Descubriendo el ámbar gris, el perfume de los océanos

Quizás no seas consciente, pero mientras paseas por la playa podrías toparte inadvertidamente con una de las sustancias más valiosas del océano: el ámbar gris, también conocido como “oro flotante”. Se trata de una masa amorfa de tamaño variable y textura cerosa que recuerda al ámbar vegetal, con colores que pueden oscilar desde el negro hasta el blanco, pasando por tonalidades grises mate (de ahí su nombre) o marrón amarillento. Al acercarte notarás un extraño perfume, único en su tipo, con notas almizcladas y un toque acre. Este tesoro natural, exótico y muy raro de encontrar, es nada más y nada menos que un excremento de cachalote (Physeter macrocephalus).

La génesis del ámbar gris

Con frecuencia se relaciona el ámbar gris con vómito de cachalote. No obstante, lo más probable es que se trate de un coprolito. ¿Cómo se forma?

Antes de nada, es importante comprender la dieta del cachalote. Estos cetáceos dentados son depredadores consumados que cuentan entre sus presas favoritas a los cefalópodos, tales como los calamares y las sepias. Para cazarlos, los cachalotes se sumergen a grandes profundidades. Estos cefalópodos representan una fuente de nutrientes sumamente valiosa y los cachalotes pueden consumir cientos de ellos al día para satisfacer sus elevados requerimientos energéticos. Sin embargo, los cefalópodos poseen estructuras muy duras e indigestas, como sus mandíbulas, llamadas picos de loro.

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El ámbar gris sería el resultado de la digestión de los picos de los calamares y otros elementos difíciles de procesar en el tracto digestivo de los cachalotes. Gabriel Barathieu – Wikimedia Commons

Estas estructuras difíciles de digerir pasan a los estómagos junto con el resto del alimento ingerido. Sí, has leído bien, hablo de “estómagos” en plural porque estos cetáceos tienen cuatro estómagos o, mejor dicho, un estómago dividido en cuatro cámaras, como ocurre en los rumiantes. Al igual que otros animales, si los cachalotes no pueden digerir algo, normalmente lo vomitan. Sin embargo, en ocasiones puede suceder que, debido a los movimientos peristálticos del estómago, los picos de los calamares continúen su camino hacia el intestino. Este evento es el que desencadenaría en contadas ocasiones la formación del ámbar gris.

Durante su tránsito a través de las cámaras gástricas, los picos de loro experimentarán una degradación parcial resultante de los movimientos del estómago y la acción de los ácidos gástricos y la microbiota. Como resultado, se generará una masa amorfa de picos fragmentados y restos de alimento digerido lista para pasar a los intestinos.

Sin embargo, los problemas no terminan aquí. Esos afilados fragmentos de picos pueden provocar daños en las paredes intestinales. En respuesta, el organismo reacciona secretando bilis y grasa rica en colesterol para envolver la masa alimenticia, cementarla y amortiguar los daños causados por los picos de los calamares. Finalmente, el animal defecará los restos, que, al ser menos densos que el agua, terminarán flotando en la superficie. Cabe destacar que, si el ámbar gris se produce como respuesta a la ingesta de cefalópodos y sus picos, es posible que otros cetáceos que incluyan en su dieta calamares, como es el caso del cachalote pigmeo (Kogia breviceps) o el cachalote enano (Kogia sima), también puedan sintetizar el “oro flotante”.

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Fragmentos de ámbar gris. Ecomare – Wikimedia Commons

Esta es la hipótesis más plausible para explicar la síntesis de ámbar gris, respaldada por los hallazgos de este producto en los intestinos de cachalotes muertos. Por desgracia, nadie ha sido capaz todavía de observar este proceso en la naturaleza ni de replicarlo en laboratorio (por motivos obvios).

