La imagen de portada que encabeza este artículo es un regalo para los ojos de cualquier fanático de Batman. Arriba a la izquierda se muestra una imponente escultura del justiciero de Gotham bellamente adornada con motivos mayas. Casi parece la imagen de algún dios que hubiese sido adorado por las culturas precolombinas. De hecho, así ha sido interpretado por muchos usuarios de Internet.
Es frecuente ver publicaciones en medios de comunicación o redes sociales que asocian esta figura con un intrigante dios maya: Camazotz. Se suele afirmar que la escultura es un antiguo resto arqueológico que representa a este dios y que habría servido de inspiración para la creación de Batman.
El parecido entre el Batman contemporáneo y esta escultura presuntamente maya es tan grande que resulta sospechoso. En realidad, la antigüedad del pretendido “Batman maya” solo puede trazarse hasta el año 2014, justo cuando se cumplía el 75 aniversario del hombre murciélago. Para conmemorar este acontecimiento, se celebró la exposición “Batman a través de la creatividad mexicana” en el Museo Mexicano de Diseño, donde decenas de artistas se dieron cita para presentar esculturas de Batman hechas con fibra de vidrio. Christian Pacheco fue el autor del asombroso busto del Batman maya, por lo que no cabe duda de que se trata de una creación contemporánea. Lo que sí es cierto es que el artista se inspiró en supuestas representaciones del enigmático dios Camazotz para decorar su obra.
Desvelando la identidad de Camazotz
¿Quién fue este extraño ser mitológico? Comencemos por su nombre, que significaría “murciélago de la muerte” (de los términos quichés kame, que significa “muerte”, y sotz o zotz, “murciélago”).
Normalmente se le incluye en el panteón maya, pero parece que los zapotecas ya rendían culto a Camazotz antes que los mayas en torno al año 100 a.C., veneración que sería heredada por mayas y también por aztecas.
Debemos imaginarlo como una espeluznante criatura con cabeza de murciélago y cuerpo de hombre, ataviado en ocasiones con una capa que semeja las alas de estos animales. Así es al menos como aparecen diversas imágenes asociadas a Camazotz en estelas, códices o vasijas.
El apéndice u hoja nasal y los prominentes colmillos recuerdan mucho a las características faciales de los murciélagos de la familia Phyllostomatidae, por lo que cabría preguntarse si los mayas, avezados observadores de la naturaleza, habrían tomado como modelo a algunos representantes de esta familia para configurar a Camazotz. En este grupo encontramos sobre todo especies que se alimentan de néctar, frutas e insectos, pero también a Desmodus rotundus, el murciélago vampiro común que se nutre de la sangre de grandes mamíferos por la noche y, raramente, de la del ser humano.
Sin embargo, por lo que se conoce principalmente a Camazotz es por su breve aparición en el Popol Vuh, el “libro sagrado” maya que recoge los mitos y relatos históricos de los indígenas guatemaltecos. Parte del libro está enfocado en las hazañas de los héroes gemelos Hunahpu e Ixbalanqué, que deben superar una serie de pruebas mortales impuestas por los Señores de Xibalbá (el inframundo maya). Los hermanos deben pasar seis noches en seis mansiones donde les acechan diferentes peligros. Sin embargo, con su astucia y poderes mágicos serán capaces de superar todas ellas, hasta que llegan a la sexta y última: la Mansión de los Murciélagos de la Muerte. Recibe ese nombre porque esta atestada de peligrosos murciélagos que revolotean y chillan frenéticamente.
Para evitar sus mordidas, los héroes deciden pasar la noche resguardados en el interior de sus inseparables cerbatanas. Mientras, uno de los Murciélagos de la Muerte, Camazotz, que aquí juega el papel de sirviente de los Señores del Inframundo, convence a los demás quirópteros de posarse en silencio sobre las entradas de las cerbatanas y asesinar a los hermanos al menor descuido. Cerca ya el alba, Hunahpu decide asomarse para ver la luz del amanecer, momento en el que Camazotz le decapita y se lleva su cabeza para colocarla en el Juego de Pelota siguiendo las órdenes de sus amos.
¿Es Camazotz todo lo que brilla?
