La realidad supera con demasiada frecuencia a la ficción. No en vano, las películas, los libros y los videojuegos surgen de la misma imaginería humana que los crímenes más truculentos o las obras más bellas. Todo está hermanado. El artículo que exponemos a continuación es una muestra de la maldad extrema a la que puede llegar una persona. Este es uno de esos casos que llama la atención de los fabricantes de historias, un caldo de cultivo para la creación de historias de terror. Eso sí, no apto para coulrofóbicos. Os presentamos a John Wayne Gacy, un personaje que haría temblar al Pennywise de Stephen King
La comparación que hemos realizado en el párrafo anterior no es gratuita. Para poner en contexto al lector, daremos primero unas pinceladas sobre quién es Pennywise. Con los sobrenombres de “el payaso bailarín” o “It” (“Eso” en castellano) es, afortunadamente, un personaje de ficción. Su origen lo encontramos en la fructífera creatividad del prolífico Stephen King (1947-), best-seller mundial con decenas de novelas fantásticas, de ciencia ficción y de terror y cerca de doscientos relatos a sus espaldas, muchos de ellos adaptados al cine. Es un personaje que ya forma parte de la cultura popular internacional. Su primera aparición la hizo en la novela de terror IT (1986), posteriormente adaptada a la gran pantalla en dos ocasiones: primero en forma de miniserie producida por Mark Bacino y Matthew O’Connor (1990) y con Tim Curry en el papel de Pennywise y, más recientemente, en forma de largometraje dirigido por Andy Muschietti (2017) y con Bill Skarsgard en el papel del payaso.
No vamos a destripar el argumento principal de la obra, pero sí concretaremos que Pennywise no es solamente un payaso macabro y sádico. Pennywise es una criatura un tanto abstracta según la compleja cosmología que Stephen King ha ideado con grandes dosis de ingenio e imaginación. Es un ser arcano y ancestral, más antiguo incluso que el universo. Una especie de entidad divina, maligna y demoniaca. Aunque en la novela aparezca a menudo con forma de arlequín, realmente no posee una forma fija, y su aspecto original nunca ha sido visto. Llegó a la Tierra en algún momento de la prehistoria, y se estrelló en forma de meteorito en el pueblo de Derry, donde se estableció en una guarida subterránea. Desde que apareció el ser humano por la zona, y en periodos regulares de 27 años (el resto del tiempo se encuentra hibernando), provoca oleadas de violencia y sadismo, asesinando a todo aquel que se tope con él. Uno de sus rasgos definitorios es su habilidad para cambiar de forma. La percepción humana afecta su apariencia y termina adoptando formas relacionadas con los miedos más profundos de quienes lo ven, aprovechándose así de sus víctimas. Pennywise es, por tanto, el miedo y el mal personificados.
Pero, ¿es realmente Pennywise tan ficticio como pensamos? Obviamente, muchos de sus rasgos hacen pensar que así es. Sin embargo, la característica de Pennywise como embajador del terror y del mal no es exclusivo suyo. De hecho, esta característica trasciende con demasiada frecuencia las líneas de la ficción. Es posible, incluso, que para escribir IT, Stephen King se basase en la historia de un personaje real y demoniaco que vivió hasta no hace mucho tiempo.
John Wayne Gacy, alias Pogo el Payaso
John Wayne Gacy Jr., hijo de John Wayne Gacy Sr. y Marion Elaine Robinson, nació en Chicago el 17 de marzo de 1942. Fue el segundo de tres hijos. Tenía dos hermanas, Joanne, su hermana mayor, y Karen, la pequeña de la familia. Tuvo una infancia dura: su padre, un alcohólico maltratador, se metía con él por su obesidad y le agredía físicamente cuando llegaba borracho a casa. Aun así, John quería a su padre y buscaba constantemente su aprobación, apoyo y amor, elementos que nunca llegaría a encontrar. Unos elementos esenciales para que un niño se forme adecuadamente y consiga una estabilidad emocional y psicológica básica. Su padre falleció en 1969.
