¿Sabías que la nariz de Charles Darwin casi le impide realizar el viaje a bordo del HMS Beagle, que resultó determinante para elaborar su Teoría de la Evolución? Y todo porque su capitán, Robert FitzRoy, era un acólito de la Fisiognomía, una disciplina que sostiene que los rasgos y caracteres faciales son un reflejo de la personalidad del individuo. Parece que la poco disimulada nariz de Darwin delataba ausencia de intrepidez y determinación.
Afortunadamente, todo quedó en una anécdota cuando FitzRoy conoció en persona a su futuro tripulante… ¡La nariz de Darwin mentía!