Parece que hablamos del Pleistoceno si consideramos que hace 32 años, en 1989, surgió la idea de la tecnología Bluetooth, un sistema de redes inalámbricas pensado para conectar dispositivos de todo tipo entre sí, para unificar de algún modo la tecnología. Los suecos Nils Rydbeck y Johan Ullman, de Ericsson Mobile, fueron los pioneros de esta tecnología, aunque tuvieron que asociarse con Jim Kardach, de Intel, Nokia y Toshiba.
Cuando menos, el nombre debería llamarnos la atención: “diente azul”. Un poco extravagante, pero tiene su explicación. El creador del nombre fue Jim Kardach, que había leído la novela The long ships, de Frans G. Bengtsson. En ella se habla de un gran rey danés que logró unificar bajo su reinado las tribus vikingas de Dinamarca y Noruega en el siglo X, y de paso aprovechó para expandir el cristianismo por aquellos lares. Este rey existió. Se llamaba Harald “Blåtand” Gormsson.
Blåtand era un apodo. Según algunos, hacía referencia a sus rasgos poco nórdicos, pues era de piel morena y pelo oscuro (eso es lo que significaría la partícula “Blå”, y “tand” gran hombre). Este epíteto se tradujo al inglés como “Bluetooth”. Empero, otros autores creen que Harald pudo tener los dientes azules o ennegrecidos, bien por su afición a masticar arándanos o por haber padecido la enfermedad hemolítica del recién nacido. El caso es que Kardach se inspiró en la hazaña de este poderoso rey para bautizar la tecnología que revolucionaría la industria. Al igual que Harald unificó numerosas tribus bajo su mando, lo mismo haría el Bluetooth con diversos dispositivos de distinta índole.
EL DATO
Las referencias vikingas no acaban aquí. El logo del Bluetooth es, de hecho, la suma de dos runas: “hagall”, la equivalente a la letra H, y “berkana”, la equivalente a la B, precisamente las iniciales de Harald Blåtand.