Gacy Jr. intentó graduarse infructuosamente. Acudió a cuatro escuelas secundarias, pero sus intentos no dieron resultado. Este pequeño escollo lo invitó a mudarse a Las Vegas en busca de trabajo. Allí trabajó de conserje en la funeraria Palm Mortuary. Parece que su oficio no le llenaba lo suficiente, así que cuando obtuvo los ahorros óptimos, dejó Las Vegas y su trabajo para marcharse de vuelta a Chicago. No obstante, no pasaría demasiado tiempo hasta que Gacy encontrase el ámbito donde sobresaldría. Y es que Gacy sintió la llamada del mundo de los negocios, matriculándose en el Northwestern Business College. En este aspecto, Gacy adquirió las aptitudes necesarias que harían de él un vendedor nato. Una labia y una capacidad de convencimiento notables hicieron que Gacy ascendiese rápidamente en el escalafón laboral. Cuando John se graduó, se mudó a Chicago para trabajar como aprendiz de administración en Nunn Bush Shoe Co. Como decimos, Gacy puso en práctica sus habilidades de venta y rápidamente sobresalió en su puesto, así que terminó siendo transferido a Illinois, donde administraría un comercio de ropa para hombres perteneciente a la compañía en la que trabajaba.
En esa época conoció a su primera esposa, Marlynn Myers, con quien tuvo dos hijos. Marlynn creció en el seno de una familia adinerada, de lo cual Gacy pudo sacar provecho. La relación con su suegro fue cordial, hasta tal punto que le fue confiada la gerencia de una franquicia de KFC en Iowa que la familia de su esposa dirigía en 1966. De esta forma, el matrimonio Gacy se mudó a Iowa en 1967. Durante este periodo decidió unirse a los Jaycees (Cámara Junior de los Estados Unidos), una organización sin ánimos de lucro dedicada a la capacitación para el liderazgo, de la que fueron miembros asimismo personajes de la talla de Ronald Reagan, Bill Clinton o Richard Nixon. Gacy llegó a ser vicepresidente de la sección de Waterloo, Iowa, y realizó varios voluntariados para su comunidad. También se involucró en otras tantas organizaciones que servían a la comunidad. Sin embargo, poco tiempo después comenzó su declive. Gacy Jr. era un depredador, una persona siniestra con una doble vida que supo ocultar y complementar con su vida pública perfectamente.
Ciudadano ejemplar, payaso criminal
El primer escándalo llegó en forma de cargo grave por intentar coaccionar a un joven empleado, Mark Miller, de la franquicia en la que trabajaba para mantener relaciones con él. Cierto es que algunos rumores cobraron forma en aquella época acerca de su homosexualidad y su atracción por los chicos jóvenes, sobre todo entre los miembros de los Jaycees, aunque sus allegados más cercanos negaban tales elucubraciones. Gacy negó los cargos por violación, pero no fue lo único a lo que se enfrentaba. Unos meses después de que Miller le acusara, Gacy contrató a un joven de 18 años, Dwight Andersson, para dar una paliza a Miller. Andersson fue capturado por la Policía y desveló el nombre de Gacy. Finalmente, Gacy se declaró culpable de violación y fue condenado en 1968 a 10 años de prisión en el Reformatorio Estatal de Hombres de Iowa. Esta sería la triste punta del iceberg. Por supuesto, Gacy conmocionó a las personas que lo conocían y que le veían como un padre y ciudadano ejemplar y entregado. Esto acabó con su primer matrimonio y con la relación con su esposa e hijos, a quienes no quería volver a ver. No obstante, logró la libertad condicional a los 18 meses por buen comportamiento y regresó a Chicago, seguramente para alejarse de Iowa, comenzar una nueva vida y rehacer su reputación.
A partir de entonces otro momento de relativa calma llegó a su vida. Gacy se mudó con su madre en Illinois durante 4 meses y volvió a buscar una estabilidad laboral. En primer lugar trabajó como chef en un restaurante. Tiempo después comenzó un negocio como contratista en el sector de la construcción conocido como PDM Contractors (Painting, Decorating, and Maintenance Contractors). Parece que en esa época tuvo varios episodios depresivos relacionados con la muerte de su padre, quien falleció mientras él permanecía en prisión. Sus anhelos adolescentes volvían a su memoria y lamentaba profundamente no poder haberse reconciliado con su padre y despedido de él.
