Existen creencias que nunca mueren. Son indiferentes a los golpes que les da el tiempo, que muchas veces son mortales. Ellas siguen renaciendo de entre sus cenizas en los momentos más inesperados. Hay algunas tan ancestrales como la que vamos a exponer en una serie de artículos. Porque la creencia en que la Tierra es plana no es exclusiva de nuestros tiempos. Algunas civilizaciones ancestrales ya creían en cosmogonías que presentaban algunos puntos en común con las concepciones actuales. Resulta extraño, misterioso incluso, a ojos del siglo XXI que esta ideología prevalezca actualmente, cuando parecía que los descubrimientos científicos la habían desechado por completo. Sin embargo, ahora viene con más fuerza, en gran parte impulsada por la era de Internet y las redes sociales. Veamos qué es esto del terraplanismo
Las herramientas y la tecnología humanas siempre han tenido un doble filo. Podríamos hablar de “las herramientas de Schrödinger”, porque son malas y buenas al mismo tiempo. Hasta que alguien las usa y elige el uso moral de las mismas. Este principio es aplicable igualmente a Internet. Por un lado, la Red de Redes nos ha facilitado un contacto global, sin tener que cruzar físicamente ningún océano o frontera. También nos ha ofrecido una biblioteca inmensa de información, que probablemente ni siquiera era soñada por los antiguos filósofos y literatos, desbancando prácticamente a los clásicos solares guardianes de libros y enciclopedias.
No obstante, Internet no solo ha servido para alojar toda la información que podamos imaginar. Esa información, de hecho, no ha venido sola. Acompañándola, se han infiltrado una gran variedad de datos, creencias e informaciones falaces. Y ya se han ganado su sitio en la sociedad, pues un número cada vez mayor de internautas las consume y comparte con mayor frecuencia. Es lo que se ha dado en llamar “postverdad”, una época en la que se ha vuelto muy complicado distinguir lo que es cierto de lo que no. Existen muchos intereses en que esta postverdad se mantenga. La información, al fin y al cabo, es poder, y quien la gobierne, tendrá en sus manos a un amplio y manejable colectivo de individuos. Y no nos referimos únicamente a los clásicos poderes que son protagonistas de todas las teorías de la conspiración, que obviamente también tienen su influencia. En este caso, hacemos alusión a colectivos más pequeños y con una influencia mucho más limitada, aunque con la suficiente para mantener viva esa postverdad.
El terraplanismo, es decir, el movimiento que ha retornado a la ancestral idea de que nuestro planeta no es esférico sino un plano, formaría parte de esta polémica. Y si hemos hablado de Internet no es por casualidad, pues gracias a esta herramienta el terraplanismo a día de hoy es factible y real. En una época en la que Internet se emplea para la denuncia de los tejemanejes de las élites sociopolíticas, estas ideas, que se presentan como armas contra lo establecido, contra el dogma, han encontrado su nicho ideal, ya que no sólo se aprovechan de estos impulsos sociales, sino que los estimulan en cierta manera incitando a creer lo opuesto de lo que creen las élites maliciosas. Es otra forma de oponerse a ellas, aunque perfectamente puede servir a las mismas para sabotear a estos movimientos desde dentro.
Iniciamos este dossier con el objetivo de realizar un análisis lo más completo posible del renacido terraplanismo, para ver cuáles son sus objetivos, quienes están detrás y los motivos por los que ha vuelto a aparecer en la sociedad. Comencemos…
Cuestiones sociológicas
En febrero de 2018 se llevó a cabo una amplia encuesta en Estados Unidos a 8215 adultos comprendidos entre los 18 y los 55 años de edad. El objetivo era recopilar sus creencias sobre la forma de nuestro planeta para obtener una visión más global de la magnitud de la influencia del terraplanismo. Cinco fueron las opciones ofrecidas a los participantes:
“Siempre he creído que el mundo es redondo”.
“Siempre he pensado que el mundo es redondo, pero más recientemente soy escéptico / tengo dudas”.
“Siempre he pensado que el mundo es plano, pero más recientemente soy escéptico / tengo dudas”.
“Siempre he creído que el mundo es plano”.
“Otro / No estoy segur@”.
A priori, los resultados coinciden con lo que cabría esperar, que la mayoría es afín a la primera opción, que la Tierra es redonda. Ahora bien, surgen varios detalles muy interesantes. Por ejemplo, la creencia en un mundo plano parece estar asociada a una espiritualidad más o menos intensa. El 52% de los creyentes en la Tierra plana encuestados se declararon “muy religiosos”, y muchos de ellos encuentran de hecho las evidencias a este respecto en las Sagradas Escrituras del credo que profesen. Como veremos más adelante, el terraplanismo y la religión están estrechamente asociados. Por otro lado, cuando analizamos cómo se reparten los porcentajes por edades parece existir una correlación entre la edad y la creencia en el terraplanismo. A mayor edad, más encuestados creen con seguridad que nuestro planeta es redondo. Pero si observamos el sector más joven (18-24 años), solo el 66% de los encuestados cree firmemente que la Tierra es redonda. El resto parece tener dudas y se reparte entre las otras cuatro opciones. Podríamos especular sobre las posibles razones de este resultado. Una de ellas podría ser que este grupo de edad es quien mejor ha integrado en sus vidas la implosión de las redes sociales y de la mejora de Internet, medios de los que se ha nutrido indudablemente el terraplanismo. Además, estos avances han surgido cuando este grupo de edad se encontraba en pleno periodo de aprendizaje, cuando el pensamiento crítico aun escasea y la mente es más permeable a aceptar cualquier cosa. Pero es posible asimismo que otro factor influyente destacable sean los ídolos de masas y los influencer.