El ámbar gris puede mantenerse flotando a la deriva durante siglos e, incluso, hasta más de mil años, como pudo comprobar el equipo liderado por el investigador Steven John Rowland, del Centro de Investigación Biogeoquímica de la Universidad de Plymouth, a partir de algunos restos de ámbar gris recolectados en distintas playas. Durante este tiempo, el ámbar gris sufrirá las inclemencias de la fotodegradación y la oxidación, que le confieren su característico aspecto ceroso y su coloración final. Ya solo es cuestión de tiempo que las corrientes marinas lleven el ámbar gris a prácticamente cualquier costa del mundo, ya que los cachalotes son animales cosmopolitas. Aun con todo, se cree que solo uno de cada cien cachalotes produce ámbar gris, por lo que no es tan fácil encontrárselo así como así.

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Fragmentos de ámbar gris grisáceos y blanquecinos. Peter Kaminski – Wikimedia Commons

Múltiples usos a lo largo de la historia

Debido a su rareza y sus singulares propiedades, el ámbar gris ha sido un producto altamente codiciado a lo largo de la historia por distintas culturas y al que se la ha dado multitud de usos y aplicaciones. En la antigua China, por ejemplo, se le conocía como “fragancia de baba de dragón” y se utilizaba para aromatizar el vino de la nobleza imperial. Los árabes lo empleaban como incienso, mientras que durante el Renacimiento se dejaba secar y se pulía para transformarlo en una suerte de piedra preciosa. También ha sido utilizado con propósitos medicinales como afrodisiaco o para tratar enfermedades del corazón y del cerebro, gota, parálisis, espasmos, etc.

Un uso muy peculiar es el que le han dado los monarcas británicos desde los tiempos de Carlos I de Inglaterra en el siglo XVII como parte del excéntrico ritual de coronación de los sucesores al trono. Se mezclaba con almizcle, aceites de naranja, rosas, canela, jazmín y otras sustancias aromáticas para elaborar un mejunje casi sagrado con el cual se ungía al nuevo monarca. Incluso la reina Isabel II también pasó por este ritual. Por el contrario, parece que en la ceremonia de coronación de Carlos III se optó por no utilizar ámbar gris ni otros productos derivados de animales para evitar controversias relacionadas con el maltrato animal.

Como resultado de su gran demanda y valor, el ámbar gris ha sido una mercancía sumamente preciada, habiendo protagonizado intercambios comerciales de grandes sumas de dinero. En tiempos más recientes, el ámbar gris se ha utilizado fundamentalmente para la elaboración de perfumes de lujo. Esto se debe a que los derivados de su componente principal, la ambreína, un alcohol terpenoide inodoro, tienen la capacidad de retardar la evaporación de los aceites esenciales, permitiendo que los aromas se mantengan en la piel durante más tiempo. De esta forma se logran perfumes con fragancias más intensas y duraderas.

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El ámbar gris ha sido un producto muy codiciado para la elaboración de perfumes de alta gama. British GQ

No obstante, como ya he destacado anteriormente, el ámbar gris es un producto extremadamente raro de encontrar, lo que limita su disponibilidad. Como alternativa, los perfumistas han recurrido al uso de compuestos sintéticos parecidos a la ambreína natural, siendo el más importante el ambrox.

Lamentablemente, la ambición por conseguir ámbar gris y otros productos derivados de los cachalotes ha llevado a la caza intensiva de estas criaturas durante los siglos XIX y XX, poniendo en serio peligro a sus poblaciones. Afortunadamente, la prohibición de la caza de ballenas en algunos países y regiones, así como la prohibición del comercio y recolección de ámbar gris en otros (como Estados Unidos, India y Australia), han brindado un respiro a los cachalotes.

A pesar de su escatológico origen, el ámbar gris nos conecta con las profundidades del océano y la multitud de intrincadas interacciones biológicas que ocurren en su matriz y que, a menudo, tan solo podemos llegar a imaginar. El aroma de este extraordinario “oro flotante” nos recuerda la vasta complejidad de la vida en los océanos y todo lo que todavía nos queda por descubrir.

REFERENCIAS

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