Se casó por segunda vez en 1972 con Carole Hoff, con quien se mudó al 8213 de West Summerdale Avenue, Chicago, Illinois. En 1971 volvió a ser protagonista de otro escándalo. Fue acusado de nuevo de intento de violación por otro joven, pero en este caso Gacy salió indemne ya que el joven no se presentó a declarar. Al año siguiente sucedió un episodio similar, puesto que otro joven lo acusó de abusar de él en su coche, adonde Gacy atrajo al joven haciéndose pasar por sheriff. Nuevamente, se retiraron los cargos. Durante este periodo continuó manifestando esa doble vida que tan bien sabía manejar, pues no despertó ninguna sospecha entre sus nuevos vecinos aun habiendo estado en la cárcel. Aunque su terrible secreto casi quedó desvelado. El matrimonio Grexas, vecinos de Gacy y entre los que existía una relación cordial y afable, percibían una extraña pestilencia que emanaba de la casa de Gacy cada vez que le visitaban, aunque Gacy les convenció de que el olor procedía de los espacios situados debajo de la casa, lo que era fácilmente atribuible a algún problema en el alcantarillado. En su círculo social, nadie sabía que Gacy era un delincuente sexual, aunque su esposa sí estaba al tanto de su estancia en prisión, pero decidió darle una oportunidad pensando que Gacy realmente había cambiado. En el ámbito laboral, Gacy era considerado como un vendedor astuto contra quien era difícil competir y un trabajador entregado.
Solía organizar eventos y fiestas en su barrio, y participaba asiduamente en la vida social de su distrito; acudía a los hospitales para hacer reír a los niños e, incluso, participó brevemente en política al formar parte de la campaña del partido demócrata de su distrito. Tan involucrado estaba a este respecto que llegó a entrar en contacto con la Primera Dama Rosalyn Carter. A ojos del público, Gacy era el ciudadano norteamericano ejemplar, aunque tan solo fuese en apariencia. Sus fiestas temáticas fueron memorables y en alguna de ellas llegó a reunir cerca de 300 personas. Ciertamente, sus invitados continuaban percibiendo el extraño olor procedente de la casa de Gacy, pero nunca sospecharon nada.
Cabe resaltar que a dichos eventos y fiestas no iba vestido de forma normal. A Gacy le gustaba ir disfrazado de payaso (un tanto tétrico, todo sea dicho) para amenizar la velada a los niños, a quienes regalaba caramelos y globos y hacía reír son sus bromas. Llamó a su álter ego Pogo el Payaso. Con su rostro bonachón maquillado de blanco, su boca pintada de carmesí y los ojos de azul, y vestido con un gorro con coloridos pompones, una llamativa gorguera y un chillón traje rojo y blanco, hacía las delicias de los más pequeños.
En 1976 se divorció de su segunda esposa. Parece que sus arrebatos repentinos de ira y su incapacidad para satisfacer los deseos sexuales de su mujer (los gustos sexuales de Gacy eran otros mucho más siniestros) influyeron en esta decisión. Además, Gacy pasaba demasiado tiempo por las noches fuera y cuando estaba en casa, empleaba el tiempo en algún chanchullo en el garaje o en el exterior del inmueble, guardaba identificaciones de chicos jóvenes en casa y consumía pornografía homosexual.
Gacy continuó gestionando su negocio y aprovechaba su oficio para contactar con jóvenes necesitados de empleo. Los citaba en su casa de Chicago y allí les “entrevistaba”. Solo le interesaba contratar a chicos jóvenes, supuestamente porque reducía los costes. Sin embargo, algo extraño sucedió durante aquellos años. Un número creciente de chicos jóvenes estaba desapareciendo. La Policía no lograba encontrar el rastro de ninguno de ellos… Hasta el 11 de diciembre de 1978.
