Cada nación tiene sus tesoros particulares, así considerados por el valor simbólico y patrimonial que encierran más que por el superficial valor monetario que puedan tener (que muchas veces es incalculable). Son símbolos que albergan el orgullo y la esencia histórica de un país y, por ello, son venerados por la población.
La corona de San Wenceslao sea seguramente el objeto que mejor cumpla esa misión en República Checa. Fue mandada construir por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos IV de Bohemia en 1347 y fue su voluntad donarla al Estado para que sus sucesores pudieran llevarla. De hecho, a partir de entonces solo se utilizaría para eventos tan especiales, esto es, la coronación de los futuros monarcas del trono de Bohemia. Hasta 1836, 22 reyes bohemios la han portado durante sus respectivas coronaciones, siendo el último Fernando V. Marie Terezie fue la única mujer en dicha lista. El propio Carlos IV fue quien se la dedicó al legendario santo patrón de República Checa: el rey San Wenceslao.
La hermosa reliquia está hecha de oro puro, pesa cerca de 2.5 Kg, mide 19 cm de altura (incluyendo la cruz de la cúspide) y otros tantos de diámetro y contiene un total de 19 zafiros, 44 espinelas, 1 rubí, 30 esmeraldas y 20 perlas.
Como muestra de su gran valor es lo fuertemente custodiada que está. Se encuentra en un cofre protegido en una cámara en la catedral de San Vito del castillo de Praga (tal y como en su momento habría ordenado Carlos IV, aunque no siempre ha estado ahí) sellada por una puerta de acero con siete cerraduras. Las llaves están en posesión de las personalidades más importantes del país: el presidente, el primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes del Senado y de la Cámara de los Diputados, el preboste del Capítulo Metropolitano de la catedral y el alcalde mayor de Praga. El artífice de esta tradición fue el rey Leopoldo II, quien la estableció en 1791. Huelga decir que la reliquia (y otros objetos del tesoro) está oculta a ojos indiscretos y solo se expone al público cada 5 años, durante las elecciones presidenciales (como una reminiscencia de las antiguas coronaciones), y solamente durante unos pocos días. Así, es normal que haya que esperar colas de 4 horas para poder contemplarla (un pequeño truco es visitar el castillo de Karlštejn, donde hay una réplica bastante fiel).
Por si fuera poco el halo de sacralidad en que está envuelta la corona, se supone que la cruz de la cúspide, hueca en su interior, custodia una de las espinas de la corona de espinas de Cristo, convirtiéndola en una verdadera reliquia espiritual del cristianismo.
EL DATO
Cuenta una leyenda que una terrible maldición recaería en aquel que se coronase con ella sin la legitimidad necesaria para poder ser rey, de manera que moriría en el plazo de un año. Eso fue lo que hizo el insensato de Reinhard Heydrich, el sanguinario gobernador nazi del Protectorado de Bohemia y Moravia. Se dice que, durante una visita a la catedral de San Vito en 1941, se coronó con ella. Al año siguiente pasaría a mejor vida tras ser asesinado en el marco de la Operación Antropoide.
REFERENCIAS
Prague Castle for Visitors (2021). The Bohemian Crown Jewels [online] disponible en: https://www.hrad.cz/en/prague-castle-for-visitors/other/the-bohemian-crown-jewels-10273
Wikipedia (2021). Crown of Saint Wenceslas [online] disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Crown_of_Saint_Wenceslas