Por haber cometido el peculiar asesinato de Hunahpu y por su parecido con los murciélagos vampiro, Camazotz ha sido asociado con la muerte, la sangre, los sacrificios, la oscuridad y el inframundo. Es habitual, además, que cualquier imagen de un ser mitad hombre mitad murciélago se identifique con Camazotz y se le atribuyan los mismos significados simbólicos. El problema es que muchas de estas asociaciones son gratuitas por dos motivos: por un lado, las descripciones de Camazotz en el Popul Vuh son muy escuetas y, por otro, la etnohistoria y la iconografía de los distintos pueblos mayas están repletas de criaturas antropomorfas con forma de murciélago además de Camazotz.
Por ejemplo, según los antropólogos James E. Brady y Jeremy D. Coltman, no habría ninguna imagen del Período Clásico maya (250 – 900 d.C.) que pueda asociarse inequívocamente al Camazotz del Popol Vuh, ya que no presentan ningún rasgo irrefutable que las vincule con el mito. Como mínimo, esos presuntos Camazotz deberían estar acompañados por algún elemento relacionado con los héroes Hunahpu e Ixbalanqué y la decapitación del primero, pero no aparecen.
En cambio, sí que aparecen imágenes de hombres murciélago acompañados de cabezas decapitadas y órganos arrancados en varios códices centroamericanos del Período Posclásico (950 – 1540 d.C.). En este caso, al menos, la relación entre estos seres y los símbolos atribuidos a Camazotz (sacrificios, sangre, muerte) es más explícita, aunque esto no quiere decir que esas criaturas sean Camazotz.
La rica simbología del murciélago
El simbolismo de los murciélagos en las fuentes etnohistóricas mayas va mucho más allá de los sacrificios y la muerte. Por ejemplo, los murciélagos fueron simbólicamente importantes para la organización sociopolítica y religiosa maya, hasta el punto de que varios clanes adoptaron al murciélago como emblema o deidad protectora. Incluso, hubo poblaciones que se autodenominaban “hombres murciélago” o localidades que incluyen el término murciélago (sotz o zotz) en su toponimia.
También estaban asociados con la tierra y se les adjudicaba el rol de emisarios o mensajeros entre el mundo de los dioses y el de los humanos. Los mayas sabían que uno de los refugios más frecuentados por estos animales durante el día son las cavernas, consideradas como entradas a las profundidades de la tierra y al inframundo. Las cuevas eran consideradas fuente de revelaciones y saberes ocultos. De hecho, podrían haber servido como oráculos de determinados dioses. De ahí que los murciélagos fuesen los encargados de revelar los conocimientos esotéricos a determinadas personas.
Algunas de las imágenes de hombres murciélago suelen aparecer con penes hipertrofiados, símbolo clásico relacionado con la fertilidad de los campos y de la mujer. Un argumento a favor de esta interpretación es que los glifos de los murciélagos suelen estar acompañados de glifos de colibríes. Al alimentarse del néctar de las flores, estas aves juegan un papel muy importante en la polinización y, en consecuencia, en la fertilización de los campos. De la misma manera, los mayas seguramente se dieron cuenta de que algunas especies de murciélagos hacen lo mismo por la noche, como si fuesen la contraparte nocturna de los colibríes.
Por último, cabe destacar aquellas imágenes de hombres murciélago que podrían ser identificados con uay, entidades espirituales con atributos un poco oscuros, pues estaban vinculadas con la brujería, la hechicería, los malos augurios, la muerte, la oscuridad, los sacrificios…
Identificar todas las imágenes mayas de hombres murciélago con Camazotz supone una simplificación de la gran riqueza simbólica atribuida a los murciélagos. Ponerle cara a esta criatura mitológica es complicado, por lo que el Batman maya continuará oculto entre las sombras de Xibalbá hasta que algún hallazgo arqueológico lo saque definitivamente a la luz.
REFERENCIAS
Brady, J.E., Coltman, J.D. (2016). Bats and the Camazotz: Correcting a century of mistaken identity. Lat. Am. Antiq. 27, 227-237. http://dx.doi.org/10.7183/1045-6635.27.2.227
Popol Vuh: Las antiguas historias del Quiché (2003). Guatemala: Editorial Piedra Santa.
Retana-Guiascón, O.G., Navarijo-Ornelas, M.L. (2012). Los valores culturales de los murciélagos. Revista Mexicana de Mastozoología 1, 18-26. https://doi.org/10.22201/ie.20074484e.2012.2.1.19
Thompson, E.S. (1966). Maya hyeroglyphs of the bats as metaphorgrams. Man 2, 176-184. https://doi.org/10.2307/2796344