Aquella jornada, John Wayne Gacy, el alegre Pogo, comenzó a ser investigado a raíz de la desaparición de un chico de 15 años, Robert Piest, en Des Plaines, Illinois. Fue visto por última vez en la farmacia donde trabajaba. Robert había informado a su madre sobre una cita con un hombre que le iba a ofrecer un trabajo en una empresa de construcción. No podía ser otro que John, quien, como curiosidad, había sido el encargado de remodelar la farmacia Nisson donde sucedió la desaparición. La madre de Piest, preocupada por la prolongada ausencia de su hijo, decidió notificar su desaparición a la Policía. Al frente de la investigación se puso el teniente Joseph Kozenczak. Tras descubrir que Gacy fue una de las últimas personas que habían estado con el joven, Kozenczak fue a visitarle a su casa para hacerle unas preguntas. Sin embargo, Gacy se negó en aquel momento a ser entrevistado porque, según él, tenía que atender varias llamadas en relación a la muerte de un familiar. Aun así, se presentó horas después en comisaría para ser interrogado. Gacy insistió en que no conocía de nada a Robert Piest, por lo que volvió impune a su casa. Desde entonces, la Policía puso a John bajo vigilancia, ya que al día siguiente del interrogatorio, el teniente Kozenczak descubrió los antecedentes de Gacy y su estancia en prisión por sodomizar a un adolescente en 1968. Es curioso que la desaparición de varios de sus empleados, todos ellos jóvenes adolescentes, como Gregory Godzik y John Butkovich, de 16 a 17 años ambos, no provocase una intervención más pronta de la Policía. De hecho, en 1977 Gacy volvió a ser acusado de agresión sexual por un joven de 19 años que decía haber sido secuestrado a punta de pistola y obligado a tener relaciones sexuales con él, pero los cargos se volvieron a retirar. Finalmente, Kozenczak obtuvo una orden de registro de la casa de Gacy, que fue ejecutada el 13 de diciembre de 1978.
El secreto de Pogo
Así que la Policía acudió rauda a su vivienda de Chicago para realizar la inspección de la misma. Aquel día, Gacy no estaba en casa. Durante aquel primer examen, los agentes recabaron ciertos indicios y pruebas que más tarde ayudarían a incriminar a Gacy. Por ejemplo, la Policía descubrió una serie de espacios debajo del suelo de la vivienda, una especie de sótano excavado por el propio Gacy del que emanaba un olor penetrante y desagradable y en el que había restos de cal. No obstante, los agentes no lo asociaron a nada extraño en aquel primer momento. El olor podría proceder del alcantarillado. Asimismo incautaron varios objetos para analizarlos posteriormente en el laboratorio forense. En la lista elaborada por el inspector Kautz, encargado de realizar un inventario de las pruebas materiales requisadas, en casa de Gacy se hallaron un par de esposas con sus respectivas llaves, una caja con marihuana, un joyero con varios permisos de conducir que no eran suyos y varios anillos, fotografías a color de varias farmacias, una alfombra con una mancha sospechosa, un tablón de madera perforado con dos agujeros en cada extremo, un consolador, agujas hipodérmicas, ropa demasiado pequeña para Gacy, una cuerda de nylon, un rollo de película procedente de la farmacia de donde había desaparecido Robert Piest y varios libros con títulos tan peculiares como Tight Teenagers, Pederasty, Sex between men and boys… Las sospechas de la Policía crecieron instantáneamente cuando entre los objetos incautados apareció un anillo con las inscripciones J.A.S. que era muy similar al que portaba uno de los jóvenes desaparecidos un año antes, John Szyc. También incautaron los tres vehículos de Gacy, incluyendo un Oldmobile negro con restos de pelo.
Gacy fue reclamado de nuevo en comisaría para que explicase algunos de los objetos encontrados en su casa. Parece que Gacy se puso furioso por la intervención policial y decidió hablar solamente cuando un abogado estuviese presente. Finalmente, Gacy fue puesto bajo vigilancia constante. En los días siguientes fueron interrogados varios amigos y conocidos de Gacy, quienes previamente habían sido alertados por este último de que la Policía intentaba incriminarle por un crimen que no había cometido. Sus conocidos se mantuvieron fieles a su buena relación con Gacy y la Policía no pudo sacar nada en claro. Sin embargo, podían detener a Gacy por posesión de marihuana, y así lo hicieron. Los resultados de los exámenes periciales de las muestras requisadas de su casa terminaron por confirmar todas las sospechas. Algo escabroso y muy oscuro guardaba aquel hombre. Tras su apariencia de benefactor y trabajador se ocultaba un secreto muy oscuro, maligno.
