Tal día como hoy, en un lejano 1947, ocurrió un punto de inflexión. El fenómeno de los Objetos Volantes No Identificados adquirió su eterna fama. Todas las películas, libros, series y demás elementos de la cultura popular inspirados en los OVNIs tienen su origen en aquel preciso instante.
El piloto Kenneth Arnold, de 32 años, sobrevolaba aquel día despejado el monte Rainier, en el Estado de Washington, buscando los restos de un avión de la Marina accidentado. No llegó a ver dicho avión, pero sí algo raro. Algo que en la lejanía reflejaba la luz del sol. Varias cosas en realidad. Una extraña flotilla formada por nueve objetos semicirculares, parecidos a una media luna.
Se movían en perfecta formación a unos 3000 Km de altura. Debían ser bastante grandes, porque Arnold los veía perfectamente desde 20-25 millas. Se deslizaban en el aire como “platillos saltando sobre el agua”, tal y como dijo el piloto. Una expresión que daría pie a la prensa para acuñar el inmortal término “platillo volante” tras malinterpretar sus palabras. Unos días después, el 4 de julio, el famoso estrellamiento de un presunto “platillo volante” en Roswell, Nuevo México, terminaría por afianzar la ufología en el inconsciente colectivo de todo el mundo.
Esto dio lugar a la conocida como Era Moderna de la ufología. Aún muchos creen que fue entonces cuando comenzó el fenómeno OVNI, pero no. Incluso ya en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) tanto pilotos Aliados como del Eje fueron testigos de estos fenómenos, aunque ellos los llamarían Foo Fighters. Lo cierto es que el fenómeno de los no identificados se pierde en la noche de los tiempos.