El día en que la peculiar estrella de Belén indicó a los archiconocidos tres sabios de Oriente el momento de la epifanía, también informó a un cuarto sabio del acontecimiento divino, un sacerdote zoroástrico iranio que esperaba la señal profética para emprender su viaje: Artabán.
Su objetivo era encontrarse con los otros magos en el zigurat de la ciudad mesopotámica de Borsippa para partir juntos siguiendo el camino marcado por la estrella. Junto con el oro, el inciendo y la mirra, Artabán llevaba como regalos un diamante, un fragmento de jaspe y un rubí para honrar al niño dios. No obstante, se entretuvo por el camino sanando a un desgraciado que había sido desvalijado y golpeado y a quien terminó regalando el diamante para que recuperase sus posesiones. Llegó tarde a la cita, así que Melchor, Gaspar y Baltasar tuvieron que partir sin él.
Llegó tarde a Belén para honrar a Jesús, y en su lugar se encontró con la sangrienta Matanza de los Inocentes perpetrada por Herodes. A partir de aquí, su vida se convierte en un calvario. Fue encarcelado durante 30 años por intentar regalar su rubí a un soldado que a punto estaba de ensartar a uno de aquellos niños. Tras ser liberado, fue arrastrado por una masa humana hacia el Gólgota, donde aquel al que iban destinadas las joyas iba a ser asesinado. Por el camino, sin embargo, se detuvo para comprar la libertad de una hermosa joven que iba a ser vendida como esclava regalándole el pequeño fragmento de jaspe, el último de los regalos destinados a Jesús. En ese momento, el Nazareno muere en la cruz y un temblor de tierra lanza una piedra que acaba impactando letalmente en la testa de Artabán. Tras una visión el mago muere en paz, y por su solidaridad y rectitud, a su alma le es entregada el acceso al Paraíso celestial.
EL DATO
Esta hermosa fábula fue escrita por el teólogo estadounidense Henry van Dyke en el cuento navideño titulado The Other Wise Man de 1896. Su enseñanza nos conmina a ayudar y servir a los demás para honrar a Dios.