Estos individuos, que cuentan con una gran influencia en los medios de comunicación, pueden haber ayudado a que la Tierra plana sea un tema cada vez más frecuente en las conversaciones entre amigos y familiares. Podríamos poner como ejemplo al jugador de baloncesto de los Boston Celtics Kyrie Irving, quien en 2017 manifestó en una entrevista para el podcast Road Trippin’ with RJ & Channing su convicción de que nuestro planeta era plano y que esta información está siendo vetada por ciertos intereses que prefieren mantenernos engañados y dormidos, dudando asimismo de la exploración espacial. De la misma opinión son otros estrellatos del baloncesto como Draymond Green, de los Golden State Warriors, o Shaquille O’Neal. Tanto este último como Irving acabaron por disculparse y retractarse de sus declaraciones.
Quizás el caso más significativo es el del rapero Bobby Ray Simmons (más conocido como B.o.B.), quien ha cuestionado el modelo de la Tierra esférica en varias ocasiones en su Twitter, llegando incluso a discutir con el mediático astrofísico Neil DeGrasse Tyson. Sin embargo, la última polémica la ha protagonizado el ex portero del Real Madrid Iker Casillas, quien afirmó convencido en su cuenta de Twitter que el hombre nunca ha pisado la Luna (una creencia que mantienen la mayoría de los terraplanistas). Además, el jugador de fútbol decidió trasladar el debate a sus seguidores de Twitter mediante una encuesta improvisada en la que debían responder si creían o no en este acontecimiento histórico. Los resultados arrojaron que un escalofriante 42% de los participantes no creían en ello.
¿Qué importancia tienen las declaraciones de estos personajes tan influyentes en la sociedad? Pues precisamente esa, que influyen en sus fans y seguidores más acérrimos, quienes no ponen en duda ni una coma de lo que digan sus ídolos. De esto mismo se lamentaba Nick Gurol, profesor de una escuela de secundaria de Pennsylvania, al comprobar que sus jóvenes alumnos creían que la Tierra era plana respaldando las declaraciones de su ídolo Kyrie Irving:
“Y de inmediato me entró el pánico. ¿Cómo he fallado tanto a estos chicos que piensan que la Tierra es plana sólo porque un jugador de baloncesto lo dice? […] Creen que soy parte de una conspiración por ser defensor del planeta redondo. Eso es definitivamente difícil para mí porque parece como si la ciencia no fuera real para ellos.”
A raíz de esto Kyrie Irving tuvo que disculparse ante los profesores de ciencias por haber influido a sus alumnos. En efecto, las declaraciones públicas de estos personajes conocidos por todos tienen un efecto contundente en las corrientes de opinión, lo cual puede ser comprobado en las tendencias de búsqueda en la web. Si acudimos a la herramienta Google Trends veremos cómo las búsquedas con las palabras clave “Flat Earth” (Tierra plana) se incrementaron bruscamente en Estados Unidos en el momento en el que el rapero B.o.B. y el baloncestista Kyrie Irving hicieron sus polémicas declaraciones. Posiblemente, este interés sobre el tema responda a la mera curiosidad por consultar estas declaraciones, sin embargo, es seguro que muchos han encontrado dos pilares más para dar soporte a sus creencias.
La Sociedad de la Tierra Plana
Rebuscando por redes sociales, cualquiera puede encontrarse con diversos grupos o sujetos aislados que defienden el modelo terraplanista. Sin embargo, podemos establecer un centro de masas alrededor del cual se mueve el affaire terraplanista. Ese centro es la Sociedad de la Tierra Plana (Flat Earth Society en inglés). De esta organización parten las versiones más aceptadas por los terraplanistas (como veremos posteriormente, no existe unanimidad a la hora de elegir un modelo concreto). Su historia es más que interesante. Daremos solamente unas breves pinceladas, ya que dedicaremos un artículo para relatar la historia del terraplanismo moderno.
Para ponernos en contexto, lo primero que deberemos indicar es que sus inicios hay que rastrearlos hasta la primera mitad del siglo XIX. En este periodo comienza a llamar la atención un personaje cuanto menos curioso: Samuel Birley Rowbotham, un supuesto inventor que la había tomado con la astronomía de su tiempo. Era un cristiano ferviente de las Sagradas Escrituras cuyo contenido, según él, había que tomarlo al pie de la letra sin rechistar. Para comprender su rechazo de la ciencia tenemos que situarnos en el contexto histórico del siglo XIX. La filosofía naturalista estaba sufriendo uno de sus grandes auges gracias a las vanguardistas postulaciones que estaban surgiendo en los campos de la geología, la biología, la astronomía y la física entre otros. Además, ya había sido alimentada en siglos anteriores por gigantes de la ciencia como Newton. El naturalismo fue una corriente de pensamiento que consideraba la Naturaleza como principio de todo. Es decir, la realidad, la que nosotros percibimos y experimentamos, tiene como origen exclusivo la Naturaleza y las fuerzas que la gobiernan. Por tanto, el papel del Dios judeocristiano como fabricante del mundo quedó relegado a un segundo plano, lo que no gustó demasiado a los creyentes más fundamentalistas, quienes alimentaron el fuego de la feroz guerra dialéctica entre creacionistas y naturalistas. Por tanto, es lógico que cualquiera que tuviese la Biblia como verdad suprema y exclusiva para explicar todo lo que ha acontecido en el mundo (como Rowbotham) se tomase el naturalismo como una afrenta personal. Era inaceptable que los científicos pudieran explicarlo todo con sus métodos heréticos.
