Es indudable que el Heavy Metal ha sido una de las creaciones artísticas más imprescindibles de la humanidad. Su enorme variabilidad y riqueza, además, permite adaptarse a cualquier tipo de público. Sin embargo, ¿sabías que gran culpa del nacimiento de este arte musical la tuvo un accidente?
El protagonista de, hasta cierto punto, “afortunado” accidente fue Tony Iommi, guitarrista y uno de los fundadores de la banda Black Sabbath, prácticamente la primera banda de este género. Cuando era un zagal de 17 años, una prensa le aplastó los dedos de su mano derecha. Iommy tocaba en una banda local y, aunque parezca que este accidente pudo anular sus planes de futuro de seguir tocando, el guitarrista luchó por su sueño y se hizo un pequeño “arreglo”.
Tony se fabricó unas prótesis a partir de unas tapas de botella para sustituir sus falanges perdidas. Pero aun faltaba pulir un problema más. Las cuerdas de su guitarra ahora le resultaban demasiado rígidas. Así que bajó la afinación de su instrumento para que quedasen más laxas y fuese menos doloroso rasgarlas. Así nació la tonalidad típica de este género que influiría a los grupos venideros. Así surgió uno de los mejores géneros musicales de la historia.