La mañana del 22 de noviembre de 2015 un residente de Bentonville (Arkansas, EE.UU.), James A. Bates, llamó al 911 para comunicar que se había encontrado a uno de sus amigos, Victor Collins, muerto en la bañera de hidromasaje de su patio. La noche anterior ambos estuvieron con varios amigos más pasando un rato agradable. Tanto James como el resto de sus amigos defendían su inocencia.
El cadáver presentaba síntomas de ahogamiento y señales de lucha. Además, los detectives encontraron que el suelo del patio había sido rociado con agua y había varias manchas de sangre disueltas. Habría sido asesinado esa madrugada, cuando sólo James se encontraba en casa. Pero los detectives necesitaban algo más para señalar a un culpable… La evidencia decisiva la aportó un simple contador de agua inteligente.
La Policía pudo saber gracias al mismo que esa madrugada James había consumido 530 litros de agua entre la 01:00 y las 03:00 a.m., un volumen que nunca antes había utilizado y adecuado para limpiar un patio de un tamaño similar al suyo. Un escenario bastante orwelliano, ¿verdad?