Rowbotham nació en Manchester en 1816, y desde muy joven sintió un profundo interés por la Biblia. Así que cuando fue consciente de cómo los científicos naturalistas contradecían constantemente sus pasajes, decidió encabezar una guerra contra ellos. De esta forma elaboró su propio modelo geomórfico mediante interpretaciones (un tanto forzadas, todo hay que decirlo) de los pasajes bíblicos. Recolectó los datos bíblicos necesarios para concluir finalmente que la Tierra es plana y que se encuentra inmóvil en el centro del Sistema Solar, con el resto de astros girando en torno a ella (en la siguiente sección daremos todos los detalles de este modelo). Pero no sólo empleó su propia exégesis bíblica para llegar a estas conclusiones. También realizó su propio experimento. Para ello, en 1838 acudió al río Old Bedford, cerca de Cambridgeshire, un canal artificial de drenaje que presenta un par de curiosidades: es prácticamente recto y plano a lo largo de sus 38 Km de recorrido. El experimento consistió en lo siguiente: eligió un tramo de unos 9,7 Km delimitados por el puente Welney y la presa de Welche y sugirió que, si la Tierra era redonda como aseguraban los astrónomos, un barco situado en uno de los extremos no podría verse desde el otro, ya que la curvatura terráquea lo ocultaría. Samuel se situó en uno de los extremos con un telescopio a 20 cm por encima del agua para comprobar este principio. Lo podemos imaginar con una mueca de supremacía cuando puso el ojo sobre la lente y pudo ver que el barco seguía ahí aun habiendo sobrepasado el límite que él había impuesto. Estaba claro entonces: la Tierra es plana, tal y como presuntamente aseguraba la Biblia y corroboraban los sentidos. Vemos aquí algunos de los rasgos distintivos del movimiento terraplanista: el empirismo (la realidad es tal y como la muestran los sentidos) y una ferviente creencia en los libros sagrados.
Este fue el principio de su cruzada personal contra la ciencia. Casi 10 años después publicaría su obra cumbre, un pequeño panfleto de 16 páginas (aunque crecería hasta las más de 220 páginas) titulado Zetetic Astronomy: A Description of Several Experiments Which Prove That The Surface Of The Sea Is A Perfect Plane And That The Earth Not a Globe (“Astronomía zetética: una descripción de varios experimentos que prueban que la superficie del mar es un plano perfecto y la Tierra no es un globo”) bajo el pseudónimo de Parallax. En esta obra recopilaba una serie de pruebas experimentales y argumentos bíblicos que demostraban sin lugar a dudas su punto de vista. Como él mismo indica, adjuntó el epíteto de “zetética” a su cosmogonía por su significado. El término procede del griego Zητεω, que significa “buscar” o “examinar”, haciendo alusión a su método de investigación. A lo largo de su vida presentó varias conferencias (tuvo que huir de algunas cuando le pedían explicaciones sobre determinados fenómenos que no casaban con sus teorías), influyó a muchas personas y publicó artículos y textos sobre sus creencias para predicar la verdad de la astronomía zetética por todo Reino Unido. También se dedicó una temporada a vender una suerte de suero de la inmortalidad antienvejecimiento basado en fósforo libre. En 1884 falleció siendo ya sexagenario, pero habiendo dejado un legado cuyos ecos aun resuenan en la actualidad.
En 1891, varios acólitos de la obra de Rowbotham fundan la Sociedad Zetética Universal (Universal Zetetic Society), seguidora evidentemente de las tesis de su mentor ya fallecido y autoproclamada aconfesional (aunque sus miembros fundadores fuesen creyentes y practicantes). Con sus publicaciones lograron expandir sus fronteras desde Reino Unido y llegar al resto de continentes, donde el ideario era aceptado gustosamente por los creacionistas más fundamentalistas. Esta organización vivió varios altibajos hasta que comenzó su decadencia a principios del siglo pasado para acabar cesando su actividad hacia los años 30.
En 1956 toma el relevo la Sociedad Internacional de Investigación de la Tierra Plana (International Flat Earth Research Society) o Sociedad de la Tierra Plana para abreviar, fundada por un rotulista de profesión, Samuel Shenton y, secundariamente, por William Mills. En cuanto al primero, llama la atención que fuese miembro de la Real Sociedad Astronómica y de la Real Sociedad de Geografía, instituciones eminentemente científicas, de lo cual llegó a jactarse en alguna ocasión. Aun así, toda su vida estuvo convencido de que la Tierra era plana. Shenton tuvo que enfrentarse a varios hitos que hicieron temblar los cimientos del modelo terraplanista. Concretamente al paseo espacial de Yuri Gagarin, al lanzamiento del Sputnik y a las misiones Apolo. Shenton no logró congeniar estos hechos con su modelo, así que optó por la vía más fácil: negarlo todo. Todos estos hitos eran fraudes que jamás sucedieron o se simularon en estudios cinematográficos. Un argumento que, a día de hoy, está en boca de muchos seguidores de esta y otras conspiraciones…
Shenton falleció en 1972. Fue relevado por Charles Kenneth Johnson, un mecánico de aviones de San Francisco y convencido terraplanista desde que era un zagal de 16 años (según cuenta, abandonó voluntariamente el sistema educativo para convertirse en auto didacta, y fue entonces cuando se topó con algunos textos terraplanistas). Su misión y sus actividades fueron básicamente las mismas que las de su predecesor: divulgar la “verdad” y luchar por el despertar de la humanidad. Defendía que los poderes ocultos eran conocedores del hecho de que la Tierra es plana y que el secretismo era, por tanto, deliberado. La evidencia más palpable eran los símbolos que estaban a la vista de todos, como el logo de la ONU, que parece representar una Tierra plana.
