referencia tanto a los protagonistas como a los acontecimientos que en su momento enmarcaron el famoso caso paranormal. Nuestro objetivo es siempre informar y divulgar de la forma más ajustada a la realidad posible y ello conlleva de vez en cuando actualizar nuestros artículos. Por cortesía de los investigadores David Cuevas y Juan José Sánchez-Oro, extractamos y exponemos los resultados de su ardua y fascinante investigación. Estas informaciones servirán a algunos para concretar sus conclusiones, para otros quizás no. Nosotros nos limitamos a mostrar estos nuevos datos para que cada cual juzgue como mejor considere.

En primer lugar, es importante destacar una serie de datos que ayudan a contextualizar mejor el caso Vallecas. Hasta ahora no sabíamos cómo llegó a oídos de la familia de Estefanía lo sucedido durante la sesión de ouija que llevaron a cabo en una de las aulas del Colegio Público Aragón de Vallecas. Según comenta Concepción Lázaro en algunas de las primeras entrevistas que se le realizaron (anteriores incluso a las que hemos mencionado a lo largo de estos artículos y dirigidas por un equipo de parapsicólogos en 1992), parece que los transmisores fueron los compañeros que participaron junto a Estefanía en aquella ouija. Fue cuando acudieron a manifestar su pésame a Concepción por la pérdida de Estefanía cuando le comunicaron los presuntos fenómenos paranormales que ocurrieron aquel día.

Gracias a estas primeras entrevistas recientemente sacadas a la luz por el programa radiofónico Dimensión Límite, sabemos que hubo una serie de fenómenos extraños que posteriormente no volvieron a ser mencionados por la familia. Por ejemplo, se menciona que Estefanía vio en varias ocasiones a la Virgen aparecerse como una suerte de teleplastia en la pared situada frente a su cama. Aquella figura esbozaba una leve sonrisa cuando Estefanía la miraba. Por supuesto, todo esto habría sucedido después del episodio de la ouija. Asimismo, y siempre según los testimonios aportados durante las mencionadas entrevistas, una fuerza zarandeaba la cuna del más pequeño de la familia, José Luis Gutiérrez Lázaro. Concepción también alegaba que en ocasiones su hija entraba en extraños estados de trance en los que parecía estar ausente y mediante los cuales conversaba con familiares fallecidos. Cuando recuperaba la consciencia, no recordaba nada de esas conversaciones.

Ya mencionamos en la primera parte que Concepción aseguró en varias ocasiones que su hija le hizo una extraña petición unos días antes de morir: deseaba que su familia paterna no tuviese constancia de su deceso. De hecho, deseaba que este sector familiar ni siquiera estuviese presente durante su sepelio. Parece que la relación entre ambas partes no era cordial. Las nuevas informaciones detallan además que Estefanía amenazó con hacer acto de presencia después de muerta mediante alguna señal si sus deseos eran desobedecidos.

Otra de las mayores polémicas que han sido resueltas gracias a las investigaciones de David Cuevas es si Estefanía padecía alguna enfermedad o no, concretamente si era epiléptica. En numerosas ocasiones, Concepción y su marido Máximo negaron este extremo, sin embargo, en las primeras entrevistas ya referenciadas Concepción confirmaba no sólo que Estefanía padecía epilepsia sino que un ataque epiléptico fue lo que realmente terminó con su vida. Pero podemos llegar aún más lejos. El presentador de Dimensión Límite ha tenido acceso al informe íntegro de más de 40 páginas de la autopsia de Estefanía, aquel que ha generado ríos de tinta por la parte en la que se tilda la muerte de Estefanía como “súbita y sospechosa”, algo que muchísimos autores han interpretado  como una evidencia de que la muerte de la joven vallecana resultaba inexplicable incluso para los forenses. Sin embargo, David Cuevas ha acudido a diversos expertos en la materia para obtener una interpretación profesional del informe. Así las cosas, los forenses y neurólogos consultados coinciden en lo mismo: que la muerte de Estefanía no tuvo nada que ver con lo paranormal. Recordemos que en el documento se manifestaba que la muerte súbita de Estefanía le habría sobrevenido por fallo cardíaco y asfixia pulmonar causada por un edema pulmonar. Por ello se etiquetó la muerte como sospechosa. El término “muerte sospechosa de criminalidad” procede de los ámbitos legal y médico y hace referencia a aquellos fallecimientos que, aunque existiendo la posibilidad de que se deban a causas naturales, existe en ellos algún signo que provoca sospechas. Evidentemente, las muertes súbitas de personas jóvenes entran dentro de esta categoría, porque no es lo normal. Como los forenses Pedro Cabeza y Gregorio Arroyo Arrieta no observaron ningún signo de que un agente externo haya causado el deceso (violencia provocada por otra persona o autoinfligida), solicitaron un estudio toxicológico. El mismo arroja datos muy interesantes. En el estómago y en la sangre de Estefanía se encontraron restos de carbamazepina, un fármaco conocido comercialmente como Tegretol que se empleaba fundamentalmente para el tratamiento de las crisis epilépticas, otro dato incongruente con los testimonios de los padres de Estefanía sobre el presunto perfecto estado de salud de su hija. Los niveles del fármaco en sangre no eran muy elevados, por lo que puede descartarse que una sobredosis fuese la causante de la muerte. Por lo tanto, los forenses pudieron finalmente concluir que la muerte se debía a causas naturales, aunque no existen suficientes datos para asegurar la causa de la parada cardíaca.

