¿Se imaginan una ola de proporciones bíblicas capaz de anegar y destruir parte de Europa y África occidental y las costas orientales de América? Pues eso predice un modelo matemático publicado en el año 2001 por una pareja de geólogos. Este estudio predice que tal suceso podría ser desencadenado por un volcán de La Palma que, aunque su existencia esté ensombrecida por la del famoso Teide, podría ser más importante de lo que creemos
Algunas personas creen que nuestro planeta aprovecha determinadas circunstancias para ejecutar su venganza contra ese mono sin pelo que lleva bastante tiempo maltratándolo, que como organismo vivo tendría una suerte de sistema inmunitario que lucha por expulsar de su organismo a los seres que lo están diezmando. Las respuestas que llevaría a cabo ese sistema inmune planetario serían las catástrofes naturales. Por otro lado, otros defienden que esos funestos acontecimientos que se cobran millares de vidas son realmente procesos que deben ocurrir siguiendo las leyes de la geofísica y de la geología que gobiernan en nuestro planeta. No obstante e independientemente de la causa de los desastres naturales, lo único cierto es que nuestra especie, esa misma que se cree líder de la evolución, está indefensa contra las ineludibles fuerzas de la naturaleza, que en varias ocasiones han borrado de la faz del planeta civilizaciones enteras en un abrir y cerrar de ojos. Tal es nuestra futilidad.
Desde los albores de la humanidad, hemos sido conscientes de que hay fuerzas que nos superan, aunque de una u otra manera hemos intentado enfrentarnos a ellas. Al principio, luchábamos de una forma pasiva, casi sometiéndonos a ellas. Pensábamos que eran los furibundos dioses los que dirigían su ira contra nosotros por no rendirles culto adecuadamente, mientras que nosotros intentábamos apaciguarles ofreciéndoles todo tipo de exvotos y ofrendas. Actualmente, el Homo sapiens intenta defenderse y prever esos cataclismos por medio de la ciencia y la tecnología, y aunque hayamos dado grandes pasos, aún estamos en pañales al respecto. En la mayoría de los casos, las catástrofes naturales suceden sin que nosotros podamos evitarlas.
Una de esas catástrofes, que se encuentra en el limbo entre la plausibilidad y la mera fábula, podría iniciarse en el archipiélago canario, concretamente en la isla de La Palma, donde un volcán cuyo nombre despierta temores atávicos en muchos podría burlar a la humanidad de nuevo.
El Cumbre Vieja
El sobrenombre que recibe esta isla volcánica hace honor a su belleza natural. Es conocida como “la isla bonita” y es la isla más noroccidental del archipiélago canario. Además es desde 2002 Reserva de la Biosfera. Pero no debemos subestimarla, pues su superficie está sembrada de volcanes. Los picos del Taburiente, del Fuencaliente, de El Charco, etc., se yerguen majestuosos tocando los cielos de La Palma. Pero en esta entrada nos centraremos exclusivamente en uno de ellos, al que todavía no hemos dado la presentación que se merece.
Hablamos del volcán Cumbre Vieja. Es uno de los volcanes más jóvenes de la isla, pues las rocas más antiguas han sido datadas en 125000 años aproximadamente, y su pico alcanza los dos kilómetros de altura por encima del nivel del mar. Se encuentra en el sur de La Palma y prácticamente ocupa la mitad de la misma. Se le considera uno de los más activos de la isla. De hecho, en épocas históricas ha entrado en erupción 7 veces, siendo la última en 1971. Ha sido noticia en varias ocasiones recientemente por los movimientos y enjambres sísmicos (seísmos con varias réplicas) que se han detectado en sus proximidades. Por ejemplo, el pasado octubre se detectaron cerca de 200 seísmos de baja intensidad en la zona sur de la isla en varios días consecutivos. Esto ha hecho saltar las alarmas ante un supuesto riesgo inminente de erupción, que conllevaría un desastre de proporciones inimaginables. Sin embargo, los expertos aseguran que es normal que en un volcán activo se registren seísmos. Aún así, el miedo no se diluye. Es curioso, ya que no se presta tanta atención a otras situaciones similares que suceden en otras partes del mundo. Algo especial tiene el Cumbre Vieja para que los medios de comunicación y diversos portales de Internet más y menos serios le dediquen tantos párrafos. Y para comprenderlo, tenemos que viajar en nuestra particular máquina del tiempo al año 2001.