También intentó alejar la Sociedad de sus raíces claramente religiosas y acercarla a la “ciencia” (irónicamente quería abandonar el camino que había recorrido del “padre” de los terraplanistas), aunque no deja de ser curioso que el mismo Johnson pensase que el Sol y la Luna eran inventos del Creador para disipar la oscuridad del mundo… Irónicamente, este alejamiento de la religión es una de las facetas más remarcadas por la propia sociedad actualmente (puede verse su alegato en la sección de “Preguntas frecuentes” de su web), desde donde se asegura que ellos no están vinculados oficial o extraoficialmente a religión alguna. Sin embargo, ya hemos visto someramente sus orígenes y las creencias de sus portavoces. Aun así, son significativas la gran cantidad de contradicciones en esta tentativa de acercamiento a la ciencia, pues según Johnson:
“Sostenemos que lo que hoy se llama «Ciencia» y «científicos» consisten en la misma vieja banda de brujos, hechiceros, contadores de cuentos, los «Sacerdotes-Anfitriones» para la gente común. «Ciencia» consiste en una extraña y extravagante mezcla oculta de la teoría del jibberish teoría-teología… sin relación con el mundo real de los hechos, la tecnología y las invenciones, edificios altos y coches rápidos, aviones y otras cosas reales y buenas en la vida; La tecnología no está relacionada de ninguna manera con la teoría científica idiota. Todos los inventores han sido anti-ciencia. Los hermanos Wright dijeron: «La teoría de la ciencia nos sostuvo durante años, cuando lanzamos fuera toda la ciencia, empezamos por el experimento y la experiencia, y entonces inventamos el avión». Por cierto, todos los aviones vuelan a nivel en esta tierra plana”.
“En el pasado, el terraplanismo en EE.UU. y Reino Unido ha sido un tipo de rama de la “religión cristiana”. En cualquier caso, buscaba demostrar la Tierra plana por la Biblia. ¡Yo NO hago eso! ¡NO soy un fanático religioso, de hecho los cristianos son mi peor enemigo! A pesar de estar cuerdo, sé que una creación tiene que tener un Creador, ¡yo creo en la Lógica!”
Charles Johnson fallece en 2001 y, en esta ocasión, toma el relevo un tal Daniel Shenton (que no tiene ningún vínculo con Samuel Shenton), encargado de presentar y difundir los objetivos y los ideales de la Sociedad en Internet hasta el día de hoy.
Los modelos terraplanistas
Ahora toca describir cómo piensan los terraplanistas sobre la naturaleza de nuestro planeta y el Universo. Aquí nos topamos con un problema: no existe un consenso sobre cómo es la Tierra plana. Por el contrario, existen una gran diversidad de variantes, y cada vez que aparece un nuevo portavoz, surge una nueva versión. Así que para simplificar, resumiremos el modelo más asumido por el organismo con más “autoridad” en este asunto: la Flat Earth Society (en adelante FES). Ellos mismos admiten esta gran variabilidad de escuelas de pensamiento terraplanistas, aunque también lo consideran un factor natural al tratarse de una comunidad formada por “librepensadores”.
Antes de comenzar a describir este modelo, conocido como Teoría de la Tierra Plana, es necesario reseñar en qué se basan las afirmaciones de los terraplanistas, aunque el lector ya intuirá cuáles son. El terraplanismo desde sus orígenes victorianos se sostiene en cuatro bases fundamentales:
La mera percepción sensorial de la realidad, es decir, los terraplanistas son puramente empiristas, pero también inductivistas. Es decir, a partir de los fenómenos observados se llega a principios generales, lo opuesto al método hipotético-deductivo que emplean las ciencias fácticas.
La interpretación subjetiva de las Sagradas Escrituras judeocristianas.
La negación de todo aquello que contradiga las Sagradas Escrituras o la defensa de todo aquello que se oponga a las afirmaciones de las autoridades “oficiales”.
Una serie de experimentos muy concretos seleccionados a dedo.
El modelo de Tierra plana más divulgado por los miembros de la FES es una copia con unas pocas modificaciones del modelo propuesto por el victoriano Rowbotham en su astronomía zetética, y es como sigue: la Tierra tiene forma de disco, con un diámetro de unos 40000 Km. En el centro del mismo se halla el Polo Norte, mientras que el Polo Sur conforma la periferia del disco, formando un inmenso muro de hielo de 50 metros de altura sobre el nivel del mar. En el espacio comprendido entre ambos polos y rodeando al Polo Norte estarían, obviamente, el resto de continentes y las masas oceánicas. El muro de hielo evitaría que el agua de los océanos se perdiese por los bordes del disco. El territorio más allá del muro de hielo es terra incognita, una región aun inexplorada por el hombre de la que no se sabe nada, ni cómo termina, ni cuanto se prolonga, ni lo que hay más allá. Porque intentos habría habido, pero todos fracasaron, porque quien pisó esas misteriosas tierras no retornó. Sin embargo, según algunos terraplanistas, como el propio Charles K. Johnson o el youtuber español Óliver Ibáñez, más allá de ese muro de hielo estaría ubicada una suerte de cúpula invisible que encerraría nuestra atmósfera y cubriría el disco terráqueo.
Aunque este sea el modelo más conocido en la actualidad, no ha sido el único. Podríamos destacar el diseño que imaginó el fundador de la FES, Samuel Shenton, quien consideraba nuestro planeta como un plano infinito y sin límites, aunque se reafirmaba en que la versión más aceptada era la de la Tierra discoidal. Otra versión es la de Orlando Ferguson, un autoproclamado profesor que elaboró un mapa de la Tierra en 1893 en base a varios versículos bíblicos que, según él, demostraban fehacientemente que nuestro planeta es plano. Como puede observarse, según Ferguson nuestro planeta consiste en una suerte de cuadrilátero con una hendidura circular de cuyo centro surge una protuberancia. En ese centro se encuentra el Polo Norte. Del mismo parte un eje del que penden el Sol y la Luna, como un móvil de cuna. En cada vértice del cuadrilátero hay un ángel guardián y la periferia de la circunferencia parece estar delimitada de nuevo por un muro helado.
