Era finales de agosto de 1859. Aquellos que miraban al cielo desde determinadas latitudes veían luces extrañas, insólitas auroras boreales y australes que no deberían estar ahí, mientras que, al mismo tiempo, el sol se iba llenando progresivamente de «pequeños» lunares. Los habitantes de Cuba o Honolulu pudieron ver las luces espectrales de las auroras boreales pintando el cielo y las auroras australes se presentaron en lugares como Chile. Tan intensa era la anomalía que, según se dice, se podía leer el periódico a la luz de las auroras.
1-2 de septiembre de 1859. Los astrónomos aficionados Richard Carrington y Richard Hodgson observan de forma independiente dos estallidos luminosos en la superficie del Sol, señal de que el astro rey estaba desatado. El evento Carrington (SOL1859-09-01) estaba en plena apoteosis, la mayor tormenta solar de la que se tienen registros durante un máximo solar.
En las calendas de septiembre, una poderosa eyección de masa coronaria alcanzó la Tierra. Afortunadamente, la dependencia por entonces de la electricidad era leve. Lo que se vio afectado fundamentalmente fueron los servicios de telegrafía a nivel mundial, el Internet de la época. En algunos lugares se generaron incendios por las chispas que salían de los aparatos y algunos operarios tuvieron que ser hospitalizados por las descargas accidentales que recibieron. Qué duda cabe que un evento así sería catastrófico para nuestra sociedad moderna: las comunicaciones por satélite, los sistemas GPS, los generadores de gran tamaño y el sistema eléctrico de muchas partes del mundo dejarían de funcionar durante días, meses o, incluso, años.
Estas erupciones tan tremendas tienen más probabilidad de suceder durante máximos solares, eventos que suceden en ciclos de 11 años caracterizados por un incremento en la cantidad de manchas solares y en la emisión de radiación.
EL DATO
Este tipo de sucesos nos demuestran la grandeza y la peligrosidad de la naturaleza. En 2012 (curiosamente cuando, según algunos, el mundo iba a terminarse en base a varias profecías mayas) estuvimos cerca de vivir un fenómeno similar al evento Carrington, lo que habría desencadenado consecuencias nefastas e inolvidables. Afortunadamente nos libramos por un margen de 9 días, ya que la región de la que emanó la erupción solar no apuntaba directamente hacia la Tierra.
En 2003 se registraron algunos problemas en las comunicaciones satelitales y un breve apagón generalizado en Suecia, además de auroras boreales en Florida o Texas, todo ello causado por otra tormenta solar. De forma similar, en 1989 otra tormenta solar dejó sin energía grandes sectores de Quebec, Canadá.
REFERENCIAS
Carrington, R.C. (1859). Description of a singular appearance seen in the Sun on September 1, 1859. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society 20, 13-15.
Lovett, R.A. (2011). What If the Biggest Solar Storm on Record Happened Today? National Geographic [online] 4 de marzo, disponible en: https://www.nationalgeographic.com/science/article/110302-solar-flares-sun-storms-earth-danger-carrington-event-science