El pasado 15 de abril, dos vecinos de la madrileña localidad de San Fernando de Henares debieron llevarse un buen susto mientras pescaban apaciblemente en el río Henares. A su paso salieron dos grandes ejemplares de tortuga mordedora (Chelydra serpentina), de entre 15 y 30 kg de peso.
Se trata de una especie exótica procedente de América. Su rango de distribución nativo es muy amplio y está comprendido entre el sur de Canadá y la costa del golfo de México. Es una vieja conocida en varios países de Europa y Asia, como China, Japón, Alemania, Francia o Países Bajos, donde ha sido catalogada como especie exótica introducida o invasora.
Una visitante recurrente en España
Tampoco es la primera vez que se avista en España. Además de en Madrid, la tortuga mordedora se ha hallado ocasionalmente en Cataluña, Mallorca, Tenerife, Murcia y Aragón.
Este quelonio posee un hábito marcadamente generalista, siendo capaz de sobrevivir en una gran diversidad de condiciones ambientales y de consumir una gran variedad de alimentos, desde plantas acuáticas hasta peces, anfibios, crustáceos y pequeños mamíferos. Esto, sumado a las introducciones recurrentes en el medio natural, aumenta la probabilidad de que acabe engrosando el repertorio de especies exóticas invasoras de España.
Mascotas exóticas muy populares
La tortuga mordedora es tan solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor. Según las revisiones más recientes, en España se ha detectado la presencia de unas 25 especies de tortugas exóticas en entornos naturales, seminaturales y urbanos, seis veces más que las especies nativas que hay en el país. Tres de esas especies ya están incluidas en el catálogo español de especies exóticas invasoras y otras ya han sido capaces de reproducirse en condiciones naturales, un prerrequisito para convertirse en invasoras.
Las tortugas exóticas son mascotas muy populares. De hecho, la vía de introducción más frecuente de estos animales es el comercio de mascotas. A menudo llegan al medio natural porque sus dueños las abandonan cuando crecen y se complican sus cuidados, o bien porque escapan de su cautiverio.
Desgraciadamente, el comercio de mascotas exóticas es muy difícil de controlar, especialmente el mercado online y la compra-venta entre particulares.
Una seria amenaza para las especies nativas
Las tortugas exóticas que terminan estableciéndose en el medio natural suponen una seria amenaza para los animales y plantas nativos. Por ejemplo, el galápago de Florida (Trachemys scripta), una especie exótica invasora en varios países, incluyendo España, compite con los galápagos nativos por los lugares de asoleamiento, sitios de puesta y alimentos.
A menudo, la especie exótica prevalece en estos enfrentamientos, lo que se traduce en la expansión de sus poblaciones en detrimento de las de las especies nativas.
Estas especies foráneas también pueden hibridarse con las nativas, especialmente con las que están más estrechamente emparentadas, y deteriorar su acervo genético, lo que, en los casos más graves, puede conducir a su extinción.
Las especies voraces con dietas generalistas, como Chelydra serpentina, son capaces de alterar sustancialmente la composición y estructura de las comunidades y las cadenas tróficas de los ecosistemas dulciacuícolas.
Además, muchas tortugas exóticas pueden ser portadoras de patógenos novedosos para las nativas, ante los cuales sucumben fácilmente al no poseer defensas inmunológicas contra ellos.
Portadoras de enfermedades para las personas
Además de para las especies nativas, las tortugas exóticas también pueden suponer un riesgo para la salud pública, y especialmente para las personas inmunodeprimidas, ancianos o mujeres embarazadas. Esto se debe a que estas aparentemente inofensivas mascotas portan una amplia diversidad de bacterias y virus que pueden infectarnos. El contagio puede ocurrir por vía fecal-oral cuando una persona entra en contacto directo con estos animales o con los recintos contaminados con sus excrementos, o a través de los arañazos y mordiscos que puedan ocasionar.
De entre todas las enfermedades que pueden transmitirnos estos reptiles, la más habitual es la salmonelosis. Precisamente, los numerosos casos de salmonelosis asociados a la cría de Trachemys scripta en Estados Unidos condujeron a la prohibición de su comercio e importación en todo el país en 1975.
A pesar de todo, seguimos varios pasos por detrás del desafío que entraña la introducción de tortugas exóticas a través del mascotismo. Por ejemplo, es habitual que cuando se prohíbe la comercialización de una especie, rápidamente aparecen en el mercado otras que la sustituyen y que también pueden convertirse en un serio problema en el futuro.
Por lo tanto, urge mejorar la regulación de la venta y tenencia de tortugas exóticas y concienciar a la población para que evite adquirir este tipo de mascotas y no las abandone en la naturaleza. Además, estas medidas podrían reforzarse promoviendo programas de detección temprana y de respuesta rápida para gestionar poblaciones incipientes antes de que se establezcan y se propaguen.
Este artículo ha sido publicado originalmente por el presente autor y los profesores Álvaro Alonso Fernández y Pilar Castro Díez en The Conversation.