Por otro lado, la Sociedad Zetética Universal se vio obligada a modificar el modelo de Rowbotham a principios del siglo XX a causa del descubrimiento relativo a los polos magnéticos. Para integrar este hallazgo en el modelo terraplanista, idearon un modelo bipolar.
Volvamos al modelo de la FES. Porque aunque se denomine Teoría de la Tierra Plana, de hecho el modelo no se circunscribe solamente a la forma de la Tierra, sino también a su movimiento y a su sitio en el universo. Respecto a estos puntos, cabe decir que la Tierra ni gira alrededor del Sol ni sobre sí misma. Tampoco el Sistema Solar ni la Vía Láctea. Es decir, los terraplanistas (y los zetetistas) no solo defienden un modelo de Tierra plana sino también el de uno geoestacionario y geocéntrico. Entonces, ¿cómo son posibles el día, la noche y las estaciones? Para ellos es muy sencillo: el Sol orbita alrededor del Polo Norte, alumbrando diferentes regiones del planeta durante su recorrido. Pero, ¿no debería iluminar toda la superficie del disco debido a su inmenso tamaño? Recordemos que los terraplanistas son estrictamente empiristas radicales y basan sus evidencias en lo que perciben literalmente a través de los sentidos. El Sol, visto desde nuestro planeta, es una diminuta bola incandescente comparada con nuestro hogar, al igual que la Luna (que además tendría luz propia), así que esos son sus verdaderos tamaños (tendrían unos 52 Km de diámetro y estarían colgadas a unos 3000 Km por encima de nuestras cabezas, según el ex presidente de la FES Charles Johnson).
¿Y qué sucede con las estaciones? Estas dependen de la distancia entre el Sol y el centro del disco planetario (o Polo Norte), que varía a lo largo del tiempo. Cuando el astro está lejos del centro, es invierno en el hemisferio norte (la región central del disco) y verano en el hemisferio sur (la región periférica del disco), y cuando el Sol se acerca al Polo Norte sucede lo contrario.
Y si la Tierra es plana, ¿cómo es posible que el Sol surja por el este y se oculte por el oeste? Para los terraplanistas es una mera cuestión de perspectiva que se da en toda la superficie del disco. Con el Sol sucede lo mismo que si observásemos una fila de edificios que se pierde en el horizonte: los últimos de la fila aparecerán en una posición aparentemente más baja que los primeros hasta que desaparecen en la lejanía. El Sol se comportaría de la misma forma: según se aleja del observador, parecerá ponerse en el horizonte, pero realmente nunca se ocultaría, sino que se alejaría para continuar con su translación circular alrededor del Polo Norte…
¿Y qué sucede con el resto del Sistema Solar? ¿Es Marte, por ejemplo, plano como la Tierra? Esta misma cuestión hizo el multimillonario Elon Musk en su cuenta de Twitter no sin cierta chanza. Y la Flat Earth Society le contestó. Y respondió algo que nadie se esperaba: que el resto de cuerpos del Sistema Solar sí que son esféricos, pues eso es lo que se ha observado. El porqué de esta diferencia se halla en la propia naturaleza de la Tierra. Esta no puede ser considerada un planeta, ya que un planeta es un cuerpo astronómico que orbita alrededor de algo. En cambio, la Tierra se sitúa en el centro del Sistema Solar y no se desplaza. Por tanto, debido a sus características, la Tierra no es un planeta y no puede ser redonda.
También poseen una visión alterada de las leyes físicas, como es el caso de la gravedad, aunque muchos terraplanistas directamente niegan su existencia. Respecto a la FES, sus miembros no negarían la gravedad, pero sí arguyen que es un fenómeno cuya magnitud es varios órdenes menor de lo que normalmente se supone. La gravedad sería, por tanto, el producto de una aceleración constante de la Tierra hacia arriba provocado por lo que ellos llaman un acelerador universal conocido como energía oscura o viento etérico.
A grandes rasgos, este es el modelo que defiende un gran número de terraplanistas, aunque insistimos, existen muchas variantes. Algunos usuarios de redes sociales y foros sostienen que tras el muro de hielo existe otro mundo formado por un inmenso océano salpicado por decenas de continentes, delimitado a su vez por otro muro de hielo. Otros van más allá afirmando que tras ese segundo muro de hielo existe otro tercer mundo, compuesto por aun más continentes que el anterior… Por supuesto, esta forma de pensar no deja de ser hija de su tiempo, en el que toda fuente de información procede de Internet, donde se vierte de todo. El terraplanismo contemporáneo es una de tantas conspiraciones que se han hecho virales en las redes. Y como tal, posee los mismos rasgos que sus congéneres.
Los datos que manejan los terraplanistas sólo están disponibles para un grupo muy selecto de personas que, como ellos, son capaces de tener una mente abierta para aceptar versiones heterodoxas y rompedoras y para desafiar a los poderes establecidos. Esta información estaría siendo censurada por unos poderes ocultos cuyo plan es establecer un Nuevo Orden Mundial unificado y asentado en la ignorancia de la población, que vive en el más vil de los engaños. Estos personajes malignos formarían parte de organizaciones secretas de corte satánico y ocultista (y anticlericales en consecuencia), como los tan manidos masones o illuminatis, que son capaces de manejar los hilos del mundo a su antojo. Ponen en práctica su agenda a través del engaño, que diseminan por doquier a través de todo tipo de instituciones científicas, políticas, educativas y periodísticas. La Tierra esférica sería parte de esa decepción. Todo en torno a este modelo es falso y un fraude, es parte de la Mátrix, y todos aquellos que lo han promovido, comenzando por Copérnico, Galileo o Newton, son parte de esas organizaciones maliciosas.
