Dossier “BULOS DE LA PANDEMIA”. La presunta violación de los postulados de Koch

Ya hemos hablado de Robert Koch en anteriores artículos. Fue un médico alemán muy importante por señalar a los culpables causantes de muchas enfermedades infecciosas: las bacterias. De hecho, se le considera uno de los padres de la microbiología. Entre otras cosas, a Koch le debemos el descubrimiento del agente etiológico de la tuberculosis, Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch, que tantísimas vidas se ha cobrado a lo largo de la historia, o de Bacillus anthracis, la bacteria causante del ántrax o carbunco. Los procedimientos que llevó a cabo y que condujeron a sus famosos descubrimientos fueron bautizados como los postulados de Henle-Koch (Jakob Henle fue el maestro de Koch, quien utilizó los trabajos previos de su mentor para desarrollar los famosos postulados), y básicamente constituyen un sistema para demostrar la relación entre un agente infeccioso y una patología. Son los siguientes y son aplicables tanto para personas como para animales:

1. El patógeno ha de estar presente en los individuos enfermos y ausente en los sanos.

2. Se tiene que poder extraer de los organismos infectados y cultivar en un medio puro.

3. Cuando se extrae del cultivo y se inocula en un individuo sano, debe producir en él la enfermedad en cuestión.

4. Al realizar una extracción del patógeno del huésped enfermo, se tiene que recuperar el mismo patógeno que previamente se le había inoculado.

A primera vista nos damos cuenta de que hay ciertos principios que no se cumplen con el SARS-CoV-2. Empezando por el primero, ya que muchas personas son asintomáticas y no desarrollan la COVID-19 aunque tengan el virus. A raíz de estas presuntas incongruencias, los conspiranoicos niegan que exista el SARS-CoV-2 y, por tanto, todo se debe a una “plandemia” que utiliza una enfermedad inexistente como subterfugio para imponer un estado totalitario global.

No obstante, a los negacionistas se les ha olvidado deliberadamente detallar algunas cosas. El propio Koch ya tuvo varios problemas desde el principio para cumplir con todos sus postulados, reconociendo que existían varias excepciones a sus “leyes” metodológicas. Por ejemplo, le fue imposible aislar en un medio puro la bacteria de la lepra (Mycobacterium leprae). Ni siquiera nosotros hemos podido a día de hoy con nuestra tecnología (irónicamente, los negacionistas no dicen nada acerca de esto, como la lepra no está de moda…). ¿Eso implica que ese microorganismo o la enfermedad que provoca no existen? Lógicamente es un disparate defender semejante tontería.

Koch también tuvo diversos problemas con enfermedades como el cólera. Su agente etiológico, la bacteria Vibrio cholerae, descubierta asimismo por el médico, no provoca la enfermedad en todos los infectados. De hecho, a partir de este caso Koch acuña el término “portador sano” para hacer referencia a los pacientes asintomáticos. Otro postulado que no se cumple y que no por ello invalida la existencia de un patógeno o la enfermedad que produce. Hay muchos otros agentes infecciosos que no producen síntomas en un determinado porcentaje de personas expuestas a los mismos, empezando por el causante de la tuberculosis (se estima que 1/3 de la población mundial está infectada con el bacilo de Koch y es asintomática), pero también el de la polio, el herpes o la hepatitis C (todas ellas desencadenadas por virus).

Hay otro problema adicional, porque, en un principio, Koch diseñó sus postulados específicamente para identificar patologías bacterianas. Teniendo en cuenta también a los virus y sus diversos comportamientos, el científico se habría visto obligado a modificar sus postulados (y, efectivamente, tanto él como científicos posteriores lo tuvieron que hacer según avanzaba el conocimiento). Hay diversos virus que pueden causar patologías similares, otros que desencadenan diversas patologías o síntomas muy distintos (como el SARS-CoV-2) o virus que, por el momento, son muy difíciles de cultivar en “medios puros” (ya sea porque no se ha encontrado el medio o la técnica adecuada o porque mutan tan frecuentemente que no hay un modelo estándar del virus, sino un montón de cepas y variantes, como ocurre con los virus ARN).

De todas formas, los negacionistas están anclados en el pasado. Hay muchos agentes infecciosos que ya no se identifican cultivándolos en placas Petri como hacía Koch, sino con sofisticadas técnicas de inmunohistoquímica, secuenciación genómica, inmunofluorescencia y diversas técnicas de microscopía. Aunque, ya que la investigación no es su fuerte, seguramente no hayan escuchado hablar nunca sobre estas cuestiones.

Los postulados de Koch claramente han sido una herramienta esencial para el avance del conocimiento médico, pero no dejan de ser un constructo humano sujeto a modificaciones y actualizaciones según van avanzando y cambiando los tiempos, como toda invención propiamente humana.

¿Se ha aislado el virus en alguna ocasión?

En relación con lo anterior, los negacionistas asumen que el SARS-CoV-2 jamás se ha aislado de una persona infectada, violándose así uno de los principios básicos de los postulados de Koch. Poco hay que decir aquí: es totalmente falso. Hasta tenemos fecha y lugar de la primera vez que se aisló de un paciente infectado: Wuhan (China), diciembre de 2019, que es cuando salta a la fama. Se obtuvo a partir de un lavado broncoalveolar. Desde entonces, se ha aislado docenas de veces para caracterizarlo en detalle y comprobar su evolución en organismos de prueba, como macacos, ratones o hámster.