Aun así, los forenses que analizaron el informe dan varias pistas a seguir. Estefanía tenía un importante grado de obesidad que podría haber alterado el buen funcionamiento de su sistema endocrino y de su corazón. Si a esto le sumamos el cuadro neuroepiléptico que, claramente, continuó evolucionando a pesar de la medicación, se puede vislumbrar la etiología de la parada cardiorrespiratoria de Estefanía. Es importante reseñar que posiblemente los progenitores de Estefanía creyesen que su hija no tenía epilepsia porque los médicos a los que acudieron en varias ocasiones no pudieron dictaminar concluyentemente el cuadro patológico, aunque claramente vieron indicios del mismo, porque en caso contrario no le habrían recetado Tegretol. Además, hay que tener en cuenta que en la familia Gutiérrez Lázaro había antecedentes de epilepsia, concretamente en la persona de Concepción que, como ya dijimos, se medicaba contra la misma, por lo que existía una predisposición importante de padecer la enfermedad. Pudo haber asimismo un componente psicosomático que agravara los síntomas, por ejemplo, una situación de estrés dentro de la familia, algo en lo que incidiremos a continuación. Los ataques de epilepsia que Estefanía padecía regularmente habrían sido los detonantes de los fenómenos paranormales que presuntamente se manifestaron cuando aún estaba viva, como las visiones y los comportamientos violentos instantáneos entre otros. Podría ser, puesto que los ataques epilépticos en ocasiones cursan con visiones auditivas y visuales y con brotes psicóticos. Tenemos por tanto un caldo de cultivo (un cuadro patológico neuroepiléptico y una constitución física insana) que derivó en un final que, visto con nuevos ojos, resultaba incluso esperable.

Por si fuera poco, el equipo de Dimensión Límite logró contactar con uno de los autores de la autopsia de Estefanía, el forense Gregorio Arroyo Arrieta, quien de hecho fue el único autor de la autopsia, pues su colega Pedro Cabeza tan sólo se limitó a firmar el informe siguiendo un procedimiento judicial. Arrieta, que hasta ahora no había sido entrevistado por nadie sobre el caso Vallecas, confirmó lo que el resto de forenses: que no hubo nada extraño y que la muerte de Estefanía, una persona ya de por sí enferma, fue natural. Estas patologías habrían sido las causantes directas del nefasto final de Estefanía, mientras que el último ataque epiléptico habría actuado simplemente como catalizador.

La hipótesis de la epilepsia como desencadenante de la presunta fenomenología misteriosa ya fue propuesta muy poco después del fallecimiento de Estefanía por el investigador y escritor Javier Sierra en el número 36 de febrero de 1992 de la revista Más Allá de la Ciencia. Sierra reseñaba las evidencias que hay al respecto de la elevada propensión de padecer alucinaciones hipnagógicas por parte de los epilépticos, lo que podría haber causado las visiones y el resto de experiencias de Estefanía. Si a esto le añadimos las creencias de la familia, sobre todo las de Concepción, de las que luego hablaremos, y la situación estresante y angustiosa que se vivía en aquellos momentos en el hogar vallecano, era normal que cualquier cosa que ocurriese en la vivienda, ya fuese un ruido, la fundición de una bombilla, etc., se contextualizase en el marco de lo paranormal.

