1990 fue un año tremendamente agitado para Madrid y, más concretamente, para uno de sus barrios: Cerro Belmonte. Los vecinos de la humilde pero tenaz barriada no estaban dispuestos a que se cumpliese un plan especulativo apoyado por el Ayuntamiento de Madrid para expropiar y desahuciar a 125 familias a cambio de construir chalés de lujo. Así, las primeras quejas se tradujeron en protestas frente a la casa del por aquel entonces alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún. Sin embargo, su indiferencia hizo que la cosa fuese a más.
Para aumentar la presión, los representantes vecinales enviaron una carta simbólica de denuncia a Fidel Castro. Para su sorpresa, el mandatario cubano les contestó, ofreciéndoles asilo, trabajo y un hogar a aquellos que lo necesitasen y un viaje con todos los gastos pagados a una delegación de 12 vecinos (lo cual llegó a realizarse).
Transcurría el verano y las manifestaciones vecinales seguían sin dar sus frutos. En consecuencia, la representante legal de los vecinos, Esther Castellanos, anunció que Cerro Belmonte se erigiría como estado independiente de no cancelar el proyecto expropiatorio antes de septiembre. Iban muy en serio, hasta el punto de que diseñaron una bandera propia, un himno (Queremos pan, queremos vino, queremos al alcalde colgao de un pino), su propia moneda (el “belmonteño”) y su propia constitución.
Las autoridades cedieron relativamente, pero no lo suficiente. Finalmente, en septiembre de 1990 se celebró un referéndum improvisado en la casa de una de las vecinas por el cual se fundaba el Reino independiente de Belmonte con 214 votos a favor y dos en contra. Para afianzarlo, se mandó una solicitud a la ONU pidiendo el reconocimiento.
El Reino sin rey (los vecinos ofrecieron la corona a Juan Carlos I) murió pronto, cuando dejó de ser útil. En noviembre el barrio conseguía su tan ansiada victoria con la rendición del Ayuntamiento y la claudicación del proyecto urbanístico. Esa fue la crónica de la tenaz lucha de un grupo de vecinos que fundaron el país más breve de la historia.
EL DATO
La bandera del “Reino de Belmonte” constaba de dos bandas horizontales rojas, símbolo de la lucha del pueblo, y una banda blanca (en alusión a que el Ayuntamiento quería dejarles sin “blanca”) con una estrella roja en su centro, la que se le quitaba a la bandera de la Comunidad de Madrid.