El modelo catastrófico de Ward y Day
Aquel año, la revista científica Geophysical Research Letters publicó un artículo cuyo eco ha llegado hasta nuestros días, ya que vuelve a ver la luz cada vez que ocurre algún temblor cerca del volcán. Aquel trabajo estaba firmado por dos geólogos: Steven N. Ward, de la Universidad de California, y Simon Day, de la University College de Londres. Estos autores trataron de someter a prueba una inquietante hipótesis: ¿podría el Cumbre Vieja colapsar y causar un colosal tsunami que destruyera las costas orientales americanas y las costas atlánticas de los países africanos y europeos cercanos a La Palma? Antes de responder a esta pregunta, vayamos por partes.
¿Por qué se centraron en el Cumbre Vieja y no en otro volcán? Como ya hemos mencionado, el Cumbre Vieja ha entrado en erupción en siete ocasiones durante el periodo histórico. Las dos últimas veces sucedieron en 1949 y en 1971 respectivamente. Sin embargo, fue la erupción de 1949 la que puso en alerta a los expertos. Aquel acontecimiento generó una falla o fractura bajo el flanco occidental del volcán, lo que lo haría más inestable. Para más inri, ese mismo lado ya era de por sí inestable según Ward y Day, ya que se sustenta sobre una plataforma formada por la acumulación inestable de sedimentos generados durante las anteriores erupciones. Para una mejor visualización, imaginemos un edificio levantado sobre una montaña de piedras sin cementar.
A partir de estos datos, Ward y Day elaboraron un modelo matemático empleando una serie de ecuaciones para evaluar la posibilidad de colapso y consecuente caída al océano del flanco occidental del volcán y el supuesto tsunami que este deslizamiento provocaría. Asimismo, estudiaron el peor escenario posible que, siempre según sus predicciones, consistiría en el desprendimiento de nada más y nada menos que de 500 Km3 del flanco oeste del Cumbre Vieja. Sus conclusiones no pudieron ser más desesperanzadoras: un evento de estas características era posible, de hecho una futura erupción del volcán podría abrir la falla subterránea del flanco occidental completamente y lanzar centenares de kilómetros cúbicos de material al agua. Pero lo peor de todo es lo que vendría después: un tsunami titánico que alcanzaría inicialmente los 500 metros de altura y que se desplazaría a más de 800 Km/h. Esta fortaleza líquida arrasaría con todo a su paso y llegaría a algunas costas de África y de la Península Ibérica con olas de unos 5 a 7 metros. Tal sería su magnitud que sus apocalípticos ecos llegarían a varias playas del este de América con olas de 25 metros. El resto ya es historia. Desde entonces, numerosos documentales y titulares han dado pábulo a este estudio y el miedo hacia el Cumbre Vieja resurge cada vez que se produce algún seísmo en la zona, por pequeño que sea.
Podría parecer a priori que las cifras dadas por la pareja de geólogos son demasiado exageradas y que el modelo no responde a una situación real. Sea como fuere, eventos similares al propuesto han ocurrido en distintas partes del mundo. Veamos algunos de ellos.
Los precedentes
Sin salir de La Palma, el tocayo del volcán Cumbre Vieja, el Cumbre Nueva, sufrió un deslizamiento de grandes proporciones de su lado occidental hace unos 560000 años. Se estima que unos 200 Km3 se sumergieron en el océano causando un tsunami de proporciones importantes.
