A Venus se le considera el planeta hermano de la Tierra. Sin embargo, desde su nacimiento han seguido distintas trayectorias que han desembocado en destinos muy diferentes.
La atmósfera actual de Venus está compuesta por un 96.5% de dióxido de carbono. Por ella viajan velozmente tóxicas nubes de dióxido de azufre.
Pero Venus no siempre ha sido tan poco acogedor. Se piensa que, hace miles de millones de años, su atmósfera era parecida a la nuestra. Durante unos 3000 millones de años pudo haber tenido agua y condiciones potenciales para la vida, antes incluso que nuestro planeta. Sería después de la Tierra el planeta del Sistema Solar que más tiempo ha conservado sus océanos.
Carece de campo magnético o lo tiene muy mermado a causa de su lenta rotación (tarda 243 días terrestres en dar una vuelta completa sobre su eje), de manera que su escudo protector frente al viento solar es inexistente. Así, durante eones el viento solar habría volatilizado el agua de Venus, expulsándola al espacio. Al no haber un medio en el que el CO2 y otros gases de las entrañas venusianas pudieran disolverse, se acumularon masivamente en la atmósfera, haciéndola densísima.
La espesa atmósfera produjo un efecto invernadero devastador. Se cree que la temperatura en la superficie puede alcanzar los 450ºC. Hasta las rocas resplandecen. La presión atmosférica también se hizo exagerada. En la superficie de Venus es parecida a la que ejerce el agua de la Tierra a 900 metros de profundidad. Es normal por tanto que sea tan complicado enviar una sonda a estudiar la superficie venusina. En pocos minutos quedan abrasadas y aplastadas.
Hasta hace poco, se pensaba que Venus estaba muerto, como nuestra Luna. Sin embargo, parece tener actividad tectónica, aunque muy rudimentaria, parecida a la de la Tierra en sus primeros momentos. Tiene una suerte de placas tectónicas diminutas o microplacas que se desplazarían gracias a las diferentes temperaturas que gobiernan las distintas capas del planeta. Es como si su tectónica de placas estuviera comenzando.
Junto con Mercurio, son los dos planetas del Sistema Solar que no tienen lunas.