En el presente artículo hacíamos referencia a un episodio en el que intervino la Policía (en este caso la Municipal) antes de la famosa intervención de la Policía Nacional encabezada por José Pedro Negri que dio origen al famoso atestado que tanto ha dado de qué hablar. Decíamos que acudieron al hogar de los Gutiérrez Lázaro una pareja de agentes porque el novio de Estefanía por aquel entonces, Demetrio Camacho, estaba desatado después de haber participado en una sesión de ouija en la casa. Ahora conocemos nuevos detalles de aquel episodio. Parece que durante la “posesión”, Demetrio mordía con fiereza una serie de estampitas de santos. Para intentar devolverle en sí, Concepción le abofeteó repetidamente, pero nada le hacía efecto. En ese momento subían los dos agentes de la Policía Municipal para poner orden en la vivienda. A la vez, el párroco y vecino de los Gutiérrez Lázaro, el padre Carlos, que había acudido a la casa para “limpiarla” de las influencias diabólicas y que casi recibió un puntapié de Demetrio, bajaba por las escaleras hacia el portal con la cara descompuesta por la experiencia, según relató uno de los policías al investigador Manuel Carballal. Sin embargo, aquí tenemos una nueva incongruencia, porque gracias a la investigación de David Cuevas ahora sabemos que el padre Carlos habría acudido a la casa en otra fecha distinta. Sea como fuere, también sabemos cómo empezó todo aquello. Parece que Estefanía se sentía angustiada durante la sesión de ouija, así que su novio se ofreció como receptáculo del sufrimiento de Estefanía. Entonces perdió el conocimiento y comenzaron los fenómenos. Despertó más tarde en el hospital Gregorio Marañón desorientado y sin saber qué había ocurrido. Sí recordaba en cambio que habían sucedido cosas extrañas durante la ouija, como que la llama de una vela se elevó sola hacia el techo.

Otros presuntos fenómenos extraños de los que no teníamos constancia hasta ahora han sido relatados por el periodista César Cid, uno de los primeros en entrevistarse con la familia Gutiérrez Lázaro, al programa Dimensión Límite. Cid asegura que Concepción le contó que dos policías vieron cómo el cristal del marco de una fotografía de Estefanía se quebraba sólo sin causa aparente.

Otra afirmación recurrente sobre el caso Vallecas es que los fenómenos anómalos comenzaron o bien después de la primera sesión de ouija de Estefanía o bien tras su muerte. Es decir, la familia tenía una vida normal y sin sobresaltos hasta esos momentos. Sin embargo, ya mencionamos un episodio anterior a todo esto que vivieron en una casa anterior con una psicoimagen que surgió en un televisor. No fue el único. Según cuenta Concepción en unas entrevistas hasta ahora inéditas, ella era conocedora de un suceso extraño que le sucedió a su cuñada Pilar. Según informa, el mayor de sus sobrinos estaba poseído por un monje que le estaba consumiendo lentamente, o eso al menos le dijeron a su cuñada. Todo acabó cuando acudieron a una curandera. Por otro lado, la propia Concepción sufrió personalmente un suceso anómalo. Cuando estaba soltera, ocho días antes de casarse con Máximo, en la casa de su hermano vio cómo una figura negra aterradora se acercaba a ella lentamente. Era de noche y Concepción se encontraba acostada en el sillón del comedor. Le entró el pavor y comenzó a gritar. Su hermano acudió en su ayuda y cuando encendió la luz de la habitación, aquella sombra se esfumó. Esta información es importante, porque lo que nos dice es que Concepción ya arrastraba un bagaje y una serie de experiencias insólitas (al menos para ella) que influyeron en su sistema de creencias, lo cual, como veremos es fundamental.

Dicho todo esto, es menester centrarnos ahora en Concepción Lázaro, protagonista fundamental del caso Vallecas y, posiblemente, artífice del mismo. No nos adelantaremos por el momento, pero sí diremos que Concepción es quien, curiosamente, ha estado principalmente en contacto con los periodistas y los investigadores y quien ha relatado todo lo acontecido por la familia durante aquellos desagradables años. Es decir, Concepción ha sido la cronista fundamental del caso Vallecas, ella ha sido prácticamente quien lo ha construido. Ya lo mencionábamos cuando exponíamos los principales puntos de la entrevista que David Cuevas realizó a Maximiliano y a Ricardo Gutiérrez Lázaro, hermanos de Estefanía, y quienes dieron un giro de 360 grados al caso Vallecas con sus polémicas declaraciones. Pues bien, ha aparecido un nuevo personaje que corrobora hasta cierto punto el perfil psicológico que presentamos sobre Concepción, una persona relativamente autoritaria, con una personalidad muy fuerte y con ciertos desequilibrios emocionales. Esta persona es una antigua buena amiga de Estefanía, llamada Cuca. Según ha contado a David Cuevas, ambas eran muy cercanas y se llevaban estupendamente. Iban incluso a la misma clase, por lo que el testimonio de esta persona hay que tenerlo en consideración por su estrecha relación con Estefanía. Efectivamente, Estefanía era una persona muy buena, con un instinto maternal muy desarrollado y muy cariñosa y entregada, tal y como también refieren los miembros de su familia. Parece que sufría bullying en el colegio por su constitución física y su situación doméstica dejaba mucho qué desear. Cuca destaca el mal comportamiento de Concepción para con sus hijos, algo que pudo comprobar de primera mano, pues según dice pasaron mucho tiempo una en casa de la otra. Aseguraba que los ignoraba (¿quizás por eso Estefanía tuvo que hacer de madre?) y que era un tanto controladora y manipuladora, pues habría sido ella quien habría inculcado en sus hijos sus creencias y quien les habría hecho vivir rodeados de miedo y preocupación. Sugiere incluso que pudo haber maltrato físico. La situación en la casa de los Gutiérrez Lázaro era por tanto controvertida e inestable, lo cual pudo haber empeorado el diagnóstico de Estefanía (tal y como uno de los forenses consultados por David Cuevas ha sugerido). La entrevista a Cuca es interesante, porque niega incluso que Estefanía jugase a la ouija en el colegio, de hecho ella nunca le habría contado nada al respecto. Otra incongruencia más para la lista, porque incluso los hermanos de Estefanía confirman este episodio. Asimismo desestima el testimonio de Juan Chacón, el compañero de Estefanía que decía ser un amigo cercano y que participó en la sesión de ouija. Según Cuca, este personaje apenas tenía relación con ellas.

