Aunque hoy lo recordemos como un episodio honorable e impresionante, lo cierto es que la misión Apolo 11 fue todo estrés y angustia. Las probabilidades de ir y volver de la Luna sanos y salvos eran realmente bajas. Quizás por eso el entonces presidente Richard Nixon prefirió cubrirse las espaldas mandando escribir un memorando titulado In Event of Moon Disaster como homenaje a los astronautas en caso de que nunca regresaran de Selene. Afortunadamente nunca tuvo que pronunciarlo.
Neil Armstrong fue el primer ser humano en poner un pie en la Luna, pero no debemos olvidar el indudable y escatológico reconocimiento de su compañero de odisea selenita, Buzz Aldrin: fue el primer ser humano en orinar en la Luna. El problema que tuvo es que al saltar al suelo lunar, su bolsa de orina del traje espacial se rompió y toda su excreción fue a parar a la bota izquierda. Vamos, que durante toda la caminata lunar tuvo el pie húmedo…
La peor pesadilla de los astronautas casi se hizo realidad. Después de terminar su paseo lunar de dos horas y media entraron en el módulo lunar “Eagle” listos para retornar con su compañero Michael Collins. Podemos imaginar a Armstrong y a Aldrin con los rostros desencajados al comprobar que el fusible cortacircuitos encargado del encendido del motor del “Eagle” estaba roto. Menos mal que Aldrin puso a prueba sus conocimientos de ingeniero y arregló el estropicio… con un bolígrafo de plástico. Unos pocos centavos sirvieron para reparar una maquinaria de millones de dólares…
El logo del Apolo 11 tiene un gazapo importante. Desde ese punto de vista, el orbe terráqueo que aparece al fondo debería estar ensombrecido por su parte inferior, no por su mitad izquierda. Y eso que en las fotografías del Apolo 10 ya se intuía.
Cuando los astronautas amerizaron con éxito el 24 de julio de 1969 en el Pacífico Norte rápidamente fueron puestos en cuarentena (que en total duró 21 días) y desinfectados junto al vehículo espacial por si acaso traían algún patógeno extraterrestre potencialmente peligroso. Estos procedimientos se realizaron únicamente en dos ocasiones más: con las misiones Apolo 13 y 14. Entonces se constató definitivamente que la Luna era un mundo muerto y que no albergaba ningún tipo de vida.