La Policía consiguió una segunda orden de registro. Gacy, viendo que la pericia policial estaba a punto de desvelar su tenebroso hobby, reconoció haber asesinado a una persona, pero había sido en defensa propia. Dio, además, la localización del cadáver, que había enterrado debajo de su garaje. La Policía acudió a la vivienda con el doctor Robert Stein. Rápidamente encontraron la oquedad donde Gacy había ocultado el cuerpo, que pertenecía a John Butkovich, uno de sus empleados. Sin embargo, El doctor Stein también se dio cuenta de algo: un olor muy desagradable que él tan bien conocía rodeaba la vivienda. Era el olor de la muerte. Nadie hasta ese momento pudo determinar el origen del mismo, ni los vecinos, ni la Policía… con todo lo que eso conllevó.
Viendo que su secreto estaba a punto de salir a la luz, Gacy decidió entregarse y confesar el 22 de diciembre de 1978. Desveló el escalofriante número de víctimas real que había secuestrado. Asimismo, testificó que a todas ellas las sodomizó brutalmente mientras estaban esposadas y, a las que se resistían, terminaba por asfixiarlas. 33 fue el número de la tragedia. Casi todas sus víctimas fueron jóvenes varones con una vida por delante (aunque una de ellas fue un hombre ya casado), pero con tan mala suerte que tuvieron que toparse con un psicópata degenerado. Todos ellos fueron asesinados entre 1972 y 1978. Fijémonos en este periodo de tiempo, pues es cuando Gacy organizaba todas aquellas fiestas y se disfrazaba de Pogo para entrar en contacto con los niños. El mero hecho de pensar que pudo haber tenido acceso a tantas otras víctimas con tales argucias provoca escalofríos…
También detalló a la Policía donde había escondido los cadáveres dibujando los escondrijos que él mismo había hecho por toda la casa. 28 cadáveres fueron ocultados en aquellos espacios subterráneos. Los 5 restantes fueron arrojados al río Des Plaines. Todas las víctimas pudieron ser reconocidas excepto 8 por su avanzado estado de descomposición. Efectivamente, la Policía pudo constatar las declaraciones de aquel psicópata cuando accedió a aquellas cámaras de los horrores. Los cuerpos se encontraban casi apilados, hasta tal punto que la Policía creyó que Gacy había matado y enterrado a varias personas en un solo día. Hasta cierto punto fue así, pero el motivo que llevó a Gacy a colocar los cuerpos tan juntos fue que se estaba quedando sin espacio debajo de su casa, de lo que se puede extraer que si no hubiese sido detenido, habría seguido dando rienda suelta a sus oscuros deseos y habría seguido asesinando.
El último de los cuerpos se encontró en el río Des Plaines en abril de 1979. Era el de Robert Piest, también su última víctima. Gacy debió padecer algún trastorno de personalidad múltiple, o quizás pudo haber sido una estratagema para que los jueces le considerasen un enfermo mental y así aminorar su condena. Según él, existían “cuatro Johns”: John el contratista, John el payaso (alias Pogo), John el político y Jack Hanley. Jack habría sido el autor de los crímenes.