Vemos por tanto que algunas piezas sobre Concepción empiezan a encajar. El informe de F.E.D.I.N.E., el testimonio de Maximiliano y Ricardo y ahora el de Cuca coinciden en muchos puntos. Pero además, gracias a que David Cuevas ha publicado la entrevista completa a los hermanos de Estefanía, conocemos muchos más datos. Cabe destacar que Estefanía sufría episodios esporádicos de epilepsia de ausencia, por eso en ocasiones se quedaba paralizada y mirando a la nada. Su relación con su abuelo materno, cuyo espíritu según Tristanbraker acosaba a la familia, era negativa. También comentan cómo se produjo la llamada a la Policía Nacional aquella fría noche del 19 de noviembre de 1992. Todo empezó con el estado de alerta que se instaló en una de sus hermanas después de ver tras haberse desvelado por la noche cómo unos ositos de peluche de su habitación comenzaron a moverse solos. El pavor de esta persona acabó contagiando a toda la familia en un contexto ya de por sí retroalimentado. El lector quizás recuerde que se comentaba que Máximo Gutiérrez, que se encontraba en la calle con el resto de la familia por el miedo que tenían (escenario confirmado por Maximiliano y Ricardo), informó a la Policía mientras subían hacia la vivienda de la presencia de una entidad con capa roja, una especie de demonio al que llamaban Crápula. Según han confirmado los hermanos, quien hizo este comentario no fue Máximo, sino nuevamente Concepción, aunque recordemos que quien se inventó a este personaje fue Tristanbraker, quien seguramente acabó sugestionando a Concepción, ya de por sí susceptible a este tipo de creencias.

Para Maximiliano y Ricardo está claro, como ya reseñamos en este artículo. El caso Vallecas no fue tal y el artífice del mismo fue su madre, tanto de forma voluntaria como involuntaria. Esa es su verdad. Voluntaria porque en contadas ocasiones obligó a sus hijos a decir determinadas cosas para sobredimensionar el caso o bien les obligó a reproducir determinados fenómenos “anómalos”, como el famoso golpe de la terraza que escucharon los agentes de la Policía Nacional, e involuntaria porque Concepción también se vio sugestionada por las opiniones y los comentarios de los pseudoinvestigadores que abordaron su casa. Realmente, y tal y como señalan los hermanos, Concepción creía profundamente en los fenómenos paranormales y en las entidades diabólicas, algo que pudo derivar de las supuestas experiencias que vivió en el pasado. Sus creencias eran tan fuertes que terminó inculcándoselas a sus hijos e incluso a su marido, que siempre fue el más escéptico de la familia. Habría sido esta confluencia de poderosas sugestiones por tanto la generadora del escenario de miedo y susceptibilidad, el cual fue muy real, que se instaló en aquella casa durante tantos años y que alteró el bienestar familiar. Para Maximiliano y Ricardo los verdaderos pilares que mantenían la familia a flote fueron su padre y su hermana Estefanía. Curiosamente no mencionan a su madre, de la que dan a entender que hasta cierto punto era un poco conflictiva y autoritaria, porque si no decían lo que ella quería corrían el riesgo de ser castigados. Mencionan asimismo la difícil situación cotidiana que tenían en casa, aludiendo sibilinamente a que a veces se daban situaciones de “maltrato”, y no era precisamente el padre quien las provocaba.

Todos estos datos son realmente sugerentes. Como siempre, dejamos que el lector saque sus conclusiones personales. Para más información sobre este polémico caso, recomendamos visitar la primera parte que hicimos en este mismo blog y que está disponible en el siguiente enlace:

La ouija que desató la pesadilla. El expediente Vallecas (parte 1)

REFERENCIAS

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