Todas las fotografías tomadas por los satélites, los telescopios espaciales y los astronautas son, por descontado, elaboradas mentiras realizadas mediante CGI (imágenes generadas por ordenador), básicamente porque la carrera espacial nunca existió, lo que implica que el hombre no ha puesto el pie en la Luna ni ha enviado ningún robot a Marte o a cualquier otra esquina de nuestro Sistema Solar. El peregrino objetivo de estas élites en la sombra se presupone que consiste en evitar que la población evolucione intelectual y espiritualmente, un peligro potencial que amenaza con tumbar su poder. Como vemos, estos son rasgos que comparten con otras conspiranoias, como la teoría de los reptilianos.
¿Qué sostiene el modelo científico?
Una vez visto el modelo terraplanista más generalizado, acudamos ahora a la ciencia para ver qué nos dice.
Al contrario que en el caso anterior, el modelo científico sí que cuenta con la unanimidad de la comunidad científica. Lo aceptado por la ciencia y la mayoría de la población (presuntas víctimas de la conspiración) es lo que sigue: respecto a su distancia al Sol, la Tierra es el tercer planeta del Sistema Solar. Es un cuerpo rocoso masivo que se formó aproximadamente hace 4600 millones de años, unos 500 millones de años después del nacimiento de nuestro incandescente astro.
La Tierra, al igual que el resto de sus compañeros del Sistema Solar, es esférica y surge a raíz de la expulsión al espacio exterior de los átomos más pesados formados durante las violentas convulsiones y choques de partículas en el interior del Sol durante su periodo inicial de vida. Esos elementos terminaron por adquirir unas posiciones relativas alrededor del astro rey, formando una suerte de anillos. En este proceso jugó un papel fundamental la gravedad, que existe. La gravedad es el fenómeno natural por el que los objetos con masa se atraen entre sí.
De esos elementos primarios escupidos por el Sol, los más ligeros fueron despedidos más lejos para terminar formando los planetas gigantes y poco densos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno), y los más pesados quedaron más próximos a la estrella, formando planetas más pequeños y más densos (Mercurio, Venus, Tierra y Marte). Gracias, como a la gravedad y a las heladas temperaturas del espacio, esos elementos incandescentes lograron enfriarse y unirse unos con otros en el gran abrazo que terminaría originando esas concreciones estelares errantes. De esta forma, nosotros habitamos en un sistema heliocéntrico formado por el Sol, situado en el centro del conjunto, y por sus ocho vástagos planetarios (además de otros cuerpos estelares), que se trasladan alrededor de su progenitor y también giran sobre sí mismos.
En el caso de nuestro planeta, como bien es sabido, su viaje alrededor del Sol dura 365 días y unas 6 horas aproximadamente. Una travesía que no guarda una distancia uniforme respecto al Sol, ya que es elíptica. La distancia media al astro durante su traslación es de 150 millones de kilómetros, cifra que en astronomía equivale a una unidad astronómica (U.A). La inclinación de unos 23,5º del eje de nuestro planeta respecto a su órbita es lo que provoca la sucesión de las cuatro estaciones y de los fenómenos astronómicos conocidos como solsticios y equinoccios. A lo largo del viaje de traslación, los rayos solares inciden con más intensidad en unas zonas del planeta que en otras. Este mismo hecho es lo que causa que las estaciones estén invertidas en ambos hemisferios, esto es, las mitades meridional y septentrional de nuestro planeta divididas por el ecuador, el plano imaginario y perpendicular al eje de la Tierra que lo atraviesa por su centro.
El por qué los planetas rotan está directamente relacionado con la formación del Sistema Solar y con el principio del momento de inercia. Nuestro Sol y sus descendientes nacieron de una nube de gas y polvo estelar que, poéticamente hablando, constituía el cadáver de una estrella anterior. Mediante la omnipresente gravedad, esa masa cadavérica estelar se fue contrayendo y aplanando hasta formar un enorme disco, mientras que, a su vez, la velocidad angular de los componentes de ese disco fue incrementándose. Y aquí entra el momento de inercia a colación, según el cual la distribución de la masa en un sistema influye en su rotación. La concentración de la masa respecto a un punto conlleva un incremento de la velocidad de rotación y esto es, precisamente, lo que ha sucedido con los componentes de nuestro Sistema Solar. El tiempo que tarda en rotar sobre sí misma la Tierra es de 24 horas. Este principio se puede corroborar con un sencillo experimento: solo hay que sentarse en una silla giratoria con los brazos extendidos, sujetando un objeto en cada mano y girar sobre sí mismo. Cuando concentremos los objetos en nuestro cuerpo, comprobaremos como el giro se acelera.
Geomorfológicamente hablando, nuestro planeta es una esfera, aunque precisando deberíamos hablar de un esferoide oblato, es decir, una suerte de esfera achatada en sus polos a causa de la gravedad y de la fuerza centrífuga resultante de la rotación, o en otras palabras, con un eje polar menor que el ecuatorial. Aunque si tenemos en cuenta los relieves y las depresiones superficiales, nuestro planeta sería una esfera un tanto deforme, cuya forma es conocida como geoide.
La Tierra es como una cebolla, pues está formada por varias capas que envuelven unas a otras. A grandes rasgos podemos diferenciar tres, ordenadas de la siguiente manera de fuera hacia adentro: la corteza, el manto y el núcleo. Las dos últimas forman prácticamente el 100% del planeta, siendo el manto mucho más grueso que el núcleo, mientras que la corteza equivale solamente al 1% del volumen total. Se han empleado una gran diversidad de métodos para estudiar la composición geológica interna de nuestro planeta, pero quizás el más destacado es el estudio de la velocidad de las ondas sísmicas que, como sucede con la velocidad de las ondas lumínicas, varía dependiendo del material que atraviese. Este método no solo ha servido para determinar el grosor y los límites de cada capa sino también su composición. El núcleo es de naturaleza metálica y el manto y la corteza de naturaleza lítica o rocosa. Una consecuencia de que el núcleo sea metálico (formado principalmente por hierro y níquel) es la existencia de un campo magnético o magnetosfera que envuelve nuestro planeta. Esta capa se origina por la fricción del núcleo interno metálico con una capa externa fundida conocida como núcleo externo. La evidencia más obvia de la existencia de un campo magnético es que el hierro se orienta respecto al mismo.