Algunas de sus víctimas lograron sobrevivir, como un tal Jaimie, un chapero que fue engañado por Gacy y que terminó esposado en su casa y sodomizado. Sin embargo, Jaimie fue liberado por su captor previo pago para que mantuviese su “pequeño” secreto a salvo. Los que se resistían y se oponían al temible payaso terminaron estrangulados. Jeffrey Rignall fue otro superviviente de Gacy. En mayo de 1978 fue secuestrado. Gacy lo invitó a subirse a su Oldsmobile negro para compartir un cigarrillo de marihuana. Aprovechando las circunstancias, Gacy le puso un pañuelo bañado en cloroformo en la cara y Rignall se desmayó. Durante el trayecto en coche se despertó en varias ocasiones, pero no pudo obtener la información suficiente para determinar qué le estaba sucediendo antes de que Gacy le volviese a dejar inconsciente. Cuando volvió a despertarse, aún aturdido, se encontraba en una estancia siniestra y pestilente, y ante él tenía a un tipo orondo y desnudo. A su alrededor había varios consoladores esparcidos por el suelo y el desconocido que tenía frente a él tenía intención de usarlos con su cuerpo drogado. Rignall recuperó plena consciencia al día siguiente en Lincoln Park. Se encontraba vestido y tirado en medio de la calle, dolorido y traumatizado. Un sádico le había drogado y se había cebado con él brutalmente. Permaneció varios días en el hospital y denunció los hechos a la Policía. De poco le sirvió, pues la información que ofreció era borrosa e incompleta y la Policía no pudo establecer una ruta hacia el criminal. Sin embargo, su testimonio ayudó a la Policía a cimentar sus sospechas sobre Gacy. Mientras Gacy estaba detenido por posesión de marihuana, Rignall tomó la decisión de descubrir al inmoral que le había violado. Recordemos que Rignall tuvo breves momentos de lucidez durante el recorrido en el vehículo de su secuestrador, así que se apostó en un tramo de la carretera que él recordaba vagamente con la esperanza de descubrir a su secuestrador. Efectivamente, vio pasar un Oldsmobile negro que le resultó familiar, así que lo siguió hasta que llegó a la casa de Gacy, su violador. Presentó cargos de violación contra él ayudando así a la Policía a facilitar su detención. Esta experiencia le marcó muy profundamente. Cuando le llegó el momento de declarar en el juicio contra Gacy, se derrumbó y apenas pudo emitir unas pocas sílabas.
Obviamente, una vez que los hechos salieron a la luz pública, el mundo quedó petrificado y consternado. Aunque para consternación y temor la que debieron sentir los vecinos y personas cercanas a Gacy cuando, sin saberlo previamente, comprendieron con quien habían estado. Pogo el Payaso se convirtió así en uno de los peores asesinos en serie de Estados Unidos y fue apodado por la prensa como “el payaso asesino”. No sería extraño, por tanto, que Stephen King hubiese tomado como base este suceso para escribir su afamada novela IT. Ciertamente, existen algunas coincidencias entre ambas historias: que el villano se manifieste como un payaso psicópata y cruel y que sus víctimas adolescentes son llevadas a un lugar subterráneo para ser ocultadas para siempre.
John Wayne Gacy fue juzgado el 6 de febrero de 1980 en el Condado de Cook. La defensa de Gacy contaba con un as en la manga: hacerle pasar por loco y enajenado. Sin embargo, 5 semanas de juicio y las declaraciones de unos 100 testigos permitieron al juez Louis B. Garippo dictar sentencia. El 13 de marzo de 1980 Gacy fue condenado a 21 cadenas perpetuas y 12 penas de muerte por el asesinato de 33 jóvenes. Fue trasladado al Centro Correccional Menard de Illinois, donde permaneció 14 años. En 1994 fue llevado a la Penitenciaría de Statesville para su ejecución. Su última comida fue pollo frito acompañado con patatas fritas, Coca Cola y un pastel de fresas. Finalmente, fue ejecutado por inyección letal el 10 de mayo de 1994. Haciendo gala de su pedantería y demostrando finalmente que había disfrutado con todo lo que había hecho y que no se arrepentía de nada, gruñó: “Bésame el culo”.
Su encéfalo fue extraído para su estudio. La doctora Helen Morrison se encargó de su custodia, ya que, además, estaba estudiando los posibles rasgos neurológicos relacionados con la sociopatía. Sin embargo, el encéfalo de Gacy no presentaba ninguna anomalía, aunque cuando tenía 11 años sufriese un fuerte traumatismo en la frente que le causó un coágulo sanguíneo cerebral que le provocaría desmayos y pérdidas del conocimiento en varias ocasiones hasta que se disolviese años después con la ayuda de fármacos. Algunos tratan de explicar los actos de Gacy aludiendo a este traumatismo o a la tóxica relación que tenía con su padre. Otros especulan que las violaciones y los asesinatos fueron la expresión del odio que sentía hacia sí mismo por sus gustos homosexuales. Posiblemente, nunca llegaremos a saber cuáles fueron las motivaciones para llevar a cabo tan deleznables actos.
