Son comprensibles las supersticiones y el gran respeto que los marineros muestran al insondable océano. Continúa siendo ese gran desconocido, continente de sorpresas y peligros inesperados. Cierto es que algunos fenómenos pueden preverse con antelación en virtud de patrones y procesos físicos conocidos, pero otros pueden manifestarse de forma más abrupta e inesperada.
Ernest Shackleton, el gran explorador antártico, lo sabía bien. En 1916, cuando su barco Endurance encalló en los hielos polares y se hundió, el aventurero y el resto de la tripulación se dirigieron hacia Georgia del Sur en un bote salvavidas1, 2. Para su desgracia, el peligro no terminó ahí. «¡¡Por el amor de Dios, agárrate, ya nos tiene!!», gritó aterrorizado al ver cómo una inabarcable pared de agua se abalanzaba imparable sobre ellos2. Por suerte, el bote sobrevivió a la embestida y pudieron llegar a tierra sanos y a salvo. Shackleton se convirtió así en testigo de una ola rebelde o vagabunda1, 2.
Se estima que estos titanes del océano pueden alcanzar 30 metros de altura en condiciones favorables1. Hasta hace poco, se consideraban meras leyendas y desvaríos de marineros supersticiosos, pero la bautizada como Ola de Año Nuevo rompió con la incertidumbre. Una mole de 25 metros de altura embistió la plataforma petrolífera Draupner en el Mar del Norte el 1 de enero de 1995, de ahí su nombre1.
Las olas rebeldes pueden definirse como aquellas cuya altura de cresta a valle es más del doble de la altura promedio del tercio más alto de las olas de una muestra3. Son relativamente inesperadas y por ello se estudian mediante simulaciones de laboratorio y monitorizándolas a distancia. El principal generador de este fenómeno serían los fuertes vientos mantenidos que favorecerían la acumulación energética según la ola va recorriendo distancia1, pero hay más mecanismos que también influirían, como las corrientes oceánicas1, 3, además de muchos otros cuya importancia aun no ha sido totalmente precisada. Cuando una de estas olas avanza en dirección contraria a la de una corriente, se produce la ralentización de la onda y la ganancia en altura y potencia3. Otro posible mecanismo propuesto es la interacción y superposición de ondas lineales3, 4. Todos estos fenómenos responden a una mecánica lineal, según la cual, el resultado final es la suma exacta de los resultados individuales derivados de los componentes que constituyen el fenómeno3, 4. Sin embargo, el avance en el conocimiento ha permitido discernir el importante papel de los mecanismos no lineales, esto es, cuando el resultado obtenido es mayor que la suma de los componentes individuales3, 4. Así, cuando dos ondas no lineales (también llamadas solitones) coinciden, la altura combinada de la onda generada es mayor que la suma.
Teniendo todo esto en cuenta, algunos científicos han tenido a bien reparar en una de las manifestaciones artísticas más conocidas de Japón: La Gran Ola de Kanagawa, la obra maestra de Katsushika Hokusai. Todavía es habitual comparar la imagen con un tsunami, empero, sus características hacen más plausible la hipótesis de la ola rebelde.
La estampa fue compuesta entre 1831 y 1833. Representa a un grupo de pescadores a punto de ser aplastados por una enorme mole de agua que ya está rompiendo. Al fondo puede distinguirse tímidamente el sagrado monte Fuji. De hecho, esta obra forma parte de una colección de 46 estampas (Treinta y seis vistas del monte Fuji, a las que acabó añadiendo 10 más) donde el monte es el verdadero protagonista3, 4. La Gran Ola tuvo una gran aceptación en los círculos artísticos occidentales y fue una gran fuente de inspiración para el movimiento modernista y para artistas de la talla de Vincent van Gogh (seguro que encuentras similitudes entre La Gran Ola y La noche estrellada) o Gustav Klimt entre otros muchos3, 4.
En comparación con las embarcaciones y los pescadores, la altura de la ola se ha estimado en torno a los 10-12 metros3. El escenario se ha situado en algún punto alejado 3 Km de la costa dentro de la bahía de Tokio4. En este contexto, semejante tamaño cabría asociarlo con una ola rebelde. Otro motivo por el cual la asociación con un tsunami no sería realista es su morfología: los tsunamis no son tan grandes y su longitud de onda es bastante mayor en mar abierto3, 4. Por tanto, lo que habría representado Hokusai mediante su hipertrofiada capacidad para plasmar la naturaleza con un nivel de realismo asombroso sería una monstruosa ola rebelde o vagabunda.
REFERENCIAS
Kotze, P. (2021). A merced de las olas colosales. Muy Interesante, 482, 86-93.
Shackleton, E. (1999). South. The Endurance Expedition. Londres: Penguin.
Cartwright, J.H.E., Nakamura, H. (2009). What kind of a wave is Hokusai’s Great Wave off Kanagawa? Notes Rec. R. Soc., 63, 119-135. https://doi.org/10.1098/rsnr.2007.0039
Dudley, J.M., Sarano, V., Dias, F. (2013). On Hokusai’s Great Wave off Kanagawa: localizations, linearity and a rogue wave in sub-Antarctic waters. Notes Rec. R. Soc., 67, 159-164. https://doi.org/10.1098/rsnr.2012.0066