Así, a muy grandes rasgos, sería nuestro hermoso planeta azul, una esfera itinerante que forma parte de un Sistema Solar también errante y sumergido en la inmensidad de la Vía Láctea. A este modelo se ha llegado después de que sabias mentes como Eratóstenes, Aristarco de Samos, Copérnico, Giordano Bruno, Galileo o Newton hayan vertido sus esfuerzos en desvelar este gran enigma. Sin embargo, parece que sus esfuerzos hayan caído en saco roto porque, como ya hemos visto, todo este modelo es inservible e imposible para los terraplanistas, quienes afirman que todas estas evidencias no son sino ilusiones y engaños muy bien orquestados.
Los intentos de demostrar la Tierra plana
Aunque para muchos esta creencia pueda suponer una broma abanderada por unos chalados que buscan notoriedad en las redes sociales o vender su propaganda, lo cierto es que los terraplanistas se han tomado muy en serio sus ideales y están dispuestos a todo para demostrarlos. Ya de primeras, los terraplanistas han organizado dos ediciones de la Conferencia Internacional de la Tierra Plana (2017 y 2018), en las que un conjunto de “expertos” expone sus ideas en diversas ponencias. Incluso, el comité de organización de este evento ha organizado para el año 2020 un crucero con el objetivo exclusivo de alcanzar el muro de hielo antártico que rodea el disco terráqueo, con la inversión que ello requerirá. Aunque se toparán con un gran problema: los sistemas de navegación de los barcos están programados en base a que la Tierra es esférica. Veremos cómo evolucionan los acontecimientos…
El ya mencionado rapero B.o.B. también está intentado demostrar este modelo. Para ello ha pedido ayuda para financiar mediante crowdfunding el lanzamiento de un satélite con un coste de 200000$ para comprobar definitivamente si nuestro planeta es redondo o no. No obstante, todos estos intentos se quedan en meras anécdotas si los comparamos con las peripecias de Mike “Mad” (loco) Hughes. Este conductor de limusinas sexagenario se ha propuesto volar en un cohete construido por él mismo para comprobar la forma de la Tierra. Y ya lo ha hecho… en dos ocasiones, ambas con un final desastroso.
El primer intento lo llevó a cabo a finales de 2017 en medio de la nada, en la desértica área de Amboy, California, en pleno desierto de Mojave. Durante dos años estuvo ensamblando el cohete bermellón de 20000 dólares con el que iba a demostrar su convencimiento sobre la Tierra discoidal. Aunque chirría el letrero Research Flat Earth (Investigación Tierra Plana) en el lateral de la aeronave, a simple vista parece un aparato moderno y efectivo, aunque anteriormente tuvo problemas técnicos y averías con la plataforma lanzacohetes. No obstante, sus sueños se vieron truncados en esa ocasión por el impedimento que le impuso la Oficina de Gestión de Tierras estadounidense para utilizar tierras públicas para aquel menester.
Esto no supuso ningún obstáculo para el temerario Mike, que para la siguiente vez se aseguró de llevar a cabo su experimento en tierras privadas. En febrero de 2018 y encarándose contra los organismos oficiales (como buen terraplanista), intentó despegar en aquel vuelo tripulado. Para demostrar su arrojo, mandó transmitir en directo el experimento, pero para su desgracia el cohete ni siquiera se activó, así que lo tuvo que volver a retrasar. Al fin, el 25 de marzo consiguió su cometido: salir disparado hacia los cielos, aunque no sabemos si alcanzó la altura deseada y comprobó sus sospechas. El caso es que alcanzó casi 600 metros de altura y la prueba casi acaba en tragedia, pues como puede verse en el vídeo que dejamos a continuación, el aterrizaje es un tanto brusco, aunque sea con paracaídas de por medio.
Como puede deducirse de sus entradas más recientes en Facebook, parece que este año está preparando otra prueba más. ¿Será la definitiva para este mediático y peculiar personaje? En caso de que resulte exitosa, Hughes apuntará directamente hacia su meta final: darse un paseo por el espacio. Todo ello sin emplear la ciencia, ya que el loco Hughes no cree en ella. Según él, los principios básicos de la física, la aeronáutica y la ingeniería son sólo fórmulas, nada que tenga que ver con la ciencia…
El tan esperado vuelo sucedió el sábado 22 de febrero de 2020 en California. Fue su último viaje en cohete. Como era de esperar, tarde o temprano tenía que ocurrir una desgracia. Su objetivo era alcanzar los 1524 metros de altura para fotografiar el horizonte y comprobar si existía alguna curvatura o no. No le dio tiempo. Durante el despegue, el paracaídas del cohete se desprendió, dejando al loco Mike a su suerte. No tardó mucho hasta que el cohete comenzó a precipitarse hacia el suelo con Hughes en su interior, atraído por la gravedad terrestre que muchos terraplanistas se obcecan en negar. Hacia las 14:00 horas el loco Mike falleció sin remedio.
Pero, ¿qué es un terraplanista?