Mientras esperaba su final en el corredor de la muerte, su vena artística emergió y elaboró varios cuadros al óleo que tuvieron cierto éxito. Su obra estaba formada principalmente por retratos de payasos y de su álter ego Pogo. También pintó un par de retratos de Jesucristo y varias calaveras, quizás en recuerdo de sus actos o como manifestación de su lado más oscuro y homicida. Una de sus obras más extravagantes es un cráneo formado por genitales. Sus pinturas fueron subastadas tras su muerte y vendidas por casi 200 dólares hasta los 9500 dólares. Algunas de ellas fueron adquiridas por los familiares de varias de sus víctimas para, posteriormente, quemarlas en una hoguera en la que participaron cerca de 300 personas. Si Gacy no quedó impune, su legado tampoco debería hacerlo… Un cuadro curioso es el que tituló como Salón de la Fama del Béisbol. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional del Crimen y el Castigo y en él aparecen las firmas de varios jugadores de béisbol e, incluso, la del ex presidente Richard Nixon. Ninguno de ellos llegó a imaginar quien era realmente John Wayne Gacy.
John Wayne Gacy es un caso paradigmático de la sociopatía criminal. Fue la prueba viviente de cómo estos criminales son capaces de infiltrarse en la sociedad como personas normales, ejemplares incluso, capaces de llegar a puestos relevantes dentro de la estructura social. Es el mejor ejemplo de que la realidad siempre supera a la ficción, también en crueldad.
Las víctimas
Timothy McCoy, 18 años, desaparecido el 3 de enero de 1972.
John Butkovitch, 17 años, desaparecido el 21 de julio de 1975.
Darrell Sampson, 18 años, desaparecido el 6 de abril de 1976.
Randall Reffett, 15 años, desaparecido el 14 de mayo de 1976.
Sam Stapleton, 14 años, desaparecido el 14 de mayo de 1976.
Michael Bonnin, 17 años, desaparecido el 3 de junio de 1976.
William Carroll, 16 años, desaparecido el 13 de junio de 1976.
Rick Johnston, 17 años, desaparecido el 6 de agosto de 1976.
Kenneth Parker, 16 años, desaparecido el 25 de octubre de 1976.
Michael Marino, 14 años, desaparecido el 25 de octubre de 1976.
Gregory Godzik, 17 años, desaparecido el 12 de diciembre de 1976.
John Szyc, 19 años, desaparecido el 20 de enero de 1977.
Jon Prestidge, 20 años, desaparecido el 15 de marzo de 1977.
Matthew Bowman, 19 años, desaparecido el 5 de julio de 1977.
Robert Gilroy, 18 años, desaparecido el 15 de septiembre de 1977.
John Mowery, 19 años, desaparecido el 25 de septiembre de 1977.
Russell Nelson, 21 años, desaparecido el 17 de octubre de 1977.
Robert Winch, 16 años, desaparecido el 10 de noviembre de 1977.
Tommy Boling, 20 años, desaparecido el 18 de noviembre de 1977.
David Talsma, 19 años, desaparecido el 9 de diciembre de 1977.
William Kindred, 19 años, desaparecido el 16 de febrero de 1978.
Timothy O’Rourke, 20 años, desaparecido en junio de 1978.
Frank Landingin, 19 años, desaparecido el 4 de noviembre de 1978.
James Mazzara, 21 años, desaparecido el 24 de noviembre de 1978.
Robert Piest, 15 años, desaparecido el 11 de diciembre de 1978.
8 cuerpos no pudieron ser identificados por su mal estado de conservación.
REFERENCIAS
Cahill, T. (1993). Buried Dreams: Inside the Mind of John Wayne Gacy. Notting Hill: Fourth Estate.
Herradón, O. (2017). John Wayne Gacy. El payaso asesino que inspiró IT. Enigmas del Hombre y del Universo, 264, 74-75.
Linedecker, C.L. (1993). The Man Who Killed Boys: The John Wayne Gacy, Jr. Story. Nueva York: St. Martin’s Paperbacks.
Murderpedia (2017). John Wayne Gacy Jr. [online] disponible en: http://murderpedia.org/male.G/g1/gacy-john-wayne.htm
Museum Syndicate (2018). John Wayne Gacy [online] disponible en: http://www.museumsyndicate.com/artist.php?artist=475
Sullivan, T. & Maiken, P.T. (2013). Killer Clown: The John Wayne Gacy Murders. Pinnacle.