Continuando en territorio canario, una investigación del año 2017 y publicada en Nature communications encontró depósitos dejados por tsunamis en la isla de Tenerife… a 132 metros sobre el nivel del mar. De nuevo, el colapso de un fragmento de un volcán provocó las olas.
Adentrándonos ya en épocas históricas, en 1888 y al este de Nueva Guinea, el volcán Ritter colapsó tras una batería de erupciones, mandando entre 4 – 5 Km3 de tierra al océano. Provocó varios tsunamis, algunos de hasta 15 metros, y de cuyos verdaderos impactos poco se sabe. Aún así, el suceso debió de intimidar a los nativos del lugar, pues el relato del fenómeno aún perdura en la tradición oral.
El 18 de mayo de 1980, una masa descomunal del flanco norte del Monte Santa Helena (Washington) se precipitó sobre el lago aledaño, generando olas de 250 metros de altura. En este caso, el deslizamiento de tierras sobrevino por una erupción que fundió súbitamente el casquete polar de la cúspide. Tanto el deslizamiento como los tsunamis robaron la vida a 57 personas y destruyeron cuantiosos bienes materiales.
¡Que no cunda el pánico!
Visto lo visto, parece que es común que los volcanes colapsen de vez en cuando y provoquen tsunamis con un gran poder destructivo. En consecuencia, el modelo de Ward y Day no es nada halagüeño y parece que no hay posibilidad de escapar de la ira del Cumbre Vieja. Sin embargo, aun queda un atisbo de esperanza.
Lo que apenas se cuenta cuando se habla del Cumbre Vieja y su pronóstico fatal es que el modelo de los geólogos ha recibido en muchas ocasiones críticas y refutaciones. Empezando porque no todas las premisas en que basan su modelo se cumplen. Por ejemplo, está comprobado que el flanco occidental del monte está ciertamente situado sobre un soporte de sedimentos inestable, pero lo que todavía no está comprobado de forma concluyente es que exista una grieta subterránea que atraviese esa región, según afirman científicos del Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcán). Además, recordemos que Ward y Day hacían especial hincapié en que una futura erupción abriría totalmente la grieta subterránea que generó la erupción de 1949. Sin embargo, otra erupción ocurrió en los años setenta y no pasó nada. Asimismo, el volcán no es tan inestable como la pareja de geólogos propusieron. Los científicos de Involcán claman incluso que para llegar a un grado de inestabilidad destacable habría de ocurrir simultáneamente una fuerte erupción explosiva combinada con terremotos de gran magnitud, algo que de momento parece improbable. Por otro lado, es cierta la posibilidad de corrimiento de tierras y un posterior tsunami de proporciones ciclópeas, aunque la probabilidad es más bien baja. De hecho, la humanidad ha asistido a muy pocos eventos de este tipo.
Otros modelos matemáticos e informáticos se han venido realizando hasta ahora empleando herramientas más refinadas y efectivas. Según estos nuevos modelos, aunque posiblemente el volcán Cumbre Vieja acabará sucumbiendo a las fuerzas de la naturaleza (dentro de varios siglos), es en cambio muy poco probable que puedan desprenderse 500 Km3 del monte. En el peor de los casos, como máximo se desprenderían 80 Km3 y quienes se llevarían la peor parte serían el resto de islas del archipiélago canario. Como máximo, olas de 2-3 metros llegarían a las costas americanas.
En cuando a los seísmos que desde hace un tiempo vienen repitiéndose en el Cumbre Vieja, los expertos aseguran que no hay de qué preocuparse, pues es normal que en un volcán activo ocurran estos movimientos geológicos. Por tanto, cabría concluir que de momento no hay que temer al Cumbre Vieja, y que podemos continuar disfrutando de los salvajes y agrestes parajes que rodean a la montaña. Ahora bien, tampoco deberíamos confiarnos demasiado, ya que la naturaleza sigue siendo esa gran desconocida que aun no ha desvelado todos sus secretos y que podría estar guardándonos alguna sorpresa un tanto nefasta…
REFERENCIAS
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