Las tesis terraplanistas actuales han nacido al amparo de las redes sociales e Internet y de los fakes y conspiranoias que pululan y se alimentan de las mismas. Son ciertamente más complejas que las tesis de hace unos siglos. Un somero análisis de las mismas denota su naturaleza. Son un totum revolutum formado por fragmentos de diversas conspiraciones sociales y científicas: poderes en las sombras que conspiran contra la humanidad, el “apoloescepticismo”, masones e Illuminatis que gobiernan el devenir del ser humano. Sin embargo, la más conspicua de todas ellas es el ocultamiento deliberado de la Verdad por las instituciones y el poder en las sombras. Todo un grupúsculo de individuos y de instituciones gubernamentales elitistas luchan por evitar que “despertemos” y conozcamos esa Verdad que, según afirman los defensores de estas teorías, nos hará libres. Porque esa información fundamental es una “Verdad” con mayúsculas capaz de modificar el destino de la humanidad.
Otra creencia general de los terraplanistas es la de ser los paladines de la Verdad, los que están despiertos. Este rasgo mesiánico les ha encaminado a llevar a cabo una misión vital: purgar la ignorancia de la sociedad, rebelarse contra los poderes establecidos y engatusadores y divulgar la Verdad para que la humanidad despierte. Porque quienes están en posesión de esta Verdad son una minoría rodeada de una población adoctrinada y aborregada. Realmente, esta característica no es propia de los terraplanistas, sino que en general la ostentan aquellos que defienden “verdades” demoledoras y totalmente opuestas a las que sostienen la mayoría. Este tipo de creencias no son baladí, tienen un carácter terapéutico y satisfactorio para el creyente. Creer estar en posesión de una verdad oculta significa sobresalir de entre la masa ignorante y ciega, te hace sentirte único, lo cual sienta bien. Y si además esa verdad puede explicarlo todo de un plumazo (las tesis terraplanistas desvelan, además, quienes son los dueños del mundo, cuáles son sus planes y sus debilidades), hace sentir importante al portador de estos pensamientos, aunque este ego suelan ocultarlo tras una pátina de humildad y desinterés. Y, más importante aún, palia la angustia causada por tener demasiados interrogantes sobre las cuestiones de un mundo cada vez más complejo, globalizado y entrelazado y, a veces oscuro. Un mundo que evoluciona hacia la complejidad. Culpar de todo este embrollo a un mare magnum de individuos, instituciones y organizaciones secretas permite obtener la respuesta de por qué el mundo es tan complejo. Encontrar un nexo en común entre todo, algo muy común en las conspiraciones, ayuda a construir una estabilidad. Pero esto no significa que esa síntesis sea cierta.
Normalmente, y para dar más credibilidad a sus argumentos, dicen los terraplanistas que se basan en observaciones e investigaciones rigurosas y científicas. No obstante, ya hemos detallado que toda la tesis terraplanista se basa en la percepción sensitiva y en la exégesis de los textos bíblicos fundamentalmente. La investigación brilla por su ausencia. La base de esta teoría es, por tanto, la visión de una serie de fenómenos que, completamente desnudos y sin haberlos sometido a controles científicos, se ofrecen al observador aparentemente como tales. Desgraciadamente nuestros sentidos son fiables hasta cierto punto. Si bien el horizonte lo vemos como una línea recta, no es menos cierto que cuando introducimos un palo en un vaso de agua este asemeja doblarse instantáneamente y, sin embargo, el palo no ha sufrido ninguna modificación, continúa manteniendo su estructura intacta. Gracias a la investigación científica sabemos que esta ilusión óptica se debe a la refracción de la luz por la modificación de su velocidad cuando pasa de un medio menos denso (el aire) a otro más denso (el agua en este caso).
Ahora bien, ¿por qué estas ideas llegan y convencen a tantas personas? Ya hemos mencionado antes algunas cuestiones relacionadas a este respecto, pero podríamos añadir otras: el terraplanismo actual da explicación a varios enigmas rápida y sencillamente, eliminando de un plumazo la angustia de la ignorancia y el desconcierto; permite la inclusión en un grupo cerrado de personas que se apoyan y auto convencen mutuamente y son incomprendidas por la sociedad que, sin embargo, poseen las certezas y la verdad para transformar el mundo y que, además, reivindican el librepensamiento y el ir contracorriente; permite considerarse a uno mismo diferente del resto del mundo por tener unas opiniones diametralmente diferentes a las del común de los mortales; los argumentos que se emplean son simples y fácilmente comprensibles, sustentados supuestamente en una base contrastada de evidencias que pueden corroborarse con la experiencia personal, sin tener que acudir a tediosas formulaciones ni a trabajos científicos excesivamente técnicos, si bien es cierto que algunas premisas, las más difícilmente demostrables mediante la experiencia, sí requieren de ciertas capacitaciones y bagaje intelectual para entenderlas, por lo que las personas que no reúnan esas condiciones no podrán refutarlas y no les quedará más remedio que creer.
Esto último puede visualizarse en las redes sociales. Cuando un terraplanista vierte sus sentencias, las contestaciones que recibe de los escépticos son siempre las mismas: falacias ad hominem, insultos y preguntas para intentar sorprenderlo con las defensas bajas. Pero son muy pocos quienes realmente son capaces de rebatir con argumentos esas afirmaciones. Al final, este factor les alimenta y les hace regocijarse aún más. Nunca antes ha sucedido que, teniendo tanta información como tenemos ahora, estemos más desinformados que nunca.
Hasta aquí este primer artículo sobre el terraplanismo. Hemos tratado de dar una serie de pinceladas sobre este fenómeno social y de elaborar una suerte de perfil psicológico del terraplanista típico. Para no hacerlo más extenso terminamos aquí. Publicaremos tres partes más para profundizar más en este asunto. En las dos siguientes partes analizamos los argumentos terraplanistas más empleados y los enfrentaremos con los hechos científicos que sostienen el modelo de Tierra esférica:
Dossier terraplanismo (parte 2): Tierra plana VS Tierra esférica. La “Teoría de la Tierra Plana”, a examen
Dossier terraplanismo (parte 3): Tierra plana VS Tierra esférica. Últimos análisis de la “Teoría de la Tierra Plana” y conclusiones
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