Las sospechas de los negacionistas proceden de uno de los primeros trabajos que se publicaron sobre la COVID-19 en la revista The New England Journal of Medicine, allá por enero del año pasado, en el que, por cierto, se secuencia por primera vez su genoma. En la discusión, los autores reconocen que no han seguido todos los postulados de Koch (si levantara cabeza…), ya que, cuando aislaron los virus de varias muestras de pacientes con neumonía, no los volvieron a inocular en modelos animales para estudiar si generaban la enfermedad observada en personas. Pero bueno, ya hemos visto que no es absolutamente imprescindible seguir los postulados gracias a la gran cantidad de alternativas metodológicas disponibles. A falta de eso, los autores tomaron una bonita fotografía del virus (la primera), lo que también les ayudó a asociar el SARS-CoV-2 con el grupo de los coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también anunció el 16 de abril de 2020, pocas semanas después de que se declarara la COVID-19 como pandemia mundial, que un equipo compuesto por 13 laboratorios iba a verificar el cumplimiento de los protocolos de Koch, puesto que por la gravedad de la pandemia y su rápida evolución las investigaciones habían procedido dando por hecho que el nuevo coronavirus era el causante de la COVID-19 (no por nada, sino porque, efectivamente, muchos estudios habían encontrado un nuevo coronavirus en pacientes con neumonías atípicas y otros cuadros clínicos que no se podían asociar íntegramente con patógenos ya conocidos). De todas maneras, me pregunto: si todo esto responde a un maquiavélico plan ultrasecreto, ¿por qué los científicos y la OMS reconocen que no han seguido los principios de Koch? ¿Acaso no deberían ocultarlo por todos los medios?

Sea como fuere, a partir de entonces, numerosos trabajos han seguido la metodología de Koch para corroborar definitivamente la relación entre SARS-CoV-2 y COVID-19, confirmando lo que ya se había deducido por otras vías.

Podemos poner varios ejemplos de los cientos que se pueden encontrar en la literatura científica y en los que los negacionistas no han reparado (para evitar que sus argumentos se fuesen al traste). A finales de mayo se publicó un trabajo en Science escrito por Barry Rockx, del Erasmus University Medical Center de Países Bajos, y colaboradores en el que trataron de estudiar la patogénesis del SARS-CoV-2 en Macaca fascicularis, un modelo animal que ya se había empleado con los virus SARS-CoV-1 y MERS. El objetivo era comparar la patogénesis de los tres virus en el mismo modelo animal. Para ello, los científicos aislaron el virus de un turista alemán que se había contagiado en China. Posteriormente lo inocularon en varios macacos por distintas vías para, por último, recuperarlo y caracterizarlo mediante PCR y cultivo.

Un equipo de 24 científicos encabezados por el virólogo Jasper Fuk-Woo Chan logró cumplir los postulados de Koch por medio de hámster sirios (Mesocricetus auratus). Obtuvieron el virus de un aspirado nasofaríngeo de un paciente infectado de Hong Kong. Amplificaron la muestra inoculándola en un cultivo de células Vero E6, un linaje celular obtenido en su momento del epitelio renal de un primate africano. Después de infectar a varios roedores y comprobar cambios comportamentales e histopatológicos típicos de la COVID-19 y la síntesis de anticuerpos contra el coronavirus, les realizaron la necropsia para recuperar muestras puras del virus. Como dato adicional, también registraron contagios de individuos infectados a individuos sanos por contacto estrecho.

En otro estudio, este publicado en la revista Cell, los autores consiguieron reproducir la enfermedad en ratones transgénicos. El problema con las ratas y ratones es que tienen un receptor ACE2 diferente al del humano, así que para optimizar la infección hay que introducirles un receptor similar al nuestro. Los expertos ya han salvado este obstáculo con ratones transgénicos que expresan el receptor ACE2 humano. Al igual que en los ejemplos anteriores, se cumplieron exitosamente con los postulados de Koch. De hecho, los ratones desarrollaron síntomas que típicamente también manifiestan las personas sintomáticas.

En un trabajo publicado en Cell Research, el virólogo Chao Shan y colaboradores infectaron con el SARS-CoV-2 (aislado de un paciente enfermo de Wuhan en 2019) a macacos Rhesus sanos para estudiar su evolución clínica. Finalmente, consiguieron extraer muestras puras del virus y secuenciarlo.

En nuestro artículo “Todas las claves del coronavirus (SARS-CoV-2), el nuevo enemigo invisible” mencionábamos un estudio en el que los autores, encabezados por el doctor Jianzhong Shi, investigaron la susceptibilidad y transmisibilidad del SARS-CoV-2 en distintos grupos de animales: perros, pollos, cerdos, patos, gatos y hurones. Encontraron que los animales más susceptibles a la infección fueron los gatos y los hurones. Pues bien, en el experimento emplearon dos cepas distintas del coronavirus: una aislada en el famoso mercado húmedo de mariscos de Huanan, en Wuhan, y otra en un paciente infectado.

Así podríamos seguir durante muchas líneas más: mencionando docenas y docenas de otros artículos en los que se cumplen los postulados de Koch a rajatabla y en los que se demuestra sin lugar a dudas que el virus se ha aislado en múltiples ocasiones. Incluso, los científicos se han molestado en hacer vídeos, como el que os dejamos a continuación en time-lapse y en el que podréis ver un cultivo de células renales expuesto al SARS-CoV-2. El número creciente de puntos negros